Al menos 41 personas han muerto por la explosión que afectó el viernes a una mina de carbón de la provincia turca de Bartin, en el norte del país, según un nuevo balance de víctimas divulgado este sábado por el Gobierno.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha informado desde el lugar de los hechos, en Amasra, del rescate de un nuevo cadáver en las última horas y ha subrayado que ya se han abierto investigaciones para tratar de esclarecer lo ocurrido y determinar si hubo algún tipo de negligencia, según la agencia Anatolia.

Las autoridades no han desvelado aún posibles hipótesis de la explosión, que habría tenido su origen a uno 300 kilómetros de profundidad. Numerosos gobiernos y líderes extranjeros han expresado sus condolencias a las autoridades y al pueblo turcos por la tragedia, entre ellos los presidentes de Ucrania y de Rusia, Volodimir Zelenki y Vladimir Putin, respectivamente.

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, también se ha mostrado "apenado" por la "trágica perdida de vidas" derivada de este suceso y ha ofrecido sus condolencias a las familia de las víctimas.   

Investigados en redes sociales

De forma paralela, las autoridades turcas han abierto investigaciones sobre 12 personas por supuestamente "incitar al odio" en redes sociales con mensajes publicado a raíz del accidente en la mina. La Policía, que no ha aclarado el contenido, ha confirmado en Twitter que la unidad de ciberdelincuencia ya tiene identificados a los usuarios.

Erdogan ya instó el viernes a última hora a los ciudadanos a no "desinformar" en Internet sobre este siniestro, apenas un día después de que el Parlamento aprobase una controvertida ley que castigará con hasta tres años de cárcel la difusión de noticias falsas.

Escasas medidas de seguridad

La mina siniestrada pertenece a la empresa estatal Turkish Hard Coal Enterprises. Según el diario turco Evrensel, un informe del Tribunal de Cuentas ya indicó en 2019 que en este pozo se estaban registrando filtraciones de gas con riesgo de explosión.

Turquía es uno de los países del mundo con más accidentes en sus minas de carbón y lignito, que los sindicatos achacan a las escasas medidas de seguridad en un sector escasamente regulado y controlado.