tudela. El teatro que está a punto de inaugurarse lleva el nombre de uno de los más insignes músicos que ha dado Tudela, Joaquín Gaztambide Garbayo (compositor de la novena de Santa Ana), que murió el 18 de marzo de 1870. Pero si memorable fue su vida (ha sido más reconocido en el resto de España que en su propio pueblo) no lo fue menos el traslado de su cuerpo a la capital ribera en 1921 con la idea de construir un panteón que albergara sus restos. El 23 de diciembre de 1955 (34 años después) el también músico Fernando Remacha y su hermano médico José María Remacha abrieron su féretro y descubrieron unos tacones y un cuerpo de mujer. Durante 30 años se había estado homenajeando a una mujer anónima. A día de hoy aún no se sabe dónde están los restos de Joaquín Gaztambide.

homenajes La rocambolesca historia del cadáver de Gaztambide tiene su origen en el año 1920 en Madrid. Este insigne tudelano había sido enterrado en el cementerio Patriarcal de Madrid que se encontraba en un estado ruinoso. El Ayuntamiento madrileño iba a trasladar sus restos al cementerio de Hombres Ilustres pero el Consistorio de Tudela creyó que era el momento oportuno de traerlo a casa, construir el panteón que merecía y rendirle el homenaje que no había tenido.

El 17 de marzo de 1921 un gran desfile por las calles de Madrid despidió a Gaztambide, uno de los mejores compositores de zarzuela, incluso su cuerpo fue paseado por delante de varios teatros (Reina Victoria, Comedia y Zarzuela) y acompañado de escritores, músicos y literatos de Madrid, como Pedro Muñoz Seca que depositó una corona de flores sobre su ataúd que tenía una ventana de cristal a través de la cual se veía su rostro y su barba. Aunque había fallecido 50 años atrás el cadáver se conservaba bastante bien ya que el Museo Antropológico de Madrid lo había embalsamado tras extirparle el hígado una vez muerto por sus considerables proporciones.

Tras pasar la noche en una iglesia, fue cargado en el tren en el que llegó a Tudela el 18 de marzo, una fecha elegida para hacerla coincidir con el día de su muerte, acompañado del alcalde (Ruperto Cuadra) y autoridades como el diputado Méndez Vigo que hicieron el viaje con el ataúd. A su llegada, el cuerpo de bomberos lo depositó en la sala de espera de la estación donde habían creado una especie de velatorio y ellos fueron quienes lo vigilaron con música de Chopin hasta las 11.00 horas que se formó la comitiva que desde la estación le llevó a la catedral y al Ayuntamiento.

La procesión estaba formada por tanta gente que en aquella Tudela de 10.000 habitantes fue difícil que alguien no asistiera. Además de la corporación, diputados y cargos religiosos, marchaban también los familiares de Joaquín Gaztambide y detrás de ellos los bomberos, alumnos del colegio de huérfanos en fila de a dos, la casa de Misericordia, la policía, los serenos, los bomberos, guardia civil, banda de música, una representación del regimiento de Calatrava, representantes de la asociación de la prensa, el juez de instrucción y un sin número de instituciones y colectivos más.

En la catedral se le presentó ante Santa Ana para luego pasearlo por delante del Ayuntamiento hasta llevarlo a la plaza de Los Fueros donde a las 13.15 se le despidió y se llevó al cementerio. Muy acorde con el carácter tudelano, llama la atención que después de tanto preparativo y pompa se llegó al camposanto donde no había ningún panteón o nicho para enterrarlo por lo que la familia Garbayo debido ceder su capilla hasta que se construyera el mausoleo para su homenaje (razón única por lo que se había traído su cuerpo a Tudela).

descubrimiento Durante 34 años, la caja descansó en la capilla sin que nadie se preocupara del insigne tudelano hasta que el 23 de diciembre de 1955 la recién creada comisión para levantar el panteón (formada por el músico Fernando Remacha, el médico José María Remacha y el secretario del Ayuntamiento Esteban López de Goicoechea) decidieron, más que nada por curiosidad, abrir el ataúd para ver los restos.

Ante su sorpresa y la de los enterradores y curiosos que habían acudido, lo que iba a ser un trámite se convirtió en tema de polémica durante meses. En lugar del cuerpo de Gaztambide aparecieron los restos de unos zapatos de tacón que, tras un detenido análisis del médico, se dedujo que pertenecían a una mujer de avanzada edad de alrededor de 1,55 centímetros de estatura.

Ninguno de los presentes sabía qué hacer y se les pusieron los pelos de punta al pensar que podían haber construido un mausoleo a la memoria de un cuerpo que no era el del autor tudelano. Ante tal posibilidad, el grupo se transformó en comisión para investigar la desaparición de los restos de Gaztambide.

Desde ese día y durante bastante tiempo corrieron ríos de tinta tanto a nivel local como nacional y periódicos como ABC relataban a diario las peripecias de la investigación a cuyas dudas se añadió que los herederos de Joaquín Gaztambide señalaban que su cuerpo no había salido de Madrid y se encontraba sepultado con los restos de su mujer, Susana Aguader.

investigaciones Después de numerosas entrevistas y revisión de documentos se llegó a dos conclusiones: Que el cadáver de Gaztambide fue el que salió de Madrid y que el féretro destapado en Tudela es el que llevó los restos del compositor; testigos del traslado de 1921 así lo confirmaron. Pero, a tenor de lo hechos descubiertos, lo más extraño hubiera sido que no se produjera el extravío.

Los misterios comenzaron con el hecho de que el modelo de ataúd elegido en 1870 era el mismo que llegó a Tudela y que las sábanas que envolvían el cuerpo para amortajarlo fueron las que se colocaron en aquel año, además de encontrarse sales como las que vertió la funeraria en su entierro en Madrid. También se descubrió que la capilla donde se encontraba el músico hasta 1921 se derrumbó y había otros ocho cuerpos, por lo contrataron un guarda para velar el cadáver hasta que llegó la representación de Tudela. Fotografías de la época demostraron que la caja que salió del cementerio fue la misma que abrieron en Tudela en 1955.

Por otra parte, veinte años después de su llegada a la capital ribera, en 1941, los Garbayo movieron de nicho el ataúd de Gaztambide para colocar a otro familiar. Sin embargo, los enterradores aseguraron que colocaron una nota con la palabra "Gaztambide" para identificar la caja, con lo cual tampoco en ese momento se produjo la pérdida del cuerpo. Por último, hubo testigos que aseguraron que vieron su rostro en la caja en 1921 tanto en Madrid como en Tudela. Entonces ¿quién era la fallecida? ¿cómo se produjo el cambio? ¿dónde está Gaztambide? No hubo mausoleo y hasta ahora no hay respuestas.