Antes de ver la película, el título, 'Un lugar común', parecer tener un significado y, después, suma otro. “Queríamos jugar con ese doble sentido”, cuenta la directora, que acudió a la cita en Golem Baioa con la actriz Eva Llorach (Quién te cantará, El cuerpo en llamas, Los pacientes del doctor García), que da vida a Pilar, una mujer que, al poco de rebasar la frontera de los 50, es despedida de su trabajo de toda la vida y entra en crisis. Familia, vulnerabilidad, juicios morales, búsqueda... Son algunos de los temas de esta película producida por la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Catalunya (ESCAC) en la que comedia y drama se encuentran. La Muestra Internacional de Cine y Mujeres se desarrollará hasta el viernes 14 de junio.
¿Cómo se le ocurre a una joven en la veintena una historia protagonizada por una mujer de más de 50?
–CELIA GIRALDO: No lo sé muy bien, no es que el empezase el proceso de escritura pensando en hablar de una mujer de esta edad, sino que, más bien, quería hablar sobre la desconexión que muchas veces existe dentro de la familia. Por eso, al principio iba a ser una película coral en la que todos los personajes tenían su foco, con sus vidas dentro y fuera de casa. Pero, poco a poco, me fui dando cuenta de que me interesaba más la madre, personaje que intentaba ser el nexo entre todos, aunque los demás tenían sus asuntos y ella parecía que no. Me pareció muy interesante poner el foco en esta mujer y, sobre todo, en el cambio de etapa y la crisis que conlleva.
Los personajes en crisis siempre son atractivos.
–C.G.: Me encantan las pelis con personajes protagonistas en crisis porque creo que desde ese punto mostramos partes muy diferentes de nosotros mismos que pueden llegar, incluso, a ser extremas o ridículas, dando lugar a situaciones muy particulares en las que, sin saber por qué estás haciendo esas cosas, te vuelves más humano que nunca. Me interesaba explorar esa vulnerabilidad en un personaje que, a priori, para mí, una chica joven, es una persona con la vida solucionada.
¿A qué se refiere?
–Al irme haciendo mayor he ido recordando una cosa que me decía mi madre, y es que, mentalmente se sentía como cuando era joven, pero luego se miraba al espejo y veía que ya no. Y yo me preguntaba: ¿quiere decir que me voy a sentir como ahora toda la vida? (ríe) Entonces, pensé en explorar la perspectiva de una mujer de esta edad, pero desde como yo me siento ahora, que también atravieso crisis o tengo miedos que, de golpe, me hacen sentirme más insegura.
¿Las crisis también te hacen descubrir cosas?
–EVA LLORACH: Claro, es que son muy atractivas desde el punto de vista cinematográfico. Y vital, porque, efectivamente, te descubren cosas de ti misma que no sabías. También creo que, por lo general, te valen para crecer y buscar otras cosas. Es un lugar al que caes para volver a resurgir.
Las mujeres en la mediana edad no suelen protagonizar muchas películas, ¿este personaje ha sido como un regalo para Eva Llorach?
–E.LL.: Eso es, exactamente, la palabra es regalo. No te suelen llegar muchas cosas así y me hace gracia porque todo el mundo te dice ‘ay, qué bien, ayudando a la gente joven’, cuando igual, como en este caso, es la gente joven la que nos está ayudando a las actrices de nuestra edad. Para mí fue una fiesta cuando recibí el guión y, con él, la oportunidad de contar esta historia, que no es la mía, pero sí la de tantas mujeres de mi familia y de mi alrededor.
¿Para crear a Pilar se inspiró en esas mujeres de su entorno?
–E.LL.: Sí, Celia tenía muy claro el tipo de persona que es Pilar, pero es verdad que yo también la reconozco. Por ejemplo, en mi tía Puri. Es como ese tipo de personas que tienen esa sequedad que es muy divertida desde fuera, porque, aparentemente, obedece a una especie de torpeza social, aunque a la vez son muy cuidadoras. Bueno, no se si es torpeza, porque luego se llevan bien con todo el mundo; es más bien una coraza que, de cara al exterior, muestra que lo hacen todo perfecto, incluso cuando no saben ni lo que están haciendo.
También se suele decir que las mujeres de mediana edad de pronto se vuelven invisibles. Aunque, como me comentó hace poco la escritora Regina Salcedo, el problema está en el que mira, porque ellas siguen estando, pero no las ven.
–E.LL.: Sí, a partir de los 40 dejamos de ser vistas, aunque, por suerte, y aunque queda un largo camino, creo que esto está cambiando. También por eso películas como esta son muy importantes, porque ponen el foco en las mujeres que se sienten un poco invisibles. Solo el hecho de poner el foco ahí ya es relevante para que se produzcan cambios.
“Claro que te puedes reiventar. Yo lo hice. A los 32 lo dejé todo, trabajo, casa, ciudad, y me puse a estudiar la carrera de actriz con chavales de 18 años”
En la película, vemos a mujeres de distintas edades, desde la señora mayor del principio, que dice aquello de ‘soy vieja, pero no inútil’, hasta la niña, que hace la pregunta fundamental: ‘¿a ti quién te cuida?’ ¿Era necesario para completar el retrato?
