De palabras precisas y esenciales, bien escogidas y dichas con pausa y profundidad, Teresa Catalán acoge el Premio Príncipe de Viana de la Cultura "con mucha emoción y responsabilidad", asumiendo que la excelencia debe estar siempre como reto en el horizonte, aun en condiciones duras para la cultura como ésta en la que nos ha instalado la pandemia de la covid-19. La galardonada apuesta por aprovechar todas las virtudes que nos brinda la música y proteger este arte frente a la superficialidad.

¿Cómo recibe este premio?

Con mucha alegría, con emoción y, desde luego, con mucha responsabilidad. Porque yo creo que un premio siempre es una responsabilidad.

¿En qué sentido?

En el sentido de que un premio no es el final. Y tampoco un premio es un fin. Y entonces hay que seguir siendo digna del premio que te dan. Por tanto es un estímulo, pero es un estímulo para seguir trabajando y mirando con la responsabilidad de que tenga que ser excelente. Entonces, al menos para mí, tiene esa carga que acepto con gusto y con humildad, por supuesto. Siento mucha alegría y mucha emoción, es un premio de casa, para mí es muy muy especial.

Es un reconocimiento a su trayectoria y aportación, a la música en general y a la labor de composición, que llega en un momento complicado con esta pandemia. ¿Cómo la está viviendo?

Pues con tanto dolor como todo el mundo. Efectivamente esta pandemia ha afectado a la cultura, aunque no se ha dicho tanto como se ha dicho de otras profesiones, pero a la cultura le ha significado muchísimo porque el parón ha sido muy duro. Los músicos como yo que trabajamos en nuestra mesa, recogidos, en silencio y sin compañía, pues hemos seguido en nuestro silencio habitual. Lo que ocurre es que una cosa es estar en un silencio contemplativo, de búsqueda, y otra es estar en un silencio obligado, con la carga densa que tiene una situación como la que hemos vivido. Una densidad enorme, es verdaderamente complicado. Y bueno, en este tiempo he estado concentrada, encerrada, trabajando, y con un plus de sufrimiento como el que hemos tenido todos. Aquí nadie sufre más que nadie.

Este premio llega en un año especial. Cumple 70 años y para celebrarlo en octubre se estrenará en Baluarte su obra 'El canto de Atenea'.

Pues sí, la verdad es que estoy encantada y muy agradecida por la deferencia que han tenido Fundación Baluarte y la Orquesta Sinfónica de Navarra por este encargo que me hizo, y espero que lo podamos escuchar esta temporada.

¿Cómo recuerda sus primeros pasos en la música?

Pues yo viví una peculiaridad y es el hecho de vivir dentro del Museo de Navarra, y en aquellos tiempos el Museo de Navarra era el centro cultural, porque tenía un salón con un piano de cola, salas de exposiciones temporales, una biblioteca estupenda, y en ese ambiente me crié. Y entonces mi padre, que era el conserje del Museo, guardaba todo aquello con un cariño especial, y a mí por ejemplo no me dejaba nunca asomarme a tocar el piano. Y yo veía aquel mueble grande que sonaba y que me parecía como un milagro, y que para mí tenía emoción, y tenía misterio, y mi rebeldía se impuso y dijo: yo quiero eso. Y a los seis años le dije a mi padre que quería ser músico, y hasta hoy.

Y a sus 70 años, ¿ha cambiado su relación con la música? ¿Cómo la define hoy?

No ha cambiado. Para mí la música es una manera de ser. Una manera de vivir, una forma de estar en el mundo y una forma, sobre todo, de ver el mundo, de entenderlo. El arte te permite una mirada al mundo especial. Y la música concretamente, desde su abstracción y desde su mundo, que es un mundo-otro, te permite visiones múltiples, privilegiadas, diría, estimulantes, que cuestionan permanentemente, que te permiten una introspección, que te llevan al análisis. Por tanto la música para mí forma parte intrínseca de la manera de ser y de estar en el mundo.

La música nos invita a la introspección y al análisis en un momento en que es muy necesario, vivimos muy deprisa y muchas veces de manera muy superficial. No nos detenemos a observar, a ahondar.

Sí. Vivimos en un mundo que en demasiadas ocasiones confunde cultura con entretenimiento. Y que probablemente haya un cambio al que habrá que ir adaptándose, pero sobre el que deberíamos reflexionar y considerar.

La música también nos permite expresar aquello que no se puede decir con palabras.

Sí, es el arte que más afecta a nuestra psique. Seguramente que la vivifica, que tiene incluso modificaciones físicas con su poder, y que trasciende incluso en las personas con problemas de memoria, personas que sufren de Alzheimer y demás, está comprobado que olvidan todo menos la música. La música permanece en nuestro interior. Tiene un poder y una fuerza muy especiales para el ser humano. Lo que ocurre es que no hay que dejarle que se escape y que se convierta en una herramienta de usar y tirar. Ese es el riesgo que corremos hoy.

¿Qué le gustaría que cambiase después de esta crisis, especialmente en el ámbito cultural o musical?

Lo que tenemos que hacer todos es encontrar nuestro lugar en el mundo. Y eso pasa por muchas cosas. Pero fundamentalmente por que nadie olvide que la cultura forma parte de nuestro aprendizaje ancestral, de nuestro ser como ser individual y como tribu, y que tenemos que encontrar, a través cada uno de la curiosidad, de la cultura, del conocimiento, ese lugar. Y tiene que ser un lugar de concordia que nos permita seguir pensando, seguir reflexionando en cosas que nos hagan crecer, en vez de enfrentar cosas que tienen la caducidad prevista. Lo que tenemos que hacer es tener una mirada de alcance: quiénes somos, dónde estamos, qué queremos.

"Este premio es para mí muy muy especial, es un premio de casa; siento mucha emoción, alegría y, también, mucha responsabilidad""La música es el arte que más afecta a nuestra psique; el que más la vivifica y modifica físicamente con su poder""Recuerdo que mi padre no me dejaba tocar el piano que guardaba siendo conserje en el Museo de Navarra, y mi rebeldía se impuso y a los seis años le dije: yo quiero eso"