Alfa Hogar, la empresa del Grupo Alfa dedicada a la fabricación de máquinas de coser, ha sido vendida a la compañía POESSA en una operación que desmantela un consorcio empresarial con un gran arraigo en Eibar y que dio empleo hasta a 1.600 trabajadores. Integrado en sus buenos momentos por trece firmas, en la actualidad tan solo sobrevive Mim Tech Alfa especializada en la producción de polvo de cerámica.

El comprador de Alfa Hogar, que adquirió la que fuera insignia del grupo vasco el pasado mes de junio, tiene en China una fábrica y un centro logístico en el que almacena artículos relacionados con la papelería y la pequeña electrónica que posteriormente distribuye entre sus clientes. En Euskadi, su oficina central se encuentra en Basauri y dispone de un almacén logístico en la localidad alavesa de Nanclares de Oca.

The Paper Office Equipment Spain ASS SA se ha hecho así con una firma que en el último lustro se reinventó para afrontar una situación adversa provocada, de un lado, por los cambios de hábitos de jóvenes que ya no usaban máquinas de coser y, de otro, por la obligación de abonar su deuda derivada de la salida del concurso de acreedores en el que había incurrido el Grupo Alfa, con una actividad diversificada.

Los resultados se visibilizaron el ejercicio pasado, cuando la firma facturó el doble que en el anterior 2019. Con un capital social de 1,5 millones y una plantilla de 18 personas, Alfa Hogar tiene hoy como administrador único a Li Chou Chih Hsieh.

Esta venta pone la puntilla al Grupo Alfa, al dejarlo reducido a su mínima expresión con una única firma actualmente en funcionamiento que lleva en su nombre una marca histórica en Eibar. Se trata de Mim Tech Alfa que, fundada en 2004, se ha especializado en el moldeo por inyección de polvos metálicos o cerámicos.

Es el vestigio de un fuerte grupo con gran arraigo en Eibar y empresas que eran gestionadas por la sociedad de carteras Alfalan, en la actualidad en propiedad de Ion Ander Buenetxea y Jorge Aguirrebeña aunque el impulsor de este conglomerado empresarial fue Enrique Treviño, quien logró salvarlo de un futuro incierto.

Sin embargo, en la última década Alfalan ha sido objeto de un movimiento que ha tenido como resultado el cambio de poder en la sociedad gestora de los activos del grupo empresarial. El inicio se encuentra en octubre de 2012, cuando se declaró el concurso de acreedores y el 21 de enero se aprobó el convenio de acreedores. Entre estas dos fechas, sin embargo, se procedió a realizar una operación denominada acordeón.

Este movimiento consiste en dejar a cero el capital de la empresa y, al mismo tiempo, ampliar este capital, y se suele aplicar cuando una empresa ha sufrido pérdidas en su cuenta de resultados y su patrimonio se ha reducido por debajo del mínimo legal por lo que, desde el punto de vista normativo, esta compañía debería liquidarse.

Para evitarlo, el capital se reduce a cero y se amplía en paralelo el capital social. El primer movimiento sanea su balance, mientras que el segundo logra captar nuevos recursos que le permite proseguir con su actividad.

En el caso de Alfalan, la ampliación de capital se estableció en cinco millones de euros y se abrió un periodo de 45 días para que los socios de la compañía ejercieran su derecho de adquisición preferente de participaciones, tal y como establece la ley.

La situación patrimonial de Alfalan estaba muy deteriorada y, dado lo arriesgado de esta decisión, ninguno de los socios compró participación alguna a fin de plazo, el 21 de marzo de 2014.

Entre tanto, el proceso del concurso de acreedores proseguía su trámite y el 21 de enero de 2014, antes de que finalizara el periodo de ampliación de capital por cinco millones de la operación acordeón, se aprobó el convenio de acreedores que evitaba la liquidación de Alfalan y establecía las cantidades que debía percibir cada acreedor.

Este acuerdo mejoraba sustancialmente la situación patrimonial de Alfalan por lo que sus gestores, Ion Ander Buenetxea y Jorge Aguirrebeña, decidieron que sería suficiente ampliar el capital en 60.000 euros, en lugar de los cinco millones iniciales. El 11 de diciembre de 2014 ambos desembolsaron inicialmente 15.000 euros y se hicieron con la propiedad de los activos y el patrimonio.

Esta gestión, sin embargo, ha generado suspicacias porque la oportunidad de presentar esta operación acordeón es muy dudosa, sobre todo en una sociedad que en esos momentos estaba en concurso de acreedores. De haberse aprobado el convenio con anterioridad a esta reducción y simultánea ampliación de capital, como finalmente ocurrió, Alfalan no correría el riesgo de liquidación y los antiguos socios podrían mantener sus participaciones y formar parte de la gestión de la sociedad de activos.

Sin embargo, la decisión de retirarse de una aportación de capital de, en un principio, cinco millones de euros les apartó de los órganos de decisión, aunque finalmente esta ampliación se redujo considerablemente a los 60.000 euros.

Al mismo tiempo, los actuales gestores de Alfalan iniciaron una negociación con la Sociedad de Capital Riesgo del Gobierno Vasco Socade, quien tenía un 4,75% de participaciones en Alfalan correspondientes a siete millones de euros. Tras haberse aprobado la operación acordeón, Ion Ander Buenetxea y Jorge Aguirrebeña se reunieron con representantes de Socade, quienes no estaban de acuerdo con esta reducción y ampliación de capital.

En esta cita se llegó a un acuerdo extrajudicial por el que Alfalan asumió la obligación del pago de tres millones de euros a la sociedad del Gobierno Vasco y, en contrapartida, Socade renunciaba a la opción de venta de su participación.

Existe un elemento más que añade complicación a los movimientos que vivió Alfalan entre 2012 y 2015 como es la venta de Industrias Gol pocos meses después de materializarse la operación acordeón. Esta firma del Grupo Alfa fue adquirida por la empresa coreana Global SM Tech Limited GSM por 22 millones de euros.

El cambio de propiedad no solo afectó a una compañía especializada en la estampación en frío que dispone de tres plantas en Europa y dedica el 97% de su producción al sector de la automoción, sino que se llevó por delante también la planta del Grupo Alfa en Rumanía Rumagol y la empresa Dinalot.

La mejora sustancial de la situación patrimonial de Alfalan fue lo que permitió una ampliación de capital muy inferior a la inicialmente prevista y que la propiedad de esta sociedad se encuentre en manos de Ion Ander Buenetxea y Jorge Aguirrebeña.