Baldomero Barón Irigaray recordó aquel viaje muchas veces y llegó a contarlo en distintas ocasiones en la prensa local. La última, el 9 de abril de 2006, en un reportaje de Diario de Navarra sobre los ancianos residentes en La Meca; dos décadas atrás, en Navarra Hoy, rememoraba los nombres de quienes le acompañaban en aquella aventura. Con esos nombres, junto a los que proporcionó el diario La Voz de Navarra la víspera de la partida y algunos otros extraídos del semanario Trabajadores del mes junio de 1936, hemos podido elaborar una extensa lista. Pero antes contaremos algunos detalles sobre la Olimpiada y el viaje.

Más de 6.000 deportistas

Berlín había resultado elegida en el año 1931, en dura pugna con la Ciudad Condal, para albergar los Juegos Olímpicos del año 1936. Hitler llegó al poder en 1933 y para la celebración del evento deportivo ya había hecho gala de su salvaje carrera militarista y racista, proclamando la superioridad de la raza aria e iniciando la feroz persecución hacia el resto.

Las organizaciones de izquierdas y los sindicatos de muchos países fueron muy críticos con la organización de estos Juegos y llamaron al boicot internacional a través del Comité Internacional para la defensa del Espíritu Olímpico, organismo que eligió a España para organizar unas olimpiadas antifascistas y antiracistas, como alternativa a las de la Alemania nazi. Tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, el nuevo Gobierno de la República, junto a la Generalitat catalana, impulsó la Olimpiada popular.

En vísperas de las Olimpiada Popular, previstas entre el 19 y el 26 de julio, se anunciaba una participación que doblaba la de Berlín, adonde acudieron 3.900 deportistas. Por primera vez, las izquierdas se ponían de acuerdo en algo y organizaban un evento internacional de gran trascendencia.

Cartel de la Olimpiada Popular de Barcelona CEDIDA

En Navarra, el Comité Pro Olimpiada Popular publicó el 6 de junio de 1936 un manifiesto reivindicando el progreso, la libertad y la paz en el deporte, verdaderos ideales olímpicos, y realizando un llamamiento a la unión y participación de todos los deportistas en el evento. A lo largo del mes junio, el semanario Trabajadores fue informando sobre el programa, el calendario y las adhesiones a la causa. Patxi Fernández Orrio recordaba que “participaron todos los clubes navarros y se inscribieron todos los deportistas de alguna valía”.

Del estadio, a las barricadas

El 18 de julio de 1936, a las cinco de la tarde, el tren con destino Barcelona partía de la vieja estación de Pamplona rebosante de deportistas cargados con maletas y material deportivo (bicicletas, herramientas de pelota vasca…) y más lleno aún de ilusión ante la gran oportunidad de convivir y competir con atletas de todo el mundo. “El hacer un viaje de esta magnitud en aquella época y con todo pagado era un regalo maravilloso a esa edad”, dejó escrito en 1971 en El Norte Deportivo Patxi Fernández Orrio, uno de los fundadores del Club Natación Pamplona, que acudió a la estación a despedir a la expedición.

El tren no llegaba a su destino hasta el día siguiente a las siete de la mañana. Hacia las diez de la noche, al paso por Zaragoza, comenzaron a escucharse noticias de un golpe militar. Hitler había pretendido que los conspiradores españoles demoraran el golpe a mediados de agosto, cuando los Juegos Olímpicos de Berlín, que deberían constituir un éxito propagandístico del III Reich, hubieran terminado, dejando al Führer las manos libres en el campo de las relaciones internacionales, pero el levantamiento se produjo un mes antes de sus deseos.

El recibimiento de la expedición navarra en la Estación del Norte de Barcelona fue, como recordaría Baldomero Barón años después, “una ensalada de tiros (...) Me cogí a dos nadadores infantiles y los llevé a casa de un amigo que había trabajado en Pamplona y vivía en la calle Diputación. No sé ni cómo llegamos”. Allí pasaron tres jornadas hasta que el día 22 fueron trasladados al recinto ferial de Montjuic, donde se ofrecía comida y cama.

