tudela. Quienes miran sin pasión a la pobre tierra que se amontona en el cerro de Santa Bárbara pueden no comprender lo que significó y lo que se oculta bajo el peso de los siglos. El lugar era el más indicado para que numerosas culturas hayan nacido a su abrigo. No sólo formaba un promontorio natural desde el que divisar decenas de kilómetros a la redonda, sino que los tres ríos que pasaban cerca de él (Mediavilla, Queiles y Ebro), actuaban de foso. Su secuencia cronológica abarca, ininterrumpidamente, desde el siglo IX antes de Cristo hasta comienzos del siglo XVI, fecha tras la cual la ocupación será más puntual, transformándose primero en la ermita de Santa Bárbara (siglo XVII) y después en un fortín para la tercera guerra carlista (1872-1876).

Sus laderas fueron el núcleo de población de la medina islámica con la alcazaba en la parte más alta, que se reconvirtió en castillo tras la conquista cristiana. El castillo constaba de un núcleo fortificado y un amplio recinto amurallado, dentro del cual se ubicaba la Judería Nueva.

cuna de culturas Uno de los hallazgos más valiosos de las excavaciones llevadas a cabo en este lugar ha sido el cuerpo de un bebé fechado en el siglo VI antes de Cristo. Desde el siglo IX antes de Cristo los celtas ya poblaban este lugar de forma estable. Estos celtas, de la Edad de Hierro, eran sociedades dedicadas a una economía agrícola y ganadera y tras su abandono le siguieron romanos y visigodos. La conversión de Tudela en medina en el año 802 (se transformó en el centro económico, cultural y religioso de la zona al amparo de los Banu Qasi) hizo que se construyera una fortaleza que después se destruyó para alojar a los reconquistadores navarros. Las tropas cristianas de Alfonso I el Batallador, entraron en 1119 en una ciudad que ya se había rendido. El castillo pasó a manos de García Ramírez quedando definitivamente dentro del Reino de Navarra. A principios del siglo XIII, bajo el reinado de Sancho El Fuerte, la fortaleza desarrolló todas sus defensas para albergar al pueblo que iba creciendo a sus pies.

En el cerro se ha excavado en varios puntos, encontrando lienzos de hasta 10 metros de altura lo que da referencia de la relevancia de este enclave donde residieron algunos monarcas como el propio Sancho VII el Fuerte, Teobaldo II o Carlos III el Noble. Según descubrió el arqueólogo tudelano Juanjo Bienes en septiembre de 2001, durante la cruenta guerra civil que se vivió en Navarra a finales del siglo XV entre agramonteses (seguidores de Juan II) y beamonteses (favorables a su hijo, el príncipe de Viana), el foso del castillo fue excavado consiguiendo una mayor profundidad para aumentar su fortaleza e inexpugnabilidad. Tras la guerra con Castilla y Aragón, además de cortarse las torres de las fortalezas, se rellenaron los fosos. En el caso de Tudela se cubrió con arcilla y algo de tierra a lo que a finales del siglo XVI se añadió todo el escombro y la basura que depositaban los habitantes de la ciudad.

el castillo Desde el puente del Ebro (que tenía tres torreones), hasta Herrerías, y desde la calle Concarera hasta la Virgen de la Cabeza, una gran red de almenas, torres, murallas y pasajes que ocupaban 51.700 metros cuadrados sólo en el cerro de Santa Bárbara. Con el tiempo dejó de ser un lugar defensivo y de residencia para soldados para pasar a ser residencia real y contar con alcaide. De hecho, Sancho VII el Fuerte vivió sus últimos años mirando al Ebro por entre las almenas del que era su mejor castillo, y que llegó a tener en sus bodegas el depósito documental del reino hasta 1329, en que pasó a Estella. Después de unas décadas de abandono, entre 1388 y 1394, Carlos III realizó varios cambios, transformándolo de lugar defensivo en palacio real para lo que invirtió 25.000 libras y dio trabajo a gran parte de los artesanos que residían en Tudela, llegando también canteros desde Francia. Fue el momento de máximo esplendor de este lugar.

Tudela no rindió la ciudad en batalla a Castilla en septiembre de 1512 (podría haber soportado un largo asedio y acoso de artillería), sino que al ver tomada toda Navarra decidieron rendir el castillo, aunque su verdadera destrucción llegó en 1521, cuando los tudelanos lo pusieron a disposición de los nuevos reyes. Según el historiador Luis María Marín, en un principio sólo se desmochó la torre central y parte de las defensas, aunque la rebelión de la ciudad llevó a Castilla y Aragón a tomar otras medidas. En 1522 Carlos I de España y V de Alemania donó los materiales al pueblo que fueron empleados en realizar obras como el humilladero o la plaza de Los Fueros en 1651. En 1619, Bárbara Corella, mujer viuda y rica, obtuvo la licencia para construir una ermita aprovechando los restos que quedaban de la torre. Después sirvió como defensa contra los franceses en 1808 y en la tercera guerra carlista (1872) se acondicionaron los escasos restos de la torre central como fortín contra los carlistas. Nada se tocó hasta el año 1942. Entonces, motivados por el fervor religioso de la dictadura se decidió construir un monumento al Corazón de Jesús sobre los restos del fortín.

hallazgos

l Sello. En noviembre de 2001 se encontró en una excavación un sello perteneciente a Juan Fernández Eslava que estaba fechado en el siglo XV.

l Cerámica. En una excavación se encontraron valiosas piezas de cerámica que provenían de la época celta, si bien también se han encontrado romanas y visigodas.

l Cementerio. A menos de 500

metros del cerro de Santa Bárbara se encontró también el cementerio judío de El Palenque en 1998.

l Armas. En 1308 se hizo una relación de armas del castillo. Entre otras había 45 ballestas de distintos tipos, 9 cotas de malla, 7 cascos de hierro, 7 lanzas, 7 escudos grandes, 27 cajas con saetas y 7 hierros con sus anillos para

presos.