La sacudida de la invasión rusa de Ucrania no solo se nota en las gasolineras, en las fábricas y hasta en los supermercados navarros. Ha llegado también al medio rural, que estas semanas decide algunos de los cultivos de este verano. Y uno que en las dos últimas décadas había quedado casi arrinconado, podría regresar en 2022 con cierta fuerza, recuperando espacio y parcelas que hace muchos años que no frecuentaba

"Nos están llamando de muchas cooperativas del sur de Navarra, de la Zona Media y de Tierra Estella para preguntarnos por el girasol", dice Amaia Caballero, técnica de Intia, responsable de experimentación de cultivos extensivos de cereales y oleaginosos. Los agricultores preguntan sobre todo por aquellas variedades más rentables, que garantizan una mayor producción y que mejor se adaptan a cada tipo de suelo y clima.

Y lo hacen impulsados por la incertidumbre. El girasol se presenta como un valor seguro en tiempos de subidas de precios y costes disparados.

Ha sido la sorpresa de las últimas semanas El girasol fue parte del paisaje veraniego de Navarra, sobre todo a finales de los años 80 y primeros años 90. Las generosas subvenciones de Europa, que entonces llegaban a España en forma de caudal modernizador, impulsaron su siembra y su cultivo en zonas muy diversas, incluso donde ni el clima ni la tierra acompañaban en exceso.

Su flor, reluciente incluso en pleno agosto, destacaba entre los campos de cereal ya secos y recién cosechados. "Según nuestros registros -continúa Amaia Caballero- en Navarra llegó a a haber a primeros de los años 90 unas 24.000 hectáreas de girasol. A veces ni siquiera se llegaba a cosechar todo". Sembrarlos bastaba para cobrar la subvención de la PAC.

Pero los tiempos cambiaron. Las sucesivas reformas de la Política Agraria Común fueron primando cada vez más el aprovechamiento real de la superficie agrícola, por lo que el girasol comenzó a perder terreno. A finales de siglo quedaban ya menos de 15.000 hectáreas; eran poco más de 10.000 en el año 2001 y no tardaron en caer a la mitad.

Desde hace más de una década, en Navarra se cultivan entre 4.000 y 4.500 hectáreas de girasol, sobre todo en sus territorios naturales, algunos muy próximos a Pamplona, como el Valle de Eguës y el de Lizoain, el de Elorz, Unciti, Urroz y Zonas de Tierra Estella. Casi siempre en secano se emplea, sobre todo, como cultivo de rotación. "El girasol necesita un suelo profundo que enumera otras ventajas: "Ayuda a combatir las malas hierbas". o, que por sus características aguante bien las tormentas veraniegas, conservando el agua. Sus raíces son rectas y gruesas, por lo que en rotación con el cereal, explora otros lugares y consume distintos nutrientes", dice Caballero, que enumera otras ventajas: "Ayuda a combatir las malas hierbas".

Pese a que los datos de los últimos años muestran un leve incremento en la superficie cultivada, desde hace tres semanas las expectativas han dado un giro. Con los tanques rusos avanzando por Ucrania y destrozando ciudades, vidas e infraestructuras a su paso, el pánico ha corrido por los mercados de alimentos del mundo. Ucrania no solo es el granero de Europa, también uno de los principales exportadores de aceite de girasol del mundo: solo desde España se importan más de 300.000 toneladas.

La guerra amenaza además la temporada de siembra. Millones de personas han huido de sus casas, los puertos han cerrado y, como consecuencia de todo ello, el precio del aceite de girasol se ha duplicado en los supermercados y llega a superar los tres euros. Y lo mismo sucede en origen: la tonelada de pipas de girasol ha pasado en apenas unos meses de 300 a más de 700 euros la tonelada.

Ahora en regadío

Todo ello está terminando de animar a muchos agricultores, que barajan sembrar girasol como una alternativa al maíz, el cultivo por excelencia de las nuevas zonas regables de Navarra. Porque, si algo ha transformado en los últimos años el paisaje o incluso la propiedad de la tierra, es el Canal de Navarra que, con agua de Itoiz, riega ya más de 25.000 hectáreas. Casi una tercera parte se dedica a este cereal muy demandado por la industria, que sirve tanto para consumo humano como para alimentación animal y que, sin embargo, presenta algunos inconvenientes. Tanto su consumo de agua como de fertilizantes es muy superior al de girasol, por lo que, a pesar de su extraordinario rendimientos, hasta 10.000 kilos por hectárea, su rentabilidad es hoy inferior.

"Hay que tener en cuenta que los agricultores afrontan hoy los costes y que no saben cómo cobrarán cuando termine la cosecha", explica Caballero. Y los cortes directamente se han disparado. Por un lado el de la energía, que afecta a todos aquellos regadíos que funcionan por gravedad y necesitan energía extra. Por otr lado, los fertilizantes, que el maiz requiere además en abundancia. La tonelada de urea, uno de los más empleados, ha pasado de 300 euros a casi 1.000 euros.

"El maíz requiere además el doble de agua que el girasol, que es muy rústico y resistente", dice Caballero en relación a otra de las circunstancias que está ayudando a reintroducir el girasol y que en el sur de España supone un factor decisivo. Con una sequía ya recurrente el cultivo de otros cereales resulta ya casi inviable, por lo que las previsiones apuntan a que tanto en Andalucía como en Castilla y León, la superficie cultivada podría aumentar de manera considerable.

Las próximas semanas terminarán de definir las intenciones de los agricultores. La demanda de aceite de girasol es altísima y se ha trasladado incluso al aceite de oliva, cuyas ventas se han acelerado. "Lo hemos notado muchísimo y hemos subido algo precios", admite Pedro Luis González, presidente del Trujal Mendia de Arróniz. En su caso, son los consumidores quienes lo están demandando, pero también la industria se está moviendo para encontrar alternativas a un aceite de girasol presente hoy en multitud de platos elaborados, salsas y bollería, entre otros productos.

El mercado ha dibujado, por tanto, una oportunidad ante el alza de los carburantes. "El girasol en Navarra se suele sembrar a comienzos de abril, así que aún no sabemos qué va a suceder. Cuando nos pidan las semillas se podrá hacer una estimación de hectáreas", explica Amaia Caballero. Muchos todavía dudan entre un maíz con alta rentabilidad, pero elevados costes y una alternativa quizá menos rentable pero más segura. "Una vez que nace es casi verlo crecer", resumen en Intia.