un diez. Todo lo que sea prevención en cualquier ámbito, sanidad, educación, carreteras, es reflejo de una sociedad que progresa, de avance, de madurez y de responsabilidad política. El Gobierno de Navarra, en el área de Salud, está trabajando en esta línea en cuanto a la detección del cáncer de mama. No obstante, siempre se puede mejorar y, a veces, digo a veces, no es cuestión sólo de presupuestos, sino de forma y sensibilidad hacia un tema tan delicado como es el cáncer, como es el grupo humano que lo padece, las mujeres en este caso, y como es la zona (la Ribera) en la que tanto prolifera.

Conozco a bastantes mujeres de mi entorno, será porque me hago mayor y me acerco a la franja de edad en la que tomas más conciencia del problema, puesto que te toca más de cerca. Estas mujeres valientes se han enfrentado y han batallado contra esta epidemia porque, efectivamente, ha habido una prevención. ¿Por qué digo esto? Siempre me impactó la roulotte-autobús con el rótulo Prevención de Cáncer de Mama, que quedaba instalada en el parque más céntrico de Tudela. Allí donde todos los ciudadanos/as de Tudela y la comarca podíamos verlo a golpe de vista y reconocer a todas esas mujeres que se acercaban o guardaban fila, bien en la calle o bien en la residencia de ancianos, lugar muy apropiado también. ¡Ya lo creo! Nunca me pareció acertada la ubicación. Primero, indiscreta; puesto que atenta contra la intimidad de la mujer. ¿Qué narices le importa al público quién sube o baja del autobús? Cuando uno va a visitarse al hospital, ¿sabe a qué va cada paciente? Segundo, insensible. Ir a un reconocimiento de este tipo genera tensión y estrés. Siempre, en tu cabeza, surge la duda y la preocupación de si tendrás algo, y, además, es una prueba poco agradable, a veces incluso dolorosa, ya que para hacer la radiografía hay que aplastar la mama. En lugar de normalizar la situación, integrar y desdramatizar, con este autobús, desde mi punto de vista y mi experiencia, se consigue lo contrario. Máxime cuando tenemos un hospital comarcal, con unidad de Oncología, en el que, digo yo, ¿no habrá una salita pequeña en la que poder meter lo que cabe en esta tan apañada roulotte de Pin y Pon, con sus escaleritas, su mini-hall (caben dos sentadas y una de pie, como si nos conociéramos de toda la vida), su oficinita donde te hacen la entrevista personal, a la que te invitan a contestar o no? Más tarde, te indican pasar a los vestuario-cabinas para que te desnudes de cintura para arriba y esperes (prohibido entrar-radiación) a que te llamen para pasar a la maquinita que te fotografía tu posible o no tumor, mientras escuchas la entrevista personal de la mujer siguiente de la lista, no porque seas aldraguera o te interese su vida, sino por el reducido espacio y lo fino de las paredes de la móvil-home.

Al cabo de un ratito de estar desnuda en la espera ya te entra un poco de fresco y buscas con la mirada dentro del cubículo-vestuario una batita de esas que ponen cuando vas al hospital a hacerte una placa; pero, para tu sorpresa, no hay nada. Entonces dudas, pero al fin, te decides a ponerte de nuevo la camiseta, sólo la camiseta, por lo del frío -digo-, y tienes la mala suerte de que en ese momento se abre la puerta y una trabajadora que ya ha visitado a doce o más mujeres, y que posiblemente esté algo cansada, te dice con cierto tono de irritación: pero ¿aún no te has desvestido?

Cuando le vas a explicar que tenías un poco de frío, te apremia para que pases, digamos, al cuarto de estar-sala y te pongas en posición ante la máquina. La atención del personal, en general, correctísima. Entonces, te dicen: "Bueno, ya ha terminado. No tienes que esperar más. Si se viera algo raro, ya nos pondremos en contacto contigo para hacerte otra prueba". Adiós, adiós. Gracias.

A la salida, aún dolorida, te encuentras de bruces con ese compañero de clase que te caía fatal por grosero y machista, ése que no ves hace tiempo, y te dice: "¡Qué!… ¿De enseñar las tetas, eh?". Una vez más, esto en Pamplona no pasa. Y desde luego no me imagino ni con esfuerzo, otro autobús-roulotte en el que ponga: "Prevención cáncer de próstata", al que acudan los ciudadanos de Tudela y la Ribera mayores de 45 años, previa cita. Mejor acudimos todos al hospital ¿o no?

Entiendo también que por favorecer a las usuarias de los pueblos y evitarles el desplazamiento se podría ofertar opcionalmente la cita en el hospital o en el autobús estacionado en el pertinente centro de salud del correspondiente pueblo. Yo, desde luego, no me he sentido bien, ni como mujer, ni como ciudadana de la Comunidad de Navarra. Si no es mucho pedir... ¿Se podría mejorar?