Hay muchas traviatas, una por director o directora, pero solo una producción de la ópera de Verdi lleva girando más de tres décadas por todo el mundo. Se trata de la propuesta del director de escena Henning Brockhaus, que estrenada en 1993 en Macerata (Italia), emplea un gran panel de espejos colocado en ángulo de 60 grados, de manera que entre lo que sucede en el escenario, su reflejo y los diversos fondos que proyectan, el espectador tiene la sensación de encontrarse en medio de un sueño. Esta semana, la conocida como La traviata de los espejos se representará en Pamplona de la mano de Fundación Baluarte, los días 31 de enero (19.30) y 2 de febrero (18.30), con las entradas agotadas. Además, por primera vez se permitirá el acceso al ensayo general (jueves día 29, 20.00 horas), concretamente a público menor de 30 años, que puede adquirir sus localidades a un precio de 12 euros.
Junto a Henning Brockhaus, responsable de la dirección de escena y de la iluminación, Perry So ejerce la dirección musical del montaje, en el que participan la Orquesta Sinfónica de Navarra y el Coro de la AGAO (a cargo de Javier Echarri). En el elenco principal, Nina Minasyan da vida a Violetta Valéry; Santiago Ballerini es Alfredo Germont, y Juan Jesús Rodríguez interpreta a Giorgio Germont. Tres voces navarras completan el reparto protagonista: Andrea Jiménez (Annina), Nerea Berraondo (Flora Bervoix) e Imanol Resano (Gastone - vizconde de Létonières). “Volvemos a apostar por el talento de aquí”, señala Ruben Jauquicoa, director gerente de Fundación Baluarte, para quien la obra original de Verdi fue cuando se estrenó, en 1853, una apuesta “innovadora y valiente”, habida cuenta de las estrictas normas y valores sociales de la época.
No hay que olvidar, en este sentido, que La traviata está inspirada en La dama de las camelias, de Alejandro Dumas hijo, que cuenta la historia de una joven cortesana parisina. “Verdi se atrevió a llevar a la ópera esta lucha por la libertad individual frente a las imposiciones sociales y los prejuicios”, agregó Jauquicoa, que encuentra este aspecto tremendamente actual. “Esta es una historia que dialoga con el mundo contemporáneo, con el presente”, y, a la vez, “sirve de puente hacia nuevos públicos”, ya que este es el espectáculo “con mejor acogida de la temporada”. Tanto es así, que casi un mes antes de las funciones ya se habían agotado las entradas. Entre esos nuevos espectadores también cita a los menores de 30 años, a quienes se dirige la nueva iniciativa de la fundación de abrir el ensayo general de esta tarde. “Ya hay 850 localidades vendidas y todavía se pueden adquirir; ojalá que sirva para descubrirles y ópera y se enganchen”.
Emociones y sueños
Italia, España, Estados Unidos, Corea del Sur, Japón, China, Australia... Desde su estreno, La traviata de los espejos ha viajado por todo el mundo “y en todos ha sido un acontecimiento”, destaca Henning Brockhaus, que apunta: “En los ocho últimos años la hemos hecho un mínimo de dos veces al año y no ha perdido su frescura en ningún momento”. El director de escena creó la escenografía original junto a Josef Svoboda, considerado uno de los grandes innovadores del teatro del siglo XX, fallecido en 2002. Y trabajaron con una premisa fundamental: ningún recurso debía ser realista.
"Intentamos contar la historia de La traviata de una manera onírica, como si fuera un sueño”, indica Brockhaus, que, gracias a ese lenguaje “pudimos poner en escena todo tipo de narrativas” y suspender elementos como el tiempo, ya que en el mundo de los sueños no existe. “Hacer esta obra hoy en día de la forma habitual es ridículo”, continúa el director de escena, que centró su propuesta en contar “lo que pasa en el interior de Violetta”, concibiendo el personaje “como un libro enorme lleno de cosas por descubrir”. Posteriormente, “se me ocurrió la idea, bastante espectacular, de los espejos”, que tuvo “un gran éxito” en su estreno en Macerata. Y es que, estos espejos se colocan en un ángulo de 60 grados, de manera que reflejan todo lo que sucede en escena, pero de una manera distinta.
“Verdi se atrevió a llevar a la ópera esta lucha por la libertad individual frente a las imposiciones sociales y los prejuicios; esta es una historia que dialoga con el mundo contemporáneo"
En su caso, Perry So, director musical de la ópera y titular de la OSN, se siente satisfecho con el trabajo desarrollado y por haber podido “descubrir tesoros” en la partitura de Verdi. “Es un viaje maravilloso que contiene todas las emociones”, señala, y alaba la labor de los músicos y de las voces de la AGAO, en una obra que "no es fácil para el coro". Por lo demás, dice haber empleado “herramientas orquestales bastante sencillas que bastan para transmitir la historia”.
Y Nina Minasyan, protagonista del espectáculo, reconoce que Violetta es un personaje “muy exigente” en una ópera muy popular, “quizá demasiado popular”, lo que “lo hace más difícil aun, ya que todo el mundo conoce la partitura”. “Todavía estoy en el proceso de creación; en este rol, es muy complicado reflejar el contraste de emociones que experimenta. No tiene fin”, añade la soprano, para la que disponer de tanto espacio en escena “me ayuda mucho porque Violetta tiene mucho carácter y moverme le va bien”. Como conclusión, la cantante recomienda esta producción a aquellas personas que quieran iniciarse en la ópera. “No hay posibilidad de que se aburran”, asegura.