Queda mucho camino por recorrer pero ninguno de los pasos dados hubiera sido posible sin los avances que se han dado en políticas de progreso e igualdad a lo largo de los últimos años en Navarra. Una lucha colectiva que, en la Comunidad foral, se concibe cada vez más como una materia prioritaria que incluso ha cristalizado desde la instituciones en un plan estratégico que persigue el empoderamiento de todas las mujeres y niñas bajo un prisma intersectorial. Es decir, herramientas para lograr una igualdad real en los centros de trabajo, en las escuelas, en las relaciones, en la sanidad, en los cuidados, en el acceso a la vivienda o en nuestro ocio, y que arropan a una sociedad de bienestar y progreso.

El trabajo que desde el INAI se realiza de la mano de diferentes instituciones y colectivos sociales (un tejido asociativo tan rico como dinámico y prueba de ello es la presencia en este foro de la Fundación IPES, la plataforma 8M o alianzas imprescindibles como las voces masculinas de Eriakiz) persigue también promover la participación activa de la mujer en el ámbito público y conseguir una igualdad real en la representación sociopolítica.

Navarra se posiciona a su vez en el conjunto del Estado con los mejores parámetros en la lucha a favor de la igualdad, para empezar porque es la que menor riesgo de pobreza y exclusión sufre gracias al escudo social, lo que no nos pueden hacer olvidar las brechas que todavía existen empezando por la laboral y la salarial que muestra que las mujeres todavía cobran un 27% menos. Para mejorar la brecha de conciliación se ha puesto en marcha el programa Pacto por los Cuidados en Navarra: poner en el centro el cuidado de la vida pasa ser un proyecto estratégico de la mano de instituciones y ayuntamientos para visibilizar, reconocer, compartir y redistribuir los cuidados cuyo peso recáe fundamentalmente en la mujer. También se ha creado en esta línea desde el INAI un servicio de asesoramiento jurídico laboral para empleadas del hogar.

No es un momento fácil para esta lucha, sin duda, y no precisamente porque haya diferentes corrientes en el movimiento feminista, diferentes formas de luchar contra el patriarcado y la opresión de la mujer desde la pluralidad de planteamientos. Recogiendo palabras de Patricia Amigot desde la UPNA, “cuando analizamos el orden social, el sistema socioeconómico, la dominación o los procesos de socialización de género hablamos de cuestiones muy complejas, y es lógico que haya perspectivas y propuestas teóricas diversas”. El problema es que nos hayamos inmersos en discursos antifeministas que pretenden inculcar miedo a quienes no entienden los cambios sociales. Voces que castigan en el ámbito social, económico o cultural, y desde altavoces políticos, a aquellas mujeres que representan un modelo de ser y estar en la sociedad diferente, y que no defienden otra cosa que tener las mismas oportunidades. Incluso voces que desde el sistema patriarcal propugnan un cambio de valores y de roles que creíamos superados.

Percepción del feminismo

La última encuesta sobre juventud en Navarra se refleja que mientras un 42,1% de las mujeres sostiene que las desigualdades son grandes o muy grandes, únicamente un 25,4% de los hombres coincide con esa valoración. A su vez, un 25% de las mujeres afirma haber sufrido alguna vez algún tipo de violencia (aislamiento de sus amistades, control, vejaciones y humillaciones o ha tenido miedo) por parte de su pareja, expareja o pretendiente. Es por ello que el discurso a favor de la igualdad debe entenderse como una conquista social e individual para todas y todos, una convivencia que mejora nuestras relaciones y nuestra calidad de vida. Y es necesario que cale sobre todo entre los grupos más jóvenes, que son precisamente los que menos parecen entender estos avances, tal y como señala una reciente encuesta a nivel estatal, pero también los más manipulables, por ejemplo, en redes sociales. En todo caso un chequeo de la sociedad que a través del CIS retrata también una realidad mucho más profunda que demuestra que las mujeres dedican casi siete horas al cuidado de los hijos, el doble que los hombres. Hay más brechas como la digital y la presión que la tecnología y las redes sociales ejercen sobre los estereotipos de género y que generan también mucha incertidumbre entre los jóvenes. O la alerta que existe ante el consumo masivo y precoz de porno que se convierte en una escuela de aprendizaje sexual de los adolescentes con lo que ello supone de sometimiento y erotización de la violencia. Los programas preventivos de apoyo a adolescentes en municipios como el proyecto Iguala van en la línea de mejorar las relaciones entre iguales. Y entre las medidas de protección contra la violencia destaca en Navarra la próxima apertura del Centro de Atención Integral a las violencias sexuales también llamado Centro de Crisis que se pondrá en marcha en este trimestre en Arrosadía.

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Imágenes del Foro Hiria sobre los desafíos actuales de las políticas feministas Javier Bergasa

Fruto precisamente de todo el trabajo realizado hasta ahora desde el INAI, en el campo de la docencia y desde el ámbito social, es la recién creada Cátedra de Estudios de Género y Feminista de la UPNA, un espacio de investigación y de interacción entre la universidad, el movimiento feminista, entidades sociales y profesionales.

Una sociedad que va entendiendo y normalizando cada vez más lo que hay detrás de términos como el consentimiento (caso Jenni Hermoso), las conductas micromachistas o el abuso de poder. Casos como La Manada no se interpretan con las mismas claves sociales (esta semana hemos conocido el documental de Netflix sobre el tema) porque aquella tormenta mediática sirvió, entre otras cosas, para cambiar muchas mentalidades en apenas seis años. Hemos aprendido a desarmar nuestros prejuicios y dar credibilidad a la víctima cuando dice No. Un cambio de paradigma acompañado de avances legales como la Ley del Si es Si que resitúa a la víctima en el centro de la violencia machista. La igualdad necesita transformaciones estructurales potentes, políticas sociales fuertes y dirigidas a toda la diversidad social (incluyendo movimiento LGTBI+), y cambios en nuestros esquemas de género. También es importante contar con referentes femeninos y masculinos a los que visibilizar más. Una lucha en la que no caben retrocesos y que exige unidad y firmeza.

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