POR azares caprichosos en el devenir de la vida, el nuevo año me llevó en domingo radiante de luz a Sagüés, lugar de la Cendea de Cizur y origen de mi apellido. Había que comenzar por algún punto histórico-artístico de la geografía y del patrimonio de nuestro viejo Reyno para intentar cubrir, aunque sea solo en parte y con modestia, el lugar que en este periódico ha dejado tras una intensa década Fernando Hualde, navarro que, como pocos, ama y escribe Navarra. Para intentarlo cuento con el también pequeño aval de llevar veinte años toreando por territorio foral y contándolo con mucho cariño y con toda libertad en distintos medios del Grupo Noticias, y el ser licenciado y disponer de la suficiencia investigadora en Geografía e Historia por la Universidad de Navarra. Que la riqueza de nuestra tierra, la ilusión y el esfuerzo repartan suerte.
El lugar de Sagüés pertenece administrativamente a la Cendea de Cizur y, por tanto, al Partido Judicial y Merindad de Pamplona, ciudad de la que dista 7,5 kilómetros. Tiene una superficie de 2,42 km2. Geográficamente se sitúa en la comarca de la Cuenca de Pamplona y confina al norte con Gazólaz, al este con Guenduláin, al sur con Muru-Astráin y al oeste con Paternáin. El punto más alto del lugar se sitúa a 470 metros sobre el nivel del mar.
Está documentada ya desde el año 1100 y siguientes la existencia de Sagüés por posesiones en su término de la catedral de Pamplona, monasterio de Irache y Santa María de Roncesvalles.
El número de sagüestarras ha descrito una evolución poblacional de crecimiento hasta 1850 (80 habitantes), un descenso hasta 1890 (45), un repunte en 1910 (65) y otro largo y continuado descenso hasta 1986 (4). Desde la pasada década de los años 90, el lugar ha crecido con la construcción de nuevas viviendas de tipo residencial. Actualmente, la población de Sagüés supera los 30 habitantes.
Un auténtico placer para los sentidos abrir el año circundando a pie este lugar, perfecta atalaya para disfrutar y saber de la Cuenca de Pamplona en toda su extensión. Un festín de geografía distinguiendo con luminosa claridad las gemelas cumbres de Izaga e Higa de Monreal hacia el este y, camino del cementerio, donde el oeste te deleita la vista con un suave sfumatto, la cabecera de las tierras de Echauri. Y Erreniega, y Oskia... Todo Cuenca.
San Miguel y su retablo Entre las construcciones históricas de Sagüés, destaca la iglesia parroquial de San Miguel, que alberga un bellísimo retablo renacentista. La iglesia, bien restaurada a comienzos de los años 90 del pasado siglo, es un edificio protogótico de comienzos del siglo XIII que integra un pórtico de cantería en el lado sur, como lo hacen las iglesias vecinas de Gazólaz y Larraya. La planta dibuja tres tramos desiguales y una cabecera semicircular de tradición románica. Junto a la cabecera hay una capilla en el lado del Evangelio y un nicho por el de la Epístola, de forma que el conjunto asemeja un crucero. La techumbre la componen dos medios cañones apuntados sostenidos por fajones que a su vez descansan en pilastras o en ménsulas bilobuladas. La cabecera está enmarcada por un arco triunfal doble y está cubierta por una bóveda de horno. La capilla y nichos laterales están cubiertos con un medio cañón apuntado y un cañón simple.
En el siglo XVI se añadieron el coro y la sacristía, esta última adosada a la cabecera y que presenta una bóveda cuadrada cubierta con bóveda de crucería sobre ménsulas poligonales. En su interior, cuenta con un interesante conjunto de platería (cáliz bajorrenacentista, crismeras neoclásicas...).
El aspecto exterior de la iglesia es macizo, con muros de sillar irregular y el contundente jalón de cuatro contrafuertes y un paño saliente del muro, marcando los cinco tramos del pórtico. La cabecera semicircular esta dividida en tres paños por dos contrafuertes, abriéndose en el umbral una ventana románica de arco de medio punto baquetonado que descansa en pequeñas columnas de capiteles con volutas. La torre es un bloque prismático contundente que recuerda a un edificio-fortaleza y está reforzada por un doble contrafuerte. En el cuerpo de la torre destinado a las campanas se abren dos dobles huecos de medio punto hacia el sur y el oeste.
Otros elementos de la iglesia de Sagüés son el sotocoro, nicho donde está la pila bautismal medieval, y el púlpito de yeso decorado con motivos flamígeros (s. XVI).
Pero lo que realmente destaca de este edificio es el retablo que preside su cabecera y que data de 1547 (año que reza en una inscripción de su banco). Su ejecución se atribuye al francés Guillén de Oberón, vinculado al taller de Puente, y que también ejecutó los retablos de Larraya (desaparecido), Ubani, Arzoz, Otazu y Belascoáin. El retablo renacentista es calificado por la catedrática María Concepción García Gaínza en el Catálogo Monumental de Navarra como de "estilo expresivista, característico del segundo tercio del siglo XVI". El conjunto se asienta sobre un zócalo de piedra que alberga dos altorrelives dedicados a San Pedro y San Pablo. Luego, hacia arriba, la mazonería se dibuja recta y se divide en un banco con hornacinas, dos cuerpos con tres calles articuladas por pilastras y columnas en el centro y un ático entre columnas y aletones con niños, jinetes y monstruos. El conjunto es coronado por un frontón triangular y terminado lateralmente por sendos guardapolvos sostenidos por ángeles.
La iconografía del retablo la forman imágenes de bulto redondo. En el banco hay cajas que acogen a escenas del Santo Entierro y Resurrección, y los Evangelistas. En el primer cuerpo se suceden las figuras de Santa Bárbara y San Antón, la Virgen con el Niño y San Juan Bautista y San Bartolomé. El segundo cuerpo alberga en el centro al titular de la parroquia, San Miguel, y las tallas de Santa Quiteria, Santa Catalina, Santa Lucía y Santa Águeda. En los guardapolvos están representados San Cosme y San Damián y dos añadidas tallas barrocas de San José y San Francisco Javier. Y, rematando, el ático y su obligado Calvario.