Las futbolistas de Primera División están de huelga, porque no les conceden las condiciones y sueldos mínimos de cualquier otra profesión, y algunos clubes de la categoría se echan las manos a la cabeza con esas reivindicaciones, diciendo que no pueden afrontar el gasto. Y quizás algún club muy modesto tiene razón, pero en ese caso la solución sería sencilla: dejar su plaza a otros proyectos que sí puedan cubrir ese presupuesto. Porque la cosa tiene su miga: quiero tener un equipo en la máxima categoría, e incluso en Europa, con jugadoras profesionales, pero sin pagar lo que me cuestan -contratos (y sueldos) a media jornada, sin vacaciones pagadas, sin cobertura de bajas por lesiones o embarazos...-. Así da gusto: con ese modus operandi, lo mismo se puede tener un equipo en la Primera femenina que en la NBA o, ya puestos, una plantación de algodón en Louisiana.