Por su propia naturaleza o por la receta aplicada, hay crisis económicas que duran toda una década y otras cuyas cicatrices se borran con rapidez. La que generaron hace ahora cinco años el coronavirus y el confinamiento es de estas últimas. Apenas un lustro después de un experimento inédito, que llevó la actividad a mínimo, Navarra no solo ha batido todos los registros de empleo, sino que crece con cierto vigor y recupera incluso posiciones en términos de riqueza por persona en el conjunto de regiones europeas. Una historia de éxito, sí, pero con matices algo más oscuros que, como siempre, solo aparecen atendiendo a los detalles.

A una crisis desconocida, una respuesta nueva. Con regulaciones de empleo temporales para proteger a los trabajadores, ayudas para empresas y autónomos, créditos ICO y, posteriormente, fondos de recuperación. En realidad, un esquema de gasto público clásico que, a costa de elevar el endeudamiento a nivel europeo, permitió proteger el empleo y, por tanto el consumo, espoleado asimismo por el ahorro embalsado en 2020 y 2021, así como por la espectacular recuperación del turismo. La economía, en suma, recuperó a partir de 2022 la tendencia positiva que marcaba antes de marzo de 2020. 

Protegida por su propia composición, la economía navarra se desplomó además algo menos que la media española en lo más agudo del confinamiento. Menos dependiente del turismo y la hostelería, el PIB cerró en 2020 con una caída del 8,3%, frente al 10,9%: Una ventaja de 2,6 puntos que se enjuagó en los dos años siguiente, marcados por la inflación y que supusieron asimismo un punto de inflexión. Tras la invasión de Ucrania y la recesión en Alemania, Navarra, que hasta 2019 avanzaba a mayor velocidad que la media, crece ahora menos: un 2,7% en 2020 frente al 3,2% de España.

Esta combinación de incremento en los ingresos fiscales, inversión pública y recuperación de los flujos migratorios –la población navarra crece únicamente por los miles de personas que llegan desde otros países, ha impulsado el mercado de trabajo y ha servido asimismo para reducir la deuda pública. Los 310.000 afiliados a la Seguridad Social suponen un máximo histórico, mientras que la tasa de paro es, según la Encuesta de Población Activa, la más baja de entre todas las comunidades. 

Desde que en febrero de 2022 se eliminaron prácticamente todas las restricciones se han creado unos 15.000 puestos de trabajo nuevos. Un ritmo más que aceptable, pero claramente inferior al que se registró en los tres años previos al covid (23.000 nuevos puestos de trabajo) o en los tres años previos al estallido de la crisis inmobiliaria de 2008 (28.000 nuevos ocupados). Y que queda también por debajo del que se registra en el conjunto de España. 

Mucho empleo público 

De hecho, en el último trienio, la creación de empleo en Navarra es más débil que la media en prácticamente todas las actividades, incluida la industria. Y solo el sector público, alimentado por unos ingresos fiscales de récord, sigue contratando a mayor velocidad que la media española. Desde la pandemia, el empleo ha crecido en casi un 20%, un ritmo tres veces superior al que registra el empleo privado. Con un desempleo estabilizado alrededor de las 30.000 personas, cerca de 46.000 trabajadores ya en el sector público y un volumen de pensionistas que va a seguir creciendo, cada vez más gente debe por tanto su nómina en Navarra a las diferentes administraciones. 

Se trata de un alza que no solo afecta a los servicios básicos, sino que se extiende a otros de rentabilidad mucho más dudosa, que no siempre se encuentra ligada a procesos transparentes de contratación y que, a largo plazo, causa dudas, tanto por su sostenibilidad como por el impacto que la Inteligencia Artificial puede generar en algunas labores administrativas. Humberto Bustince, catedrático de la Universidad Pública de Navarra, advertía en una entrevista en la Cámara de Comptos de que la IA “puede reducir en tres horas la carga de trabajo que ahora mismo se hace en una jornada de ocho"

Esta dinámica, es especialmente acusada en Navarra, donde tres actividades copan la generación de nuevos puestos de trabajo en los últimos años. Sanidad, educación y la propia administración pública han incorporado a 7.000 nuevos trabajadores en solo tres años, los mismos que la industria, la hostelería, la construcción y el comercio juntos.