–C.G.: Justamente, para mí era muy importante que hubiese presencia de varias generaciones de mujeres y que estuvieran interconectadas entre sí. O sea, mostrar cómo Pilar ve, por ejemplo, a su hija o a su hermana, frente a cómo estas la ven a ella; o qué imagen se ha formado la niña. Todo esto también tiene algo de aspiracional porque creo que las relaciones intergeneracionales deberían ser más horizontales. Por supuesto que la experiencia es fuente de conocimiento, pero siento que tenemos muchas cosas que nos retroalimentan las unas a las otras y enriquecen un montón la sociedad y la familia. Esa es, un poco, la aspiración final de la peli, mostrar que Pilar también puede ser vulnerable.
Pensé en que estaría bien que esas personas, mi madre y otras mujeres de mi entorno a las que idealizamos pudieran tener un momento de vulnerabilidad y las más jóvenes las podamos sostener.
¿Que deje de cuidar y se deje cuidar?
E.LL.: –Claro, de hecho, en la película, el espejo de Pilar es la niña pequeña, que le hace esa pregunta tremenda que va directa al corazón y que creo que el público se va a hacer. Si la espectadora es mujer, por supuesto,
Para Pilar también es doloroso cuando escucha los motivos por los que su hija no quiere ser madre... Es que, mientras crecíamos, muchas igual no hemos llegado a ver a nuestra madre como persona.
–E.LL.: Es que es así, literalmente. Yo no he sido madre, sigo siendo hija y sé que hasta que eres muy mayor no empiezas a pensar en tu madre como personas, en que no solo es tu madre, es alguien y algo le pasará por dentro.
–C.G.: Para mí, también era importante no pintar a Pilar como la víctima absoluta. Porque, realmente, ella forma parte de un engranaje y tebía la imagen de su madre como la que les unió a todos, la que les sostenía, pero ¿y a ella, quién la cuidada?
–E.LL.: Hay una cadena de mujeres que no sabemos quiénes son y qué han deseado a lo largo de sus vidas.
El papel de los hombres en ‘Un lugar común’ también es interesante. Por un lado, está el marido bienintencionado que no se entera de mucho, y, por otro, el hijo adolescente que está un poco desubicado.
–C.G.: Sí, me interesaba que fuera la hija la que tenía las cosas tan claras. Es la que expresa deseos más fuertes, la que tiene ganas de explotar y brillar y me doy cuenta de que eso nos ha pasado a muchas. En mi clase, por ejemplo, las niñas éramos las que teníamos el power. En cuanto al hijo, no ha encontrado aun su lugar, como se percibe en la escena del cumpleaños, aunque luego Pilar se da cuenta, escuchando tras la puerta, que tiene una especie de vida paralela. Claro, es que ella tampoco se ha sentado a preguntarle cómo está y qué desea. En general, hay una desconexión común entre los miembros de la familia. Y luego está el personaje del padre, o sea, del marido, que, aparentemente, es sensible, pero no se responsabiliza, evita el conflicto y le aterroriza tenerse que enfrentar a que quizá haya cosas en su casa que no están bien. Hay hombres que al no hacer nada también toman una decisión, y es por eso que muchas mujeres tiran adelante con todo.
–E.LL.: Sí, en general, en los padres suele haber cobardía o comodidad. Piensan ‘no me voy a meter en ese fregado, no vaya a ser que me salpique’.
Pero él ha tenido la oportunidad de reinventarse. Eso también ha sido así durante siglos, con las mujeres apoyando a los hombres para que tengan éxito o cumplan sus sueños.
–E.LL.: Lo vimos hace poco, ¿no?, cuando le entregaron la estrella de la fama al marido de Elsa Pataki, cuando le dio las gracias a su mujer por renunciar a sus sueños... Terrible...
“Quería reflejar que esas mujeres a las que hemos idealizado también pueden tener un momento de vulnerabilidad”
¿Celia y Eva piensan que, al igual que Pilar, una persona se puede reinventar a cualquier edad?
–E.LL.: ¡Yo lo hice! A los 32 dejé todo, mi trabajo, mi casa, mi ciudad, empecé a estudiar la carrera con chavales de 18 años y llegué a Madrid casi con 40. Así que si yo no creo en la reinvención... Claro que se puede, pero, eso sí, hay que tener una voluntad muy fuerte para hacerlo.
–C.G.: Creo que depende del contexto que tengas. Hay estructuras que, conforme vamos avanzando, nos van atando irremediablemente. Si tienes un piso que pagar o unos hijos a los que mantener, hay veces que o sucede una hecatombe como le pasa a Pilar, que la echan del trabajo de toda su vida, o reinventarse no es ni una posibilidad.
El final queda abierto, ¿qué dirían que le pasa a Pilar después de ese último plano?
–C.G.: Para mí, ese final es como un punto de partida; es el momento en el que ella elige ponerse en el centro. A partir de ahí la vida es muy complicada y puede pasar de todo.
–E.LL.: Siendo esto cine, me gustaría que la gente se identificara tanto que pensara su propio final, que empezara a fantasear y pensara qué haría en su lugar.