El escritor Ignacio Lloret (Barcelona, 1968) presentará su nueva novela el miércoles 11 de diciembre, a las 19.00 horas, en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés. En Llegaremos a la vez (Ediciones Eunate), el autor monta a los lectores en un tren para asistir a la gestación de “una historia de amor diferente” entre Nuria, que coge este transporte todas las semanas, y Razquin, el revisor de su línea. La atracción entre un hombre y una mujer, los peajes de la vida familiar o la hostilidad del mundo laboral son algunos de los temas que Lloret aborda en un texto en el que vuelve a experimentar con la estructura y la forma.

Desde un vagón de tren, el mundo, tanto el de fuera como el de dentro del compartimento, se ve de otra manera. Todo sucede a otro ritmo. Y, a veces, en ese espacio reducido se viven romances platónicos de miradas cruzadas, se escuchan historias personales que sería mejor no conocer, nacen amistades y, quizá, se fraguan atracciones que pueden ir a más. Algo así le pasa a Nuria, “una profesional muy solvente y valorada en su empresa”, que se desplaza todas las semanas en tren desde la ciudad en la que vive a la ciudad en la que trabaja. Un tipo de traslado que realizan todos los días millones de personas y que los angloparlantes resumen en una sola palabra: commuting. “No me he inspirado en nadie en particular, se trata de alguien con el que pueden identificarse muchas personas hoy en día”, comenta Ignacio Lloret, que en 2023 recibió el Premio de Novela Corta Ramiro Pinilla de Getxo de manos de un jurado formado por Matxalen Gaminde, Felipe Juaristi y Uxue Razquin. Estos destacaron que, aunque al principio el punto de partida de Llegaremos a la vez “puede parecer absurdo, el desarrollo de la trama atrapa al público hasta el punto de embarcarle en los trenes donde se mueven los personajes”. Además, el relato “sobresale por la construcción de los personajes, espacios y ambientes, bien entretejidos con el uso del tiempo narrativo”, agregaron los miembros del tribunal. Y Lloret reconoce que le hizo “mucha ilusión” porque “me lo concedió un conjunto de personas que no me conocían en absoluto”, y porque el premio “lleva el nombre de un gran autor”. 

Portada de la novela editada por Eunate. Cedida

En tiempos en los que parece que los libros se venden a peso, este volumen es breve. Apenas 133 páginas. “Estoy convencido de que los componentes formales, los relacionados con el ritmo, con la musicalidad y con la belleza del lenguaje, y que son los que más me interesan en literatura, solo provocan un efecto en el lector cuando el libro es breve”, defiende el escritor, al que la historia se le ocurrió, precisamente, durante un viaje en tren. “Observé el modo tan competente, serio y disciplinado con que el revisor realizaba su trabajo”, cuenta. Y, a partir de ahí, inventó la historia. Sin embargo, “yo ya sabía que no bastaba con situar la historia de manera superficial”, sino que “debía generar en el lector la sensación de ir en tren”.

Otro de los orígenes de la novela fue “mi curiosidad por saber qué atrae a las mujeres de los hombres, y, en concreto, qué atrae a Nuria del revisor Razquin”. Para descifrar la incógnita, Lloret decidió ponerse en el lugar de Nuria. La idea era “adoptar su perspectiva”, por eso se planteó “hacerlo usando la primera persona del singular”, pero “enseguida me di cuenta de que esa voz no funcionaba, no era creíble”. Así que comprendió que “necesitaba separar al narrador del personaje Nuria, es decir, que fuesen dos figuras diferentes”. Por eso optó, finalmente, por la tercera persona de un narrador omnisciente, lo que también le permitía “alejar a Razquin del lector”, dejándolo en “una especie de enigma que me interesaba”. Lo que sabemos de él es que es un hombre maduro, entregado a su trabajo, “pero despojado de ambición profesional”. “Es alguien a quien, quizá por eso, la compañía de ferrocarriles va degradando paulatinamente, asignándole servicios cada vez menos relevantes”. Entre este personaje y el de Nuria se irá tejiendo una historia de amor “diferente”, de un amor “sin sentimentalismos”. “Es una relación afectiva que prospera a base de atenciones, de detalles, de cortesías”, apunta Lloret, seguro de que en este libro ha “conseguido” un “equilibrio acertado entre lo argumental y lo formal, entre lo narrativo y lo contemplativo”.

Microcapítulos

Una cuarta parte de los capítulos de Llegaremos a la vez “son de carácter puramente estético, formal”. Se trata de “breves descripciones del paisaje o del tiempo meteorológico, de cosas que ve Nuria por la ventanilla”. Con ellas, el autor intenta “crear ritmo, musicalidad, belleza, contención de la acción” y también “esa sensación de movimiento del tren”. Asimismo, la estructura de microcapítulos, un total de 158, le posibilita “generar elipsis constantes, saltos continuos en el tiempo que convienen al avance de la trama”, y “introducir una buena cantidad de esos pasajes poéticos que hemos comentado”.

Aunque defiende que una novela “nunca surge ni debe partir de temas”, sí que introduce varios asuntos de fondo, como la ambición profesional, la hostilidad del mundo laboral o los peajes de la vida familiar, pero “quedan entre líneas”. “Estas son cuestiones en las que no necesito profundizar, me basta con sugerir”.

Entrando en el terreno de la ambición literaria, la del escritor barcelonés afincado en Navarra consiste en “escribir y publicar libros que reflejen mis inquietudes estéticas de la forma más certera posible”. Inquietudes que considera “inherentes a la condición de escritor”. Y está “muy orgulloso” del título que le ha dado a esta novela “porque encaja muy bien con el argumento, con el desarrollo y con el desenlace de la historia”, y porque, al mismo tiempo, “tiene un sonido muy bello”.