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4.000 llamadas a Sos Esperanza

Mujer, 50 años y sola: perfil más habitual en las llamadas del Teléfono de la Esperanza

4.000 llamadas a Sos EsperanzaIBAN AGUINAGA

pamplona - "Teléfono de la Esperanza, ¿dígame?". Cerca de 4.000 llamadas comenzaron con esta frase el año pasado en Navarra, al responder cuando suena el 948 24 30 40. La pronuncian voluntarios como Susana Burusco, de 43 años, que trabaja en este servicio desde hace casi seis. Más mujeres que hombres, con una edad media de 50 años, es a grandes rasgos el perfil de las personas que se dirigen en busca de ayuda y esperanza a esta asociación, cuyas funciones van más allá de descolgar un teléfono, pero son desconocidas para la mayor parte del público.

Cuando Susana se planteó hacerse voluntaria, nunca pensó que terminaría en el Teléfono de la Esperanza. Quería separar su vida de su trabajo -es médica- por lo que decidió buscar voluntariados más allá de este ámbito. "Llegué aquí por casualidad, vine sin tener ni idea y pensando que mi labor iba a ser coger el teléfono. Pero me equivoqué. Hice un año de formación, porque hay que partir de la base de que para ayudar hay que estar bien", afirma.

Los cursos y talleres de los que habla Susana es esa parte menos visible del Teléfono de la Esperanza. Están destinados a la prevención de crisis o momentos de angustia y se dirigen a cualquier persona que busque mejorar su actitud o su salud emocional. "Son talleres que ayudan a prevenir y dan herramientas, porque lo principal no es ayudar al otro en un momento puntual sino enseñarle los recursos para que él solo busque su propia ayuda", señala la voluntaria. También a su sede de la Rochapea acuden regularmente varios psicólogos voluntarios para tratar casos especiales, derivados desde una llamada.

En este sentido, incide en que su labor a la hora de atender el teléfono se basa casi exclusivamente en realizar "una escucha adecuada y empática". "El objetivo no es dar una solución, para empezar porque la solución no existe, hay miles de soluciones. La idea es que esa persona encuentre su solución y generarle la máxima autonomía posible", destaca. Otros consejos que se aplica son no aconsejar, no utilizar tópicos, no juzgar y dejar que la conversación fluya porque no existen "frases estrella".

Las llamadas suelen durar aproximadamente 20 minutos, aunque no hay un tiempo establecido, y durante este primer contacto se busca "desangustiar a la persona que llama". "Sí que hay llamadas excepcionales de una hora, si ves que la persona está en una situación límite o la necesita, pero no son habituales", expone. Para poder afrontar situaciones emocionalmente duras considera que "no es sano crear vínculos" y tilda de "sorprendentes" las llamadas que en muchas ocasiones reciben a modo de agradecimiento.

la actitud como clave Los problemas que provocan que la gente se vea abocada a descolgar el teléfono y buscar consuelo y esperanza tienen que ver con relaciones personales, con las dificultades a la hora de relacionarnos con los demás en diferentes ámbitos. "Pueden ser problemas de soledad o problemas con las personas del entorno laboral o familiar", precisa Susana. En ocasiones "esperamos que el otro sea como queramos y si no responde a nuestras expectativas sufrimos", subraya. Asimismo, cree que la clave es "tener una actitud positiva y una salud emocional fuerte". "Hay circunstancias externas que no podemos cambiar pero con actitud positiva podemos verlas de manera diferente", recomienda.

Otro de los derrumbes emocionales habituales tiene que ver con el hecho de que muchas personas "achacan sus problemas única y exclusivamente a la responsabilidad de otras personas". Este punto de partida nos lleva a pensar "que no podemos hacer nada por cambiar la situación porque depende de otros". "En cambio, si asumimos un problema como propio, vemos qué cosas podemos hacer por solucionarlo", remarca.

Susana desmiente el tópico de que la asociación se dirige a personas con problemas psicológicos: "No es necesario estar pasando una crisis importante o tener un problema grave para llamar. Para cualquier asunto cotidiano que cause dolor aquí siempre va a haber una voz amiga que escuche".

La crisis económica ha generado mucha amargura pero no es lo que más dolor ocasiona. Tanto Susana como el resto de voluntarios también comparten la idea-fuerza que define el trabajo del Teléfono de la Esperanza: "La esperanza es fundamental para todos y hace falta en todos los ámbitos de la sociedad". "Muchas personas necesitan aferrarse a la esperanza a nivel personal porque no ven un futuro laboral claro y otras para salir de las dificultades económicas". Pero asegura que "ver las cosas con esperanza o sin ella te cambia la vida".

Aunque todas las personas que trabajan en el Teléfono de la Esperanza son muy diferentes, comparten "el gusto y conocimiento de la persona". "Tenemos claro que en esencia todos somos iguales y que aunque nos comportemos diferente, a todos nos afectan y nos duelen las mismas cosas", apunta.