El 2 de abril de 1992, un accidente de tráfico segaba la vida de Juan Gómez, Juanito, exfutbolista del Real Madrid y entrenador del Mérida. Conducía el coche el preparador físico del Mérida y volvían de ver el Real Madrid-Torino (2-1), cuando se toparon, sin poder esquivar, con unos troncos que habían caído de un camión...

Juanito nació en Fuengirola (Málaga, 10.11.1954) y desarrolló casi toda su carrera profesional en el Real Madrid (474 partidos, 153 goles, cuatro Ligas, dos Copas de la UEFA), en el que marcó una época, y en la selección absoluta (34 partidos, 8 goles), aunque se despidió del fútbol con la camiseta del Málaga.

De Juanito se pueden contar casi tantas cosas buenas como malas, y en ambos casos producto de su fortísimo carácter, ese que, según él mismo reconocía, le impidió convertirse "en uno de los grandes". Un tipo simpático y buena gente que cuando entraba al campo se convertía en un futbolista agresivo y maleducado. Idolatrado en el Bernabéu, su figura menuda era objeto de las iras en todo campo al que iba, hasta el punto de que unos aficionados rojillos se tomaron la molestia (y el gasto) de soltar en El Sadar un gorrín vestido de blanco y con el número 7 en una visita del Real Madrid.

Capaz de echarse al equipo a las espaldas siempre que lo veía en apuros y de insuflarle su inagotable afán de lucha, cometió también excesos que pagó caros: la UEFA le suspendió en 1978 por hacer un corte de mangas a un árbitro, y con cinco en la temporada 1986/87 por pisarle la cabeza a Lothar Matthaeus, del Bayern de Múnich. En ambas ocasiones, y eso le honra, su arrepentimiento fue instantáneo, sincero y espontáneo porque, como conviene explicar al hablar de él, ni era un chulo ni era una mala persona.

Para el anecdotario queda la ocasión en la que visitó los Sanfermines con un amigo de Berbinzana y el futbolista rojillo Enrique Martín Monreal, y cómo repartió saludos en la grada de la Plaza de Toros y aguantó como un campeón las bromas de los más movidos. A su muerte, Martín comentaba: "Fuera del campo era un tío fenomenal. Pero después de esos Sanfermines fuimos al Bernabéu y se portó muy mal con nostros durante el partido. Dentro del campo no conocía a nadie...".