Consigues el hito de meterte en la fase de grupos de la Liga de Campeones, que no es cosa fácil porque está reservada a 32 clubes, se supone que los mejores de Europa. Pero luego la cosa va mal –o va normal, porque hay mucho gran equipo por ahí y el tuyo no lo es–, te dan para el pelo en casi todas las seis jornadas de la liguilla y, de remate, como has acabado cuarto y último, se acaba tu aventura continental por esta temporada. A casa con el recado. Sí, esto es una elegía por los cuartos clasificados en la Champions, ésos que se quedan sin nada antes de Navidades, quizás injustamente, porque si los terceros van a la Liga Europa, ¿qué costaba hacerles un huequito en la Liga Conferencia? Y, si no es posible, unirlos con los cuartos de la fase de grupos de la Liga Europa, que sufren el mismo ostracismo, y organizar algo con ellos. Lo que sea. Pobres cuartos, parias del Viejo Continente, volviendo tan pronto a casa, derrotados y expulsados.