pamplona - Pocos jugadores siguen en el fútbol aficionado pasados los 30 años. A partir de esa edad, cuando jugar sin dolor pasa ya a la historia y las recuperaciones de los partidos son más largas, los contratiempos sólo se superan con una fuerte dosis de ilusión. Y eso no le falta a Fernando Lumbreras, un futbolista que ha vivido su deporte como nadie. Sin embargo, un desgaste de grado 4 sobre 5 del cartílago de la rodilla le ha obligado a abandonar el fútbol de repente.

El pasado 27 de octubre jugó su último partido. Fue un derbi ante el Lourdes en Cintruénigo. Este joven jugador tudelano todavía está intentando asimilar la noticia que conoció hace unos días y que le impide realizar cualquier deporte relacionado con la rodilla. “Desde que jugaba en el Tarazona, como el equipo estaba con opciones de play off, forcé algo de isquio y por proteger esa zona se me ha ido cargando. Esta temporada, de hecho, entrenaba a medio gas y para jugar tenía que tomar algún analgésico. Finalmente me hice una resonancia y nada más verla los médicos me aconsejaron dejar el fútbol si no quería vivir con prótesis el resto de mi vida”.

Así que está intentando ordenar los sentimientos en su cabeza. “La sensación es rara. Sabía que esto se iba a acabar más pronto que tarde, porque tengo 34 años, pero que se acabe de golpe, y más cuando físicamente me encontraba bien y estaba jugando, es duro. Yo no he sido profesional, pero he ejercido como tal, cuidándome y saboreando cada entrenamiento, y ya en los últimos años, que eres más veterano, disfrutando de estar con los compañeros”. Y añade: “Es como en la vida, vas madurando y se ven las cosas de otra manera. He tenido suerte y en todos los equipos en los que he estado he jugado siempre. Cuando llegas a cierta edad, la recuperación cuesta más, y el tema de alimentación y los cuidados son mayores para rendir bien el domingo. Disfrutas más porque ves que se puede acabar pronto y lo valoras más. Es un cúmulo de sensaciones”.

Esta temporada había regresado a la Tercera navarra de la mano de Sergio Vázquez en el Cirbonero, tras cuatro años en el Tarazona y el Arnedo. “Conozco a Sergio y tenía una espina clavada de jugar con él, porque siempre ha mostrado mucho interés, y ahora me quedo con ese sabor amargo de no poder ayudarle a él y al equipo a ir hacia arriba”.

Arrastra la pena de no haber podido elegir el momento de su retirada. “Si hubiera tomado la decisión, lo tendría más asimilado, pero como hasta el domingo anterior he estado jugando (y castigando la pierna más de lo que debía y yo no lo sabía), la sensación es rara”.

Admite que para él, el fútbol es “una forma de vida”. Nació cuando su padre, José Mari Lumbreras, era profesional. “Lo he mamado desde pequeño, con mi padre. No he sido profesional, pero en todos los clubes en los que he estado, he disfrutado y he aprendido. Es una forma de vida apasionante, porque me gusta no sólo el partido, sino entrenar entre semana. Por eso da pena”.

EL ASCENSO CON EL TUDELANO Tras toda una vida jugando, le cuesta elegir el mejor momento. “No me gusta quedarme con sólo una cosa. He estado en muchos clubes y en todos muy bien, incluso en Arnedo, en un año difícil. Si me tengo que quedar con algo, tal vez con los tres años de Tarazona, pero por encima de todo, con el ascenso a Segunda B con el Tudelano, después de muchos varapalos, de años intentando el ascenso sin conseguirlo. Y lo logramos con mi padre de entrenador. Fue algo muy especial y muy grande”. Y tenía a su padre como entrenador, con quien ha compartido su pasión 24 horas. “Vivía con mi padre, trabajaba con él, era mi entrenador... Siempre ha sido una relación muy especial. Hemos vivido muchos momentos muy intensamente. Además, estábamos en el Tudelano y vivíamos en Tudela, por lo que tanto los halagos como las críticas te afectan el doble. Por suerte al final conseguimos el ascenso. Es el mejor recuerdo de muchos buenos”.

Mira al futuro, pero no se ve entrenando. “No me llama ser entrenador. Me gusta más estar cerca del jugador, igual me veo más siendo segundo. Tal vez llegue el día en que eche tanto de menos el fútbol que empiece a sacarle el carnet de entrenador, pero ahora mismo no es algo que me llame”. Lo que tiene claro es que no podrá dejar esa pasión por el fútbol de repente. Por ahora seguirá de cerca tanto al Cirbonero, su último equipo, como al Tudelano, al que entrena su padre. “Sí, eso seguro”. “Ahora tengo que mirar hacia delante, orgulloso de lo que uno ha hecho y de haber dado todo allí donde he estado”. Fernando Lumbreras ha dejado huella.

Fecha y lugar de nacimiento. 19-12-1984. Tudela.

Trabajo. Intersport Tudela.

Familia. Casado y padre de una niña de cuatro años.

Trayectoria. Ha jugado dos meses en el Cirbonero. La temporada pasada jugó en el Arnedo (Tercera riojana), y anteriormente estuvo tres años en el Tarazona (Tercera aragonesa), a punto de subir a Segunda B. Hasta entonces jugó una decena de años en el Tudelano, tras su paso un año por el Alavés B y dos por la Real Sociedad B. Se formó en la cantera del Tudelano y donde debutó en Tercera siendo todavía juvenil. “Este año volvía a la Tercera navarra con ilusión. Aunque en su día tuve que escuchar muchas cosas, me hacía ilusión volver a jugar en casa. Tengo la sensación de que el nivel de la Tercera es más alto ahora, con equipos como Txantrea, Huarte, Mutilvera... que juegan muy bien”.