Olímpicos navarros.

El sábado 18 de julio aún había habido tiempo de ensayar los desfiles para la inauguración del evento deportivo. El domingo, las calles de Barcelona despertaron a tiros y explosiones. Uno de los atletas estadounidenses, Bernard Danchik, describió así la situación: “Hay fuego de rifles, pistolas y ametralladoras, y se escuchan bombas y morteros. Aquí no hacen las cosas a medias… Estamos encerrados en nuestro hotel, y cada vez que asomamos nuestras cabezas por las ventanas nos reciben con disparos. Finalmente nos permiten salir cuando las cosas están relativamente tranquilas. Vamos aquí y allá recogiendo balas y haciendo fotos. Esta hermosa ciudad es un desastre. Las iglesias están ardiendo por toda la ciudad”.

En Pamplona, aquel 19 de julio por la mañana grupos armados bajaron al Club Natación, sacaron del río a los bañistas y prohibieron el baño a las mujeres, advirtiendo que se imponía un nuevo orden moral. Un grupo de jóvenes que subía por el Labrit fue tiroteado por militares apostados en la esquina de Telefónica. Así relataba Patxi Fernández Orrio en El Norte Deportivo los acontecimientos: “El día 20 traté por todos los medios de comunicarme con los que habían salido para la Olimpiada; no hubo manera de hablar con ellos ni con el resto de España. La Telefónica estaba tomada militarmente y habían suprimido las comunicaciones. Nuestra ansiedad aumentó, así como la de los familiares de los participantes (...) Todo se derrumbó. El mundo se había vuelto loco”.

Mientras tanto, en las calles de Barcelona, ciudadanos y ciudadanas a las armas hacían retroceder a los militares, que fracasaron en su intento golpista.

Muchos de los deportistas extranjeros volvieron poco a poco a sus países, pero otros tantos fueron los primeros en ingresar en las Brigadas Internacionales en apoyo a la República.

No hemos logrado saber el número total de los deportistas navarros que formaban parte de aquella nutrida expedición. Algunos regresarían a Iruña al cabo de cinco años o muchos más; otros, nunca lo hicieron: murieron en el frente o fueron asesinados. He aquí una recopilación de algunas historias con nombre y apellido.

Xabier De Frutos Vida

(Iruña, 1909-Madrid, 1936). “Como jefe de la expedición marchaba Francisco Javier de Frutos Vida, el primer presidente del Club Natación”, relataba Patxi Fernandez Orrio. De Frutos era el Secretario del Comité Navarro Pro Olimpiada; de hecho, la dirección de la secretaría era la de su domicilio.

Xabier era licenciado en Derecho y estudiaba para la carrera de diplomático. Nacido en el seno de una familia burguesa, pronto abrazaría el comunismo, muy posiblemente por el afán de justicia y compromiso con los tiempos que le tocó vivir.

Fue uno de los fundadores del Club Natación Pamplona y su primer presidente. Entre sus múltiples aficiones, además del deporte, estaban la música, la arquitectura y, sobre todo, la pintura. Realizó ilustraciones para portadas de libros y revistas y participó en alguna exposición. Era también socio del Ateneo Navarro.

