Finalizada la primera parte del evento, se dio paso a la segunda mesa de debate, titulada “La cultura en Navarra”. En esta sesión, se abordaron los principales retos, las oportunidades y las claves para fortalecer el panorama cultural de la comunidad. Para ello, participaron destacados profesionales del sector, quienes compartieron sus experiencias y visiones sobre la evolución y el futuro de la cultura en Navarra.

La mesa estuvo formada por Rubén Jauquicoa, director gerente de Fundación Baluarte y Orquesta Sinfónica de NavarraAnselmo Pinilla, director y programador cultural de Navarra Sur Festival y Estaciones SonorasLaida Aldaz, directora del Festival Zinetika y codirectora de La Faktoria Choreographic Center; y Mikel Belascoain, artista plástico y director de cine documental. La conversación estuvo moderada por Fernando Urra, responsable de Comunicación de Fundación Caja Navarra.

A lo largo del debate, los participantes reflexionaron sobre los desafíos y oportunidades que enfrenta la cultura en Navarra, poniendo énfasis en la importancia de la colaboración entre instituciones y la necesidad de crear espacios accesibles para que la cultura llegue a todos los rincones de la sociedad. La mesa se destacó por su dinamismo y participación activa, con intervenciones que ofrecieron una visión amplia y enriquecedora sobre el panorama cultural navarro.

Impacto en la identidad colectiva

Mikel Belascoain, artista plástico y director de cine documental, ofreció una profunda reflexión sobre el impacto de la cultura en la sociedad, subrayando su rol esencial en la construcción de la identidad colectiva. Según Belascoain, “hablar del impacto de la cultura desde hace 20.000 años hasta la actualidad es, básicamente, hablar del impacto del humanismo y de la generación de vida aquí en Navarra y en cualquier otro lugar”. Sin embargo, cuestionó cómo se justifica este impacto en un contexto en el que todo debe medirse con cifras y datos, reconociendo que “lo público necesita tener datos para justificar por qué hay dinero público ahí, pero realmente todo eso está un poco invisibilizado”.

A pesar de las dificultades para medir el impacto cultural de forma objetiva, Belascoain confía en que la sociedad sí percibe ese impacto de manera más subjetiva. Como ejemplo, recordó cómo actos culturales sencillos, como escuchar un disco en su juventud o recibir un libro de su abuela, “han conferido nuestra personalidad y nuestro lugar en el mundo”. De este modo, defendió la cultura como algo intrínseco al ser humano, algo que, a pesar de los avances tecnológicos como la inteligencia artificial, perdurará: “Si lleva 20.000 años, va a continuar”.

El creador también reflexionó sobre el esfuerzo inherente a la creación artística, no solo en términos económicos, sino también en lo que respecta al tiempo y la dedicación personal. Consideró que “la vida cuesta” y que, en lugar de victimizar al creador, hay que aceptar que “si decides abrir un manantial y dejas que salga el agua, esa decisión tiene riesgo”. Finalmente, Belascoain criticó la obsesión actual por medir la productividad y rentabilidad de todo, señalando que “la estructura de los procesos va muchísimo más allá de eso”.

Innovación y sostenibilidad

Laida Aldaz, directora del Festival Zinetika y codirectora de La Faktoria Choreographic Center, destacó la precariedad de la profesión artística. “No se trata de victimizarnos, pero sí de dejar constancia de que es una profesión precaria”, afirmó, señalando que esto obliga a los creadores a asumir tareas ajenas a su labor.

Tras 23 años fuera, al volver a Navarra se propuso “observar qué falta en el territorio e intentar aportar cosas diferentes que no existían y que podían ser interesantes”. Así nacieron un festival de cine, danza y nuevas tecnologías y un centro de educación en danza contemporánea. No obstante, advirtió que “para crear hace falta dinero”, lo que la llevó a enfrentarse con los retos económicos del sector.

