Pues nada, como si no hubiera pasado exactamente un año desde la carrera inaugural de 2018, también en Qatar asistimos a otro duelo del campeón Márquez y Dovizioso... con el resultado consabido. Porque el guion bien se lo sabía el Profesor, como también apelan a Andrea.

Loasil no es un circuito que se dé bien especialmente a Honda. Pero sobre todo al que se le atraganta es a Marc, siempre con la eterna duda del neumático delantero, uno demasiado duro para que pueda rodar a su estilo y otro con un degradado excesivo, que no aguanta toda la carrera. Y en esas, bien sabía Andrea cuál iba a ser el desarrollo. Solo cabía esperar del de Honda un último ataque suicida, como así fue, y como ya se dio el año pasado en esta misma pista y se repetiría en Austria.

Y parece fácil. Pero hay que estar ahí, tener la sangre fría para no impedir por lo criminal ese hachazo de Marc en la última curva, confiando en una trazada mejor que permita desarrollar al máximo la aceleración de la Ducati y permitirle entrar así delante por la bandera a cuadros. Digna de un profesor. Pero aún así a punto estuvo Marc de pasarle por rebufo en la recta. Porque lo que sí hemos constatado en esta primera carrera es que las Honda han ganado unos cuantos kilómetros por hora en velocidad punta e incluso han estado por encima de los registros de las Ducati, tradicionalmente las motos más rápidas de la parrilla. Y esto puede ser crucial en muchas carreras de este Mundial, sobre todo en circuitos rápidos y largos donde antaño tanto sufrían.

Algo que por cierto en Yamaha no han encontrado como arreglar y han estado todo el fin de semana 10-15 kilómetros por hora por debajo. Y así es muy difícil tratar de triunfar en una competición tan larga. Esperemos equivocarnos.