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El 'tirorí-tirorí' del afilador

El 'tirorí-tirorí' del afilador

me corroe la duda: ¿Llueve cuando oímos el tiroriro-tiroriro del afilador o el afilador sale cuando llueve?. Ahí lo dejo. El caso es que la semana pasada ya nos rondaba la musiquilla y desde el lunes no ha parao de jarrear. Ayer, cuando iba para la oficina, me encontré con la moto del afilador aparcada al lado de la Misericordia. Él no estaba, pero en el vehículo bimotor había instalado un aparato que repetía automáticamente una grabación del tirorí-tirorí una y otra vez. Algo parecido a la megafonía de los carteles taurinos pero en sintonía de borrasca, ojito, no se alisen en pelo ni tiendan en la terraza la última lavadora porque se anuncian chubascos. Ya ves, las nuevas tecnologías aplicadas a los viejos oficios. Por no hablar de la optimización de recursos y personal. Porque si el señor que afila, pierde el rato tocando la mandanguilla que avisa de su presencia, en el momento que alguien requiere sus servicios tiene que dejar de tocar y, en ese caso, pierde potenciales clientes que, al no tener conocimiento de que se encuentra por los alrededores, no le dan un grito por el balcón con el cuchillo jamonero en la mano solicitando que se lo afilen porque ya no le sirve ni para extender la mantequilla en la tostada y hace semanas que en casa la cinta de lomo se la comen a bocaos y por turnos de edad ante la imposibilidad de filetearla. Este sencillo ejemplo de estoy en misa y repicando, osea afilo mientras tiroreo y doy aviso de que se ha pirao el anticiclón, podría impartirse a todo individuo con aspiraciones políticas. A ver, que es sencillo y práctico. No les pedimos un doctorado, ni siquiera una trayectoria profesional previa medio decente o una vida laboral de dos líneas. Solo apelamos al sentido común, a eso que ponemos en marcha todos en el plano personal cuando viene un albañil a desatascarte el lavabo y te comes las ganas de pedirle que, además, te instale un jacuzzi y un gimnasio con luces de neón en la despensa. A esa voz que te dice que para bajar la basura no hace falta que vaya toda la familia porque con uno sobra. Eso, aplicado a la gestión municipal, pone en entredicho la necesidad de un número de concejales de despendole para manejar cero euros, que es lo que nos ha quedao en la caja. Espero que, como el afilador, mientras nos dejan el tirorirorí-tirorí puesto dale que te pego todo el día, estén haciendo algo de provecho.