En 1918, el aspecto general de la plaza de San Francisco estaba ya prácticamente configurado, con su lado occidental ocupado por el edificio de las Escuelas de San Francisco, construido en 1902 según planos del arquitecto Julián Arteaga, y el frente oriental cerrado por el magnífico edificio ecléctico-modernista de La Agrícola, levantado en el año 1913.

La foto de 1918 corresponde a la fachada que el edificio presenta hacia la calle Ansoleaga, y puede apreciarse que, en origen, todo el inmueble iba rodeado por una verja metálica y una pequeña zona ajardinada. Un jovencísimo y repeinado botones mira a la cámara en primer plano, mientras que al fondo otro empleado, algo más talludito, parece estar esperando para atender a los usuarios de un elegante coche que se ha detenido junto a la puerta. Al fondo de la imagen puede todavía adivinarse la silueta de las Escuelas de San Francisco y la embocadura de la calle homónima.

Hoy en día siguen en su sitio los dos edificios que han presidido la plaza de San Francisco en los últimos cien años, aunque en su momento se habló insistentemente de la