Echó en falta la presencia de representantes políticos y económicos en estos debates, ya que “los artistas y gestores tenemos la fuerza para sacar adelante proyectos, pero nos encontramos con un tope” marcado por leyes y fiscalidad. Subrayó que es fundamental que “políticos y economistas entiendan nuestro valor y el valor de lo que hacemos”.

También lamentó la falta de apoyo a la innovación en Navarra. “Cuando alguien viene con una idea arriesgada, me encuentro con la respuesta ‘eso nunca se ha hecho’. Precisamente porque nunca se ha hecho, hay que hacerlo”.

Finalmente, criticó el sistema de subvenciones anuales, que considera insostenible. “En otros países, las ayudas son trianuales o a cinco años. Aquí cada año hay que presentar varias solicitudes y justificaciones”. Para ella, esta burocracia resta tiempo a la creación y debilita los proyectos a largo plazo. “Los proyectos sostenibles necesitan apoyo sostenido”. Su conclusión se resumió en dos conceptos: “riesgo y sostenibilidad”.

Compromiso del sector público

Rubén Jauquicoa, director gerente de Fundación Baluarte-Orquesta Sinfónica de Navarra, reconoció la estabilidad que ofrece el sector público, pero también la rigidez de sus estructuras. “Nuestro compromiso es generar cohesión social, crear comunidad y establecer alianzas con el sector cultural. Debemos atender las necesidades que presenta el territorio”.

Destacó que el reto de lo público es atender el territorio y fortalecer el tejido social, cultural y educativo en colaboración con el sector. “Las programaciones han cambiado. Ya no solo nos fijamos en la excelencia artística o en los grandes nombres, sino en el impacto social y territorial”. Y puntualizó en la importancia de trabajar proyectos con los colectivos más desfavorecidos.

También abordó la necesidad de justificar la inversión pública en cultura. Aun así, defendió que la cultura tiene un impacto más allá de lo económico. “Trabajamos con centros educativos, colectivos sociales y la comunidad migrante para medir nuestro impacto y reforzar la conexión entre cultura y sociedad”.

Concluyó subrayando la responsabilidad del sector público en garantizar que la cultura llegue a toda la sociedad. “Ese es nuestro compromiso”.

De proyecto local a referente nacional

Anselmo Pinilla, director y programador cultural de Navarra Sur Festival y Estaciones Sonoras, compartió su experiencia sobre cómo la cultura ha transformado a Cascante. Con una formación ajena a las artes, Pinilla llegó al mundo de la música por pura pasión. En 2012, lanzó el ciclo Estaciones Sonoras, que con el paso de los años se ha convertido en un referente cultural a nivel estatal.

El impacto de este ciclo ha superado las expectativas iniciales. Pinilla remarcó que, aunque al principio eran solo cinco personas organizando el evento, actualmente más de 30 colaboradores desinteresados forman parte del proyecto. “La gente se siente más feliz viviendo en su pueblo porque la cultura ha transformado sus vidas”, explicó, destacando cómo la iniciativa ha revitalizado la vida cultural de Cascante. A pesar de las dificultades, el ciclo ha fomentado un orgullo local palpable, y Pinilla añadió que “el verdadero impacto de Estaciones Sonoras ha sido social, no solo económico”. De hecho, el festival atrae a artistas de renombre como Amaral o Love of Lesbian, quienes eligen el evento por su ambiente cercano y personal, lejos del enfoque industrial de los grandes festivales.

La intergeneracionalidad es otro de los valores clave del festival. Pinilla destacó que “la cultura nos hace felices, es transversal y no entiende de edades”, y mencionó con orgullo cómo personas de todas las generaciones participan y disfrutan del evento. Aunque al principio hubo dificultades debido a la falta de infraestructuras y a la desconfianza hacia los proyectos rurales, el apoyo de la Fundación Caja Navarra ha sido crucial para consolidar Estaciones Sonoras. En sus propias palabras, “hemos demostrado que desde lo rural también se puede generar un impacto cultural significativo”.