pamplona - Después de 16 jornadas, el Iruña asaltó el liderato al conseguir el domingo la séptima victoria consecutiva. Una alegría para un Iruña siempre modesto que ha atravesado tiempos difíciles en los últimos meses y al que nadie le quita ahora mismo la felicidad de disfrutar del primer puesto.
El presidente del Iruña, Kiko Campos, está encantado con la situación, pero es realista. “Tras ganar el domingo y saber que la Peña Sport había perdido, la euforia entró en el vestuario, pero yo fui el que dije: chavales, aún quedan siete puntos para lograr la permanencia. Que nadie pierda el norte. Así que no tenemos ninguna obligación y para nosotros no sería una frustración acabar la Liga el tercero o el sexto, si ayudamos a algún chaval a que progrese y vaya al Promesas. Sólo queremos disfrutar del momento y seguir trabajando como hasta ahora”.
Reparte méritos entre la plantilla y el cuerpo técnico. “La gente habla de que estamos ahí gracias a la filialidad con Osasuna, pero no hay que restar méritos a nadie: ni a nuestros jugadores de antes, que están rindiendo a un nivel espectacular, ni a los que han venido, que tienen una calidad y un estado de forma excelente, ni a nuestros técnicos. Estamos encantados con todos, la plantilla es joven (22,7 años de media) y el mérito está en el vestuario, en esa confluencia de la calidad humana de los jugadores y el aliciente de los resultados, que hace que todo sea más fácil”.
La directiva paga una cena a la plantilla por cinco victorias seguidas y ya debe la segunda. “A este paso vamos a tener que habilitar una partida del presupuesto para cenas”, bromea el presidente, pero “las pagamos con mucho gusto, porque ahí también se hace vestuario”.
Una alegría que viene bien al club, que ha atravesado momentos delicados. “El Iruña es una carrera de relevos. Lo hemos pasado mal con el tema del juvenil y hay quien nos critica por la filialidad que firmamos con Osasuna. Pero hay que saber que el Iruña nace a partir del hijo del conserje de Osasuna, que siempre hemos sido convenidos de ellos. Esta decisión es arriesgada. En primer lugar, porque no podremos tener equipo en Liga Nacional juvenil, y en segundo, porque descenderíamos a Autonómica si baja el Promesas. Pero el Iruña es un club con pies de barro, sin instalaciones y necesita estabilidad. Si ha competido así desde hace 78 años, es por la implicación de mucha gente. Mi cometido aquí es que conmigo el club no desaparezca y para eso a veces hay que tomar decisiones que no son fáciles. La filialidad nos obligará a hacer alguna reestructuración en el plano deportivo y seguiremos adelante”.
la fase de ascenso, en el aire La duda que tiene el club es si el equipo de Tercera podrá jugar la fase de ascenso en el caso de acabar la Liga entre los cuatro primeros. Desde el seno del club, se cree que será muy difícil, aunque desde la Federación Española posponen la respuesta definitiva a conocer la situación real cuando se acerque el final de Liga, ya que en este momento las variables son muchas. En el club asumen cualquier decisión al respecto como un daño colateral. “Pase lo que pase, no nos van a quitar la ilusión y los chavales van a seguir divirtiéndose”.