De cajón, Chivite
– Le ha costado, pero por fin María Chivite ha reconocido lo que sabe hasta quien no dedica un segundo de su vida a seguir la actualidad política. Hay muy pocas posibilidades tirando a ninguna de que la gobernabilidad de Navarra se aclare antes de las elecciones del 23 de julio. O sea, que hasta entonces (o más allá, depende de los números que salgan ese día), viviremos en un simulacro en bucle. Cada movimiento, cada encuentro, cada declaración no tendrán más motivo que seguir alimentando la necesidad de generar titulares, contratitulares y recontratitulares. Todo, con el riesgo de que se multiplique por ene el encabritamiento de quienes, desde la noche del 28 de mayo, tratan de actuar con la mejor de sus voluntades para que se repita un ejecutivo de lo que llamamos (y a mí cada vez me convence menos) “de progreso”. Y, sinceramente, después de lo del pasado sábado en la constitución de corporaciones municipales en la demarcación foral, los niveles de irritación suben como la espuma. También por lo del doble bloqueo, ojo, que aquí nadie es del todo inocente.
La otra mejilla
– Mi apuesta, sin embargo, es que, salvo que el PSN rompa la baraja al pito que toque Ferraz (no sería la primera ni la segunda vez), la sangre no va a llegar al río por el lado de EH Bildu. La coalición soberanista empieza a mostrarse seguidora de las enseñanzas evangélicas y, por un pragmatismo que han calcado y mejorado del PNV, parece estar dispuesta a poner la otra mejilla las veces que sean necesarias. Lo vimos en la comparecencia urbi et orbi de Arnaldo Otegi ayer. El de Elgoibar reservó cuatro quintas partes de sus bofetadas a acusar (en falso) al PNV de haber pactado con el PP… y, ostras Pedrín, con Vox, para evitar los gobiernos donde su lista había sido la (insuficientemente) más votada. También hubo alguna yoya al PSN por haber favorecido con descaro los gobiernos locales de UPN. Sin embargo, salvo que los amanuenses que nos mandan las transcripciones de los parlamentos del gran líder nos birlaran algo, no hubo el menor reproche a Pedro Sánchez.
Chitón
– Silencio absoluto de Otegi, después de que el todavía durmiente en Moncloa presumiera en una radio española de haber dejado a su coalición a dos velas en Iruña. No solo eso. Cogida la carrerilla, cual el santo que lleva su nombre de pila, negó tres veces que hubiera “gobernado con Bildu”. Incluso, mintiendo sin faltar a la verdad —toma paradoja—, dijo haber recibido más veces el respaldo del PP que el de los ahora se señalan como apestados con aspavientos. Y Arnaldo, chitón.