pamplona. Y para combatir el frío no hay nada como poner en movimiento las piernas. Así lo debieron entender las 1.430 personas inscritas que decidieron, pese a las inclemencias del tiempo, calzarse las botas de monte y comenzar una caminata hacia la cima que protege a la Cuenca de Pamplona. A paso ligero, como requería la ocasión, los primeros en salir hacia Ezkaba iniciaron la marcha sobre las nueve de la mañana desde el Ayuntamiento.

La organización estableció un recorrido por el puente de Curtidores, parque del Runa, rotonda de Errotazar, Artica y subida al Fuerte. Eran visibles los gorros, las bufandas, los guantes y todo aquel complemento que sirviera para protegerse del intento frío que asomaba por las puertas de la ciudad. Grandes y pequeños entendieron bien que era necesario mantener un ritmo de ascensión constante. Los hubo que apenas necesitaron media hora para presentarse en la cima de Ezkaba; otros en cambio invirtieron algo más de tiempo, sobre todo algunos padres que tuvieron que subir a sus pequeños a hombros.

El barro fue el más pesado de los acompañantes al que tuvieron que hacer frente los caminantes. Las lluvias de las últimas jornadas dejaron varias zonas embarradas, lo que contribuyó a ralentizar la marcha en determinados momentos. Hubo muchos niños, aunque menos que en otras ediciones por culpa seguramente del frío.

Lo mejor para todos fue comprobar que al finalizar la subida la organización había establecido un punto de avituallamiento con el que reponer fuerzas. A base de caldicos, suculentos pinchos de txistorra y buen vino de la tierra los participantes fueron recobrando las energías necesarias para bajar de nuevo hacia el asfalto. No faltó de nada, como manifestó uno de los organizadores, José María Garísoain, Txumarra. "Hemos tenido una gran participación. Está claro que con otra meteorología la afluencia habría sido mayor, pero todos han acabado muy contentos". Es una marcha sin clasificaciones, ni dorsales ni tiempos de llegada. Basta con subir. Así ha sido siempre la filosofía de este evento, que ante todo quiere ser un punto de encuentro con el deporte en familia. En Anaitasuna ya están pensando en la vigésima edición. Y muchos de los participantes, también. Ezkaba seguirá ahí, a la espera.