Referencias a la Olimpiada Popular de Barcelona en los periódicos de la época. 2 Un reportaje de Osasuna Memoria f Fotografías cedidas

Al poco de llegar a Barcelona su nombre aparece en los estatutos de fundación del PSUC, fechados el 23 de julio de 1936. De Frutos se alistó en los batallones que acudieron a Baleares para recuperar Mallorca a mediados de agosto. Los fascistas españoles reciben apoyo de sus homónimos italianos, que con el apoyo de la aviación derrotan a las fuerzas republicanas. De regreso a Barcelona, Xabier y otros vascos se trasladaron a Madrid. Allí organizó, junto al periodista pamplonés Vicente Lizarraga, afiliado a Izquierda Republicana, las Milicias Antifascistas Vascas –serían Capitán y Comandante respectivamente– para defender la capital de la República y, después, trasladarse a Bilbao para intentar liberarlo; sin embargo, Xabier moriría en el frente de Madrid, en la zona de la Casa de Campo, hacia el 20 de noviembre de 1936. Vicente, por su parte, que había estado ligado al deporte a través del CD Vasconia, fue detenido en Valencia al finalizar la guerra. Su viaje a Barcelona como periodista de la Agencia Febus acabaría mutando su trayectoria personal para convertirse en el militar que rindió Valencia al Ejército nacional. Abandonó definitivamente la cárcel en 1947.

Julio Sánchez Esquíroz

(Ezkabarte, 1902-Francia...) Encontramos su firma como presidente del Comité Navarro de la Olimpiada, con fecha 18 de julio, en el carnet de uno de los deportistas, Javier Alfaro. En el padrón consta como empleado y vecino de la calle Amaya, nº 9, donde vivía con dos hermanos y su madre, viuda.

Julio estaba afiliado al PSOE y a la UGT y pertenecía a la ejecutiva de ambas organizaciones. En 1934 había sido detenido por formar parte del comité de huelga de la Revolución de Octubre. No sabemos con seguridad si acudió a Barcelona, pero es lo más probable, teniendo en cuenta su cargo en la delegación navarra. Sí conocemos el dato de que su hermano Agustín fue detenido en julio y asesinado en noviembre y que tras la guerra se exilió en Francia, desde donde continuó ejerciendo en puestos de responsabilidad del partido. En Navarra fue condenado económicamente y al destierro por responsabilidad política.

Ángel Astiz Aranguren

(Pamplona, 1912-México, 2007). Trabajaba para La Voz de Navarra y el periódico Ahora de Madrid y viajaba a la Olimpiada en calidad de periodista y como delegado deportivo. Era aficionado a la natación y fue también fundador y directivo del Club Natación. Proveniente de una familia republicana, Ángel pertenecía al partido Acción Nacionalista Vasca (ANV). Mientras estaba en Barcelona con su hermano Alfonso, que también acudió a la Olimpiada, otro hermano, Enrique, abogado, fue asesinado en Pamplona.

En la capital catalana entró a formar parte de las milicias en el Batallón Carlo Roselli. Pasó por el campo de concentración Le Barcarès y de Francia marchó al exilio a México.

Fue expedientado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas de Navarra por su cargo de delegado para la Olimpiada Popular y sancionado con 2.000 pesetas por militancia nacionalista, por sus “concomitancias con los partidos socialista y comunista y la dedicación a la propaganda izquierdista”.

Alfonso Astiz Aranguren

(Pamplona, 1915-Madrid, 2005, aproximadamente). Tres años menor que su hermano Ángel, Alfonso acudió a Barcelona con 21 años para participar en pruebas de atletismo. Había intervenido junto a sus hermanos Enrique y Ángel en la fundación del Club Natación y, al igual que su hermana Petra, era maestro nacional, con plaza en Estella.

En un expediente del Archivo General de Navarra se le acusa de levantar el puño y cantar la Internacional en la manifestación del 1º de mayo de 1936. En otro expediente de 1939 del Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas a nombre de su hermano Ángel (la confusión de identidades es evidente y debería referirse a Alfonso), es inhabilitado en su plaza de maestro para diez años y cuatro meses y condenado al pago de 2.000 pesetas por pertenecer al PNV, “concomitante también de los partidos socialistas y comunistas”. Alfonso pertenecía a las Juventudes de Izquierda Republicana; sin embargo, en los documentos del Portal de Archivos Españoles (Pares) aparece una solicitud de suscripción a la revista Tierra, mar y aire del Partido Comunista.

