La gira del 25 aniversario de la carrera de Quique González hizo escala en Pamplona, por partida doble. El jueves, el cantautor estuvo en Civican charlando sobre su vida y su obra, y el viernes actuó con su banda en Zentral. Como viene haciendo en todas las fechas de esta gira, el concierto tuvo una primera parte dedicada íntegramente a rescatar uno de los discos de su trayectoria. En el caso de Pamplona le tocó el turno a Me mata si me necesitas, uno de sus trabajos más logrados, como bien demostró el público, que coreó todas las canciones, incluso esas que, en principio, no son las más conocidas; o de las más escuchadas en las plataformas digitales, que parece que es la forma de medir estas cosas ahora mismo.

Pero sobre el escenario no hay trampa ni cartón. Allí no valen de nada las campañas de marketing ni los planes de negocio de las grandes discográficas multinacionales, y, aunque ningún algoritmo pueda explicarlo, la emoción que inundó Zentral en piezas tan delicadas como Cerdeña o Ahora piensas rápido fue mucho más real que todos los follows, likes y retuits de estos tiempos líquidos que vivimos. ¿Música de la vieja escuela? Podría considerarse así, si eso significa tener más verdad que apariencia. Un temblor recorrió la sala cuando la banda se lanzó a tumba abierta por la carretera del rock alborotado por la que circula el Ford Capri de Relámpago; el temblor se convirtió en seísmo cuando tocaron Charo, con Tony Brunet haciendo las veces de Nina, y la siempre emocionante La casa de mis padres, sin ninguna duda, una de las mejores canciones de toda la carrera de Quique (y que quiso dedicar a Gorka Urbizu y al magnífico disco que el navarro acaba de publicar).

Tras un breve descanso, los músicos regresaron al escenario para acometer la segunda parte del show, en la que repasaron canciones de toda su discografía. El sonido fue más eléctrico y rockero que el ofrecido por el madrileño en su última época (tanto en estudio como en directo). Aún así, hubo mucha variedad: momentos más reposados (Cuando estés en vena, Todo lo demás, Avión en tierra), himnos celebradísimos por la afición (Pájaros mojados, La ciudad del viento), y una recta final absolutamente apabullante (Kamikazes enamorados, Salitre 48, Y los conserjes, Vidas cruzadas). Todo ello interpretado por una banda de auténtico lujo: una base rítmica sólida y juguetona, con mucho groove, formada por Edu Olmedo en la batería y Jacob Reguilón en el bajo y contrabajo; Raúl Bernal en los teclados, añadiendo cargas de profundidad a las composiciones, aportando vivacidad en los momentos más rápidos y arropando, casi acunando, cuando procede (también con el acordeón); y Tony Brunet haciendo magia con su guitarra eléctrica, ofreciendo contundencia y melodía, a la que también contribuía el propio Quique con su acústica.

Como siempre sucede en sus conciertos, uno sale con una sensación de euforia por lo que acaba de presenciar. Cuando la nube se disipa y puede analizar lo ocurrido racionalmente, lo valora más todavía, pues se da cuenta de lo que ha quedado fuera. En Pamplona, González ofreció un conciertazo prescindiendo de pesos pesados de su repertorio tan enormes como Rompeolas, Miss Camiseta Mojada, Pequeño rock’n’roll, Aunque tú no lo sepas, Palomas en la Quinta, La luna debajo del brazo, Su días libre, Dallas - Memphis, Clase media… En fin, paro ya, pero es que, solo con las que no tocó, podrían armarse dos o tres set lists de auténtico ensueño. Y es que eso es lo que, después de veinticinco años de carrera, hace de Quique González un artista imprescindible: las canciones. Así era en la vieja escuela. Y así seguirá siendo siempre.

CONCIERTO DE QUIQUE GONZÁLEZ

Fecha: 19/01/2024 Lugar: Zentral Incidencias: Muy buena entrada, prácticamente ll no. Quique González (voz, guitarra, armónica), Tony Brunet (guitarra eléctrica), Raúl Bernal (teclados), Jacob Reguilón (bajo y contrabajo) y Edu Olmedo (batería).