Azkena Rock 2023: el sol ilumina un nuevo festival con El Drogas

Hasta el buen tiempo se animó a la fiesta, aunque por fortuna sin el calor abrasador de hace doce meses. Con el reloj en la mano, los más tempraneros se prepararon para un día intenso porque el hecho de comenzar más tarde hace que la agenda se apriete mucho. Les tocó a los donostiarras Liher poner todo en marcha en un concierto breve pero muy simbólico. Los de Lide Hernando tenían que haber estado en el ARF de 2020, una cita que se estaba preparando con mucho mimo por muchos motivos que la pandemia se llevó por delante. Su paso ayer por el certamen supuso cerrar ese paréntesis de una vez y celebrar que, a pesar de todo, la música no se para.

Fue un inicio más que potente e interesante, en la línea de la banda. Para cuando ellos acabaron se empezó a notar que mucha gente había salido ya del trabajo y que iba directa a Mendizabala. Ahí aparecieron Os Mutantes, que empezaban en Vitoria su tour europeo. Rock y psicodelia se dieron la mano en la propuesta de los brasileños, un viaje a décadas pasadas que enganchó a unos cuantos pero que invitó a otros tantos a aprovechar el momento para hacer la rueda de reconocimiento al espacio, charlar y empezar a darle uso a la pulsera convertida en monedero por arte del sistema cashless.

Liher Josu Chavarri / Alex Larretxi / Jorge Muñoz

Seguramente a la tarde le faltó alguna oferta musical más, abriendo además el tercer escenario. Eso hubiera evitado las infinitas conversaciones sobre si Incubus llegarán al final al festival, sobre si caerá tormenta el sábado y será bíblica, sobre si hay solapes odiosos un año más, sobre si... Vamos, lo de todos los años. Por eso, se agradeció que a eso de las ocho la zona Trashville se pusiera en marcha con el dúo Generador -que se sumaron al cartel hace nada-, mientras en el escenario Respect las miradas se centraron en Steve Earle, que volvía al ARF 20 años después. El que tuvo, retuvo. De eso no hay duda. Tampoco de que la vida pasa y ese poso se nota en el escenario, también para lo bueno.

'Azkeneros' disfrutando del buen tiempo y refrescándose en Mendizabala. Josu Chavarri / Alex Larretxi / Jorge Muñoz

Ya con la noche empezando a hacer acto de presencia apareció en Mendizabala El Drogas (ver información adjunta) para dar paso después a las actuaciones de Rancid, Lydia Lunch Retrovirus, The Kaisers, Monster Magnet y Nestter Donuts, aunque eso ya sucedió cuando este periódico iba camino de convertirse en papel así que mañana habrá tiempo y espacio para contarlo mejor.

El Drogas, maestro de maestros en el ARF

Hay muchas vidas en los 64 años que El Drogas cumplirá en agosto. No solo una. A buen seguro, de todas ellas ha aprendido mucho de lo bueno y también de lo no tanto. De hecho, en ello sigue. Nunca se termina de ser alumno mientras los ojos siguen brillando. Pero cuando de subirse a un escenario se trata, y da igual si es el de una sala –como en enero en Jimmy Jazz con dos llenos consecutivos– o si es el de un festival como el del Azkena Rock, él es el maestro. 

En realidad, da igual el repertorio que lleve. Cada vez que está ante el público, la lección sale sola. Y los que están ante él, se la saben. Por supuesto, en esta gira actual, el temario es bien conocido. Forma parte de la banda sonora de varias generaciones, por mucho que Barricada, la banda que él creó hace 40 años, ya no exista. Pero hay temas que son eternos, canciones que hasta el estudiante más flojete puede recitar sin problema.

El Drogas, en el arranque de la actuación en Mendizabala. Alex Larretxi

Así pasó en Mendizabala, a pesar que de que, como siempre sucede, haya quien piense que si uno viene de la Txantrea y no de Memphis, y le ponen la etiqueta de eso que algunos llaman de manera peyorativa rock urbano, parece no tener derecho a actuar en una cita como el ARF. No es la primera vez que se escucha algo parecido por el recinto con otros artistas y grupos. Y no deja de ser un grave error.

Más allá de lo anecdótico y dejando a un lado el hecho de que el formato de festival hizo que el tiempo de la actuación fuera más ajustado que, por ejemplo, en los mencionados conciertos de la Jimmy, El Drogas se puso frente a la pizarra y no dejó títere con cabeza. Además, hace tiempo que Enrique Villarreal ha encontrado unos compañeros de viaje con los que se complementa muy bien y eso se nota sobre las tablas. Como él dice, “a gusto”.

Parte del público asistente al concierto de El Drogas. Alex Larretxi

Sin respiro, sin tiempos muertos ni conversaciones con el personal, duro y a la cabeza, El Drogas fue de una asignatura a otra, con el personal entregado y coreando no pocas de las letras que hicieron de Barricada un grupo imprescindible que no tuvo el final que se merecía. Con él dominado cada centímetro del escenario, en ese ritual de movimientos y gestos que tan bien sabe ejecutar, quedó clara una cosa desde el principio: en esta clase sí que merece la pena repetir. Por supuesto, sonaron Blanco y Negro, No hay tregua... pero no se trata de pasar lista. Esto se trata de seguir aprendiendo del maestro de maestros.

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Fotos del concierto fin de gira de El Drogas (Barricada - 40º): tan a gusto en el Navarra Arena Iñaki Porto

La Virgen Blanca disfruta con el Osteguna

En pleno centro de la capital alavesa, de manera gratuita y con tres bandas para pasarlo en grande. El Osteguna Rock Vital Fest no falla y en este 2023, tampoco. Así se vivió ayer por la tarde en una concurrida plaza de la Virgen Blanca que no paró ni un momentos desde las siete de la tarde, cuando todo se puso en marcha gracias a la asociación Araña del Rock y Fundación Vital. 

Anfitriones y encargados de poner todo en marcha. Fue el doble papel que cumplieron a la perfección Anti (voz y guitarra), Brus (voz), Yarza (bajo) y Junior (batería), es decir, Barriomanía. La nueva banda compuesta por viejos conocidos de la escena alavesa subió a las tablas repleta de energía y con ganas de hacer bailar al personal con las canciones de su primer disco, un Siempre pasa algo que se ha hecho realidad hace bien poco.

Escenario en la plaza de la Virgen Blanca. Josu Chavarri / Alex Larretxi / Jorge Muñoz

Después, casi sin quererlo, Gasteiz se convirtió en un escenario más de Suecia. Además, por partida doble. Volvieron a la capital alavesa The Vanjas, que desplegaron ese rock con sabor a clásico que el cuarteto sabe hacer tan bien. Así que con ellos el personal siguió bailando, más allá de que entre el respetable también había muchos espectadores ocasionales, viandantes que no dudaron en sumarse a la fiesta, aunque solo fuera por un rato.

El colofón llegó todavía con la luz del día presente. Es lo que tiene la cercanía de San Juan. El gran broche se puso con la visita a la capital alavesa de los también suecos Eclipse, que, antes de actuar en el Graspop Metal Meeting, compartieron su hard rock sin concesiones.