Me alegro por la victoria de Van Aert, que es un corredorazo. Llevaba mucho tiempo sin poder ganar, algo impensable en un corredor de su calidad y su velocidad, pero la dura caída de A Través de Flandes le dejó mal parado. Ha tenido que sufrir mucho el belga, acostumbrado como está a la victoria. El triunfo al esprint ha certificado su jerarquía. Además ha logrado vencer vestido con el maillot rojo de líder, una imagen que le viene muy bien a la Vuelta. Siempre es importante que ciclistas de ese nivel se subrayen en la carrera.
También me ha gustado su celebración, algo que empezamos a ver tiempo atrás. Ha desplegado de nuevo las alas. Es una muy buena noticia para él, pero también para el ciclismo porque es un corredor que siempre que puede da espectáculo. La etapa, además de la figura del belga, nos deja el gran esprint de Jon Aberasturi, que ha estado con los mejores, algo que no es nada fácil. Ha sido tercero.
Tiene un mérito enorme porque en los esprints hay que buscarse la vida si no estás en un equipo del WorldTour. Hemos asistido a otra etapa clásica. Una fuga consentida en la que han entrado dos corredores del Euskaltel-Euskadi (Maté e Isasa) y otros dos del Kern Pharma (Iribar y Ruiz). Es su pelea y lo que tienen que hacer. Buscan protagonismo y presencia televisiva. Maté es el líder de la montaña gracias a la fuga y Xabier Isasa, el que más ha resistido entre los escapados, se ha llevado la combatividad. Otro premio.
Por otro lado y visto cómo funcionan los esprints, si fuera de la organización trataría de italianizar el recorrido. Buscaría algún repecho en los últimos kilómetros para que el abanico de posibles candidatos a la victoria se abriera y que los equipos con velocistas no pudieran controlar con tanta comodidad los finales. Creo que un repecho serviría, pero es cierto que esa alternativa depende de la orografía de las llegadas.
*El autor es director deportivo del Eulen-Nuuk