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Calor, tradición y fervor se dan cita en la procesión del Santo Entierro de Pamplona

Los miembros de la Hermandad de la Pasión destacan la austeridad y el silencio del acto La comitiva volvió a las calles tras la suspensión del año pasado

Calor, tradición y fervor se dan cita en la procesión del Santo Entierro de Pamplona

pamplona - Sin dudas ni titubeos. La procesión del Santo Entierro recorrió las calles del Casco Antiguo de Pamplona sin temor a que la lluvia empañara la jornada de Viernes Santo. Fue lo que destacaron tanto el prior, Juan Miguel Arriazu, como una gran parte de los hermanos de la Hermandad de la Pasión que participaron en el acto. "Hace dos años decidimos salir en el último momento y no es lo mismo porque la gente de la calle no se involucra tanto", apuntó Arriazu. "Lo bueno es que no haya dudas a la hora de salir". señaló Alberto Sagaseta, cofrade desde 1950.

El rezo de un padrenuestro, los aplausos y el envío de fuerzas al resto de hermanos marcó el inicio del recorrido, a las 19.30 horas. De la sede de la hermandad, en Dormitalería, salieron 400 mozorros (de los 2.500 que participaron) portando 10 pasos, y pasada una hora, algo más tarde de lo esperado, se incorporaron a la comitiva el Cristo Alzado y La Dolorosa, los dos pasos custodiados en la Catedral. Por parte de la Corporación municipal, acudieron el alcalde, Enrique Maya, los regionalistas Juan José Echeverría, Fermín Alonso, Ana Lezcano, Valentín Alzina e Ignacio Polo, los populares José Núñez y Cristina Sanz, y el edil de NaBai Iñaki Cabasés. También estuvo presente el arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez.

Para Arriazu, la procesión es un acto "de religiosidad popular, como puede ser una Javierada o Ujué". "Tiene un fondo religioso, pero también es algo cultural y de tradición. Tiene una importancia que solo se dan cuenta los países que han perdido este tipo de tradiciones", destacó. En su opinión, la procesión pamplonesa es diferente a la que puede verse en otras ciudades del Estado, "quizá por nuestro carácter vascuence". "El sentimiento es el mismo y todas tratan de representar la historia de la Salvación, pero en Pamplona la manera de expresarlo es más austera, hay más silencio, más recogimiento...", comentó.

El mismo comentario hizo Carlos Alzu, quien a sus 87 años fue el encargado de ordenar y dirigir la salida de los 50 grupos que participaron en el evento. "Llevo 71 años como hermano, y lo considero un reflejo de lo que se hace en otros sitios, sin tanto bombo pero con el mismo sentido", definió.

El trabajo en equipo es una de las características de las 5.000 personas que forman parte de la hermandad, y mientras Alzu organizaba las salidas, Alberto Sagaseta disfrutaba y esperaba para realizar su función. "Hace muchos años que no voy en procesión, y me quedo al cuidado de los vestuarios", expuso. Sagaseta relató que comenzó a formar parte de la cofradía "por tradición", ya que su padre también era miembro. Los mismos pasos lleva la nieta del exprior, exmiembro de la junta y exdirector de procesión, Jaime Satué, que este año ha empezado a participar en el grupo de palmas. Pese a la delicada salud de Satué, que ha tenido que enfrentarse al cáncer, no se perdió el acto, al que acude año tras año con la misma ilusión.

Tras el paso de la comitiva principal por las calles del Casco Antiguo de la ciudad, a las 00.15 horas tuvo lugar un segundo acto, más sencillo, el del Retorno de la Dolorosa de la catedral a San Lorenzo.

Recorrido. Desde las 19.30 horas, la procesión recorrió las calles Dormitalería, Javier, Compañía, Curia, Navarrería, Mercaderes, Consistorial, San Saturnino, Mayor, Paseo del Doctor Arazuri, San Antón, Zapatería, Calceteros, Mercaderes, Calderería, Javier y Dormitalería.

Novedades. Se ha incorporado una estructura con ruedas a la escena Ecce Hommo, que hasta el año pasado era portada por 2 turnos de 24 hermanos. Además, ha aumentado la participación de los niños, en esta ocasión con su actuación como mozorritos.

Aniversarios. Se han cumplido 100 años de la construcción del paso El Prendimiento, obra de Claudio Ríus, que costó 4.900 pesetas y tiene un peso total de 1.560 kilos, y 90 de la escena Entrada a Jerusalén, que abre la procesión y fue construida por Ramón Arcaya, con 847 kilos y al coste de 11.500 pesetas. La Dolorosa, que cierra la comitiva y único paso de propiedad municipal, también celebró su 130 aniversario el año pasado.