El sueño olímpico de correr en las pistas de Montjuic se vio frustrado y se tornó en ansia por defender la libertad y los valores republicanos. Así, Alfonso se alistó en las Milicias para combatir en el Batallón Cultura. Más tarde se exiliaría en Francia, donde conoció el campo de Gurs. Regresó a España con su mujer y trabajó en la Empresa de Huarte.

Luciano Sádaba Urquía

(Pamplona, 1915-Madrid, 1942) Este pamplonés, hojalatero de profesión, vivía con sus padres, sus tres hermanos y una prima en la Calle Mayor, según indica el padrón municipal. A sus 20 años, formó parte del comité organizador de la Olimpiada junto a Xabier de Frutos, Patxi Fernández Orrio, Julio Sánchez, Jesús Monzón y, tal vez, Lizarraga.

Un mes antes de ir a Barcelona se había constituido la Asociación Juventud Deportiva (Casa de la Juventud) del Barrio de la Rotxapea, con Luciano como presidente y los hermanos Ángel y Francisco Herranz, Cruz Juániz, Candelario Olaverri y Guillermo Irigoyen en la Junta Directiva. El objetivo de esta asociación que formaba parte de la Unión de Juventudes Comunistas era “fomentar el deporte, la educación y la implantación del socialismo (sic)”.

Un tío suyo, Víctor Pascual, fue el promotor del ciclismo en Pamplona. Este viejo republicano regentaba la tienda Sporting Club Navarro en Amaya, 6; justo enfrente estaba el Socorro Rojo Internacional (SRI) y en el número 9 vivía Julio Sánchez, presidente del comité olímpico. Cuesta poco imaginar el trajín de compañeros comunistas de Luciano, como Firpo, Eduardo Maestro, directivo del Club Natación y del SRI, y los miembros del Comité que se movían en esa zona, y de allí hasta la Casa del Pueblo de la Calle Merced.

El itinerario de Luciano al llegar a Barcelona fue similar al de sus compañeros: frente de guerra como miliciano republicano, exilio a Francia, campos de concentración... Después, cruzaría el charco en barco rumbo a la República Dominicana y más tarde a Cuba. Desde allí participó en una operación del Partido Comunista para entrar clandestinamente en España y organizar la resistencia. No tuvieron suerte. Luciano fue detenido, encarcelado y condenado a muerte. El poeta Marcos Ana, con quien compartió celda en prisión, dedicó un estremecedor relato sobre sus últimas horas de vida. Fue fusilado en Madrid el 16 de diciembre de 1942, junto a otros seis compañeros.

Asun Sádaba, sobrina de Luciano, descubrió la verdadera historia de su tío en 2015, a los 76 años. Conserva un par de fotos de la familia Sádaba y en una de ellas aparece Luciano de niño-adolescente.

Baldomero Barón Irigaray

(Pamplona, 1910-2006). Baldomero formaba parte del grupo de amigos que fundó el Club Natación. Vivía en la pamplonesa Calle Jarauta con su madre y hermanos y antes del inicio de la guerra trabajaba como camarero del Iruña. Era aficionado a la natación y un gran saltador de trampolín. Tenía 26 años cuando acudió a la Olimpiada para competir en la modalidad de Saltos y como responsable de la sección infantil de natación.

Estaba afiliado a la UGT, si bien en 1986 declaró al diario Navarra Hoy su adscripción comunista. Según su familia, después de la guerra se confesaba anarquista.

Baldomero recordaba al periodista de Diario de Navarra en 1997 lo difíciles que fueron los primeros días en Barcelona: “Mira, los ciclistas se apañaban mejor porque vendían sus bicicletas; decían que se las habían robado y de esa manera sobrevivían, pero nosotros ¿qué íbamos a vender, el traje de baño?”. Contaba también que el Bar Tostadero era lugar de reunión y encuentro para los republicanos navarros y vascos en Barcelona al inicio de la guerra y a donde regresaban cuando estaban de permiso del frente.

