José María Zabala, fundador de Zabala Innovation Consulting, suele definir con una frase la importancia de una inversión elevada y sostenida en I+D. “Los países que más dinero destinan no lo hacen porque son más ricos. Son más ricos porque han invertido más”. Apenas un juego de palabras, sí, pero también un mensaje inquietante sobre el futuro inmediato del tejido empresarial navarro y el tiempo perdido a lo largo casi de las dos últimas décadas.

Porque en relación a su PIB, Navarra invierte en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) prácticamente lo mismo que en 2006. Quince años más tarde, en 2021, empresas y administraciones de la Comunidad Foral destinaron el 1,76% del PIB, casi 390 millones de euros. Cifras que, pese a a ofrecer síntomas de mejoría en los dos últimos años, quedan lejos del viejo objetivo del 3%, fijado en su momento para 2010, postergado posteriormente hasta 2020 y marcado ahora como irrenunciable para 2030.

“La Ley Foral de Ciencia y Tecnología de 2018 ha hecho que este 3% deje de ser un objetivo político y se convierta en una obligación legal”, explica Francisco de Arístegui, director de Estudios para Servicios de Consultoría de Zabala Innovation Consulting. Una obligación que, además, cuenta con hitos intermedios que deben comenzar a cumplirse a partir de ya.

Algo comienza a percibirse ya. En lo que va de legislatura, el presupuesto público en innovación se ha incrementado un 20%. Y lo seguirá haciendo durante los próximos años, con el objetivo de ejercer de tracción para un sector privado que representa dos terceras partes del gasto total, pero donde escasean las grandes compañías con verdadera capacidad inversora.

Las cifras de Navarra acusan asimismo los duros recortes aplicados a partir de 2010. Los 389 millones invertidos en 2021 suponen apenas un millón de euros más que en 2009. Un periodo en el que la inflación ha crecido por tanto un 20%, con lo que, de haber evolucionado del mismo modo, la inversión debería haber crecido en unos 75 millones de euros.

Evolución de la innovación en Navarra, el Estado y la Unión Europea. J.A. Monreal

De hecho, el sector público y las universidades han incrementado su gasto en este periodo en apenas 15 millones de euros, a pasar de 120 a 135 millones de euros. Son las empresas las que han reducido, de 267 a 254 millones su apuesta innovadora. Recortes catastróficos para el empleo, que en los seis primeros años se cobraron más de un millar de empleos que todavía no se han recuperado. Los 5.511 empleos registrados en actividades de I+D en 2009 eran 5.300 a finales de 2021, último año del que existen datos.  

Los recortes aplicados han supuesto que la brecha innovadora entre Navarra y la Unión Europea se abra de manera significativa. Si entre 2004 y 2010, la Comunidad Foral invertía al mismo ritmo que la media, desde entonces una curva pica hacia abajo y la otra hacia arriba. Y no nos olvidemos de que “la Unión Europea en promedio, con un 2,20%, ya ha sido alcanzada por China (2,23%) y sigue por detrás de las grandes economías mundiales como EEUU (3,07%), Japón (3,24%), o Corea del Sur (4,64%)”, explican desde Zabala.

Los datos reflejan que, en lo que a innovación se refiere, la economía navarra se ha comportado de manera muy similar a la española. Una circunstancia previsible, pero no inevitable, como muestra el comportamiento de la CAV, que destina 380 millones de euros más a la I+D que en 2009, con 4.000 personas más trabajando en las mismas labores.

“Necesitamos más empresas innovadoras, que se apoyen en ecosistemas de innovación abierta que funcionen con eficacia y les aporten conocimiento avanzado que les permita seguir siendo competitivas globalmente”, explica Guillermo Dorronsoro, miembro del comité ejecutivo de Zabala, quien apuesta asimismo por transformar las entidades científico-tecnológicas, de tal manera que un mayor número de personas se vuelque en transferir ese conocimiento, en acercarlo a las empresas.

Apunte.

Apunte.

LA CLAVE

FOMENTAR LA I+D EMPRESARIAL

Más empresas. Navarra ya cuenta con las infraestructuras necesarias para innovar. Es, dicen los expertos, el momento de que las empresas hagan su parte. “Habría que poner mayor énfasis en promover la I+D empresarial, que haya más empresas que acometan de manera estable, y no puntual, proyectos de I+D+i, tanto individuales como sobre todo cooperativos”, dice Arístegui.