murieta. Las localidades afectadas por la plaga de la oruga lymantria dispar, más conocida en la Merindad como gardama, esperan que el departamento de Medio Ambiente tome cartas en el asunto y actúe de manera inminente para atajarla. Vecinos de los municipios afectados por esta plaga, que ataca a encinas y robles acabando con sus hojas, así como la Junta de la Sierra de Santiago de Lóquiz, se han puesto en contacto con el departamento para advertir de la situación. Desde Medio Ambiente no aclararon ayer qué medidas se tomarán y si se fumigará para acabar con estas orugas.
Fuentes del departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Navarra indicaron ayer a este periódico que "desde el departamento estamos estudiando este tema desde hace algunos días. Es una plaga más o menos común, que aparece cada cinco o seis años, así que es conocida. Es muy común en Andalucía".
Según ha podido saber este periódico, la fumigación debe analizarse bien ya que, si no se acomete cuidadosamente y previo estudio, puede afectar a otras especies necesarias para el ecosistema. Asimismo, esta medida, para que sea realmente efectiva, debe llevarse a cabo en un momento muy concreto del ciclo de estas orugas.
preocupación Desde los municipios afectados se espera que la actuación, sea cual sea, llegue cuanto antes para evitar el desastre ecológico. Desde el Ayuntamiento de Villamayor de Monjardín, su alcalde, Eugenio Barbarin, indicó que "tenemos constancia de que el departamento ya tiene conocimiento de ello. Me imagino que tendrán que actuar porque el monte da pena, aunque por lo visto tienen que estudiar bien cuándo y cómo es más propicio fumigar". Barbarin aseguró que la plaga "está haciendo estragos, es tremendo lo que se están comiendo, cientos de robadas. Si digo 30 hectáreas me quedo corto. Hay sitios en los que se han llevado por completo las hojas y afecta a los términos de todos los pueblos de alrededor, al nuestro de Villamayor y al de Urbiola, Olejua, etc".
Por su parte, en el Consistorio de Murieta, uno de los puntos más afectados, también han abordado el asunto. Juan José López Lana, representante de esta localidad en la Junta de la Sierra de Santiago de Lóquiz, organismo que gestiona los recursos de esta sierra, fue una de las primeras personas en dar la voz de alarma, al detectar que el monte presentaba una extraña tonalidad gris. Este integrante de la Junta de Lóquiz creyó en un primer momento que, por la sequía del invierno, los árboles no habían brotado aunque luego detectó la presencia de la oruga, por lo que dio aviso al departamento de Medio Ambiente.
En Murieta, los vecinos señalaron ayer que "el monte se ve verde y de pronto una mancha gris como si estuviera seco. Y además se está extendiendo muy rápido, en las dos últimas semanas se le ha visto avanzar mucho". Desde el Ayuntamiento de la localidad, uno de sus concejales, Ángel Luis Maeztu, indicó que "hay que tomar una decisión porque el monte está que da pena".
En otro de los municipios afectados, Igúzquiza, su alcalde, Salvador Garín, indicó que el Ayuntamiento no ha contactado de momento con el departamento, aunque el primer edil avanzó su intención de reunirse con los presidentes de los concejos que integran este Consistorio (Igúzquiza, Ázqueta, Labeaga y Urbiola) para abordar la situación y que se exponga qué puntos del monte están afectados en cada localidad.
urbasa, a salvo de momento Aunque la plaga se ha detectado en la falda de Montejurra y en la sierra de Lóquiz, muy próxima a Urbasa, en ésta última sierra la oruga no ha llegado. Técnicos del Parque Natural de Urbasa Andía señalaron ayer que "aquí no ha llegado porque esta plaga es más de los sitios mediterráneos, afecta a especies más mediterráneas como la encina. Aquí en Urbasa no hay de ese tipo de vegetación y, además, por cuestión de climatología y altitud, esta oruga no se desarrolla bien". Respecto al roble, estos técnicos de Urbasa indican que "hay distintos tipos, unos mediterráneos, otros más atlánticos y puede atacar al roble mediterráneo, al de transición".
Sobre el efecto de la oruga en los árboles, estos expertos relataron que "lo que hace es detenerle un poco el crecimiento. Si la oruga pegase cuatro años seguidos, por ejemplo, cosa que es muy improbable, a los árboles más débiles los podría llegar a matar".