Casa del Pueblo de Pamplona a Javier Alfaro para participar en la Olimpiada Popular de Barcelona. CEDIDA

Trabajó para el navarro Manuel Irujo, entonces ministro, y pasó un tiempo en el frente de guerra de Aragón, en la Brigada 43, en Transmisiones. Tras la derrota escapó a Francia, donde pasó por tres campos de concentración, entre ellos el de Gurs. Al regreso a Pamplona en 1941, cinco años después del aciago 18 de julio del 36, volvió al Club Natación, a la Junta, a las clases de natación, al compromiso político de izquierdas y a trabajar de camarero en el Café Noé, en las piscinas municipales... durante más de 30 años. Al fallecer, sus cenizas fueron arrojadas por su nieta, Elur, al río Arga, “donde siempre fue feliz”.

Manuel Labarta Miranda

Contaba con 17 años cuando cogió el tren a Barcelona. Era estudiante y vivía en la Calle Curia, 18, con su madre viuda y seis hermanos. Socio y nadador del Club Natación, participó en algunas competiciones. Su hermano José Luis, terminada ya la guerra, en noviembre de 1939, fue encarcelado.

Julio Martínez Peña

Era entonces un escolar de tan sólo 11 años y vivía con sus padres y dos hermanos en la Calle del Carmen, 34. Socio del Club, formaba parte del equipo infantil de natación junto a Alfaro y Puy. Su hermano Ramón huyó a zona republicana, pasó por un campo de concentración y terminó en el exilio.

Javier Alfaro González

(Pamplona, 1920-...). Su padre, Florencio Alfaro Zabalegui, notable personalidad de izquierdas de la capital y concejal del ayuntamiento de Pamplona por Izquierda Republicana, ocupó la vicepresidencia de Osasuna. Al poco de iniciarse la guerra, en el mes de agosto del 36, fue asesinado.

Resulta curioso advertir cómo el agua y la natación estuvieron muy presentes en la vida de los Alfaro. Florencio presentó la moción por la cual se municipalizó la empresa de Aguas Arteta, germen de lo que hoy es la Mancomunidad; Javier y sus hermanos, Rosario y José María, fueron nadadores del Club Natación; y, finalmente, el padre, tras ser asesinado –se cuenta– lo arrojaron al mar en Donostia.

Los Alfaro González eran ocho hermanos y hermanas que vivían, junto a sus padres, en el Paseo Sarasate, 24. Javier, estudiante, contaba con 16 años cuando viajó a Barcelona. El suyo es el único carnet de participante de las olimpiadas que hemos podido encontrar, publicado por Ángel García-Sanz en la biografía escrita sobre su padre. Coincidiendo con el relato de Barón, en ella Javier señalaba cómo estuvo refugiado, junto al nadador Puy, en casa de unos amigos. Pasados unos días, se unieron al resto de la expedición navarra que se encontraba en el pabellón nº 1 de Montjuic.

Frustrado el sueño olímpico, huyó a Bayona a finales de 1937 y desde allí pasó a Bilbao para reunirse con otro de sus hermanos, Luis, delegado del Gobierno Vasco. Más tarde volvería a Barcelona y en los últimos compases de la guerra fue herido en un bombardeo en Figueras. Su hermano José María falleció a consecuencia de las heridas en la batalla del Ebro.

Javier, por su parte, con otros miembros de su familia, cruzó nuevamente la frontera para recalar en el campo de concentración de Perpignan. Trabajó junto con la Resistencia durante la II Guerra Mundial y a su término volvió a España, donde fue detenido y conducido al campo de Miranda de Ebro.

Pasaría tres años en el Batallón de Trabajadores número 1 y hasta junio de 1945 en la Agrupación de Automovilismo para Servicios Especiales de Madrid.