Con la automoción, el metal y la maquinaria prácticamente estables, el ritmo de creación de empleo industria se ha sostenido en los últimos cinco años en las renovables (Nordex e Ingeteam han compensando la debilidad de Siemens Gamesa), en el sector farmacéutico (Cinfa y 3P, sobre todo) y especialmente en la industria agroalimentaria, que ronda ya los 17.000 ocupados tras incorporar a 3.000 personas.

De la mano del aumento de la población –España se encuentra ya al borde los 50 millones de personas– el sector incrementa todos los años ventas y facturación, tratando además de adaptarse a las nuevas demandas de los consumidores. Y se siente sobre todo en el sur de Navarra, con un eje del Ebro que, al margen de otras dificultades, es capaz de crecer en población y en actividad gracias, en buena medida a una industria de bajos salarios pero fuerte vinculación con el territorio.

Firmas como Apex o Elaborados Naturales, fundada en 2005, están recorriendo el camino que antes transitaron las empresas de congelados. En el caso de esta última, de la mano de Mercadona y apostando por productos de quinta gama, como tortillas de patata y platos preparados, alcanzó en 2024 una facturación de 171 millones de euros, casi el triple que en 2020. Cuenta ya con 720 empleados distribuidos en sus plantas de Funes, Corella y La Rioja. La recuperación del consumo y las mejores ventas de las cadenas de supermercados también están beneficiado, de rebote, a Exkal y Koxka, especializadas en muebles frigoríficos para lineales. 

Amenazada por diferentes frentes, y con BSH como principal foco de preocupación, la industria ha sido capaz en todo caso de sostenerse y crecer. No lo ha hecho así el comercio, un buen termómetro del dinamismo y de la profundidad del mercado de los diferentes territorios. En Navarra, el comercio pierde empleo en los últimos cinco años, una evolución que comparte con el envejecido noroeste de España, que es más acusada en Bizkaia y en Gipuzkoa y a la que no es ajena el envejecimiento de la población. El gasto cae con fuerza entre los mayores de 65 y 70 años.

Menos que en el conjunto de España crecen también actividades como la hostelería y la construcción, limitadas, según los propios empresarios, por la falta de mano de obra, especialmente en el caso de las empresas dedicadas a poner en pié edificios y obra pública. En este trienio avanzan entre tres y cuatro puntos menos que la media, si bien algunas de las empresas más potentes vinculadas a esta actividad (Saltoki, Viguetas y ACR, entre ellas) estän creciendo y dando pasos hacia una construcción industrializada que debe servir para crear un mayor valor añadido y paliar la escasez de trabajadores.

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Aún más clara es la diferencia en el caso del transporte y la logística, que avanza en Navarra a medio gas (+6%) si se compara con el conjunto del país (+13%). A la falta de chóferes, citada desde la patronal del transporte, hay que añadir “el progresivo aislamiento” en infraestructuras, en palabras de Javier Taberna, presidente de la Cámara de Comercio. El retraso de la Autovía entre Tudela y Soria, que habría abierto una nueva vía de gran capacidad con Madrid, está ralentizando por ejemplo el despegue de áreas logísticas en la Ribera.

La falta de volumen retrasa infraestructuras y lastra también el desarrollo de los servicios de alto valor añadido. Navarra es la segunda comunidad con mayor peso del empleo tecnológico, gracias en parte al peso de la automoción, pero más débil en tecnologías de la información y la comunicación, que crecen por debajo de la media. Actividades como la programación, la consultoría y la informática no parecen encontrar en Navarra un espacio abonado para su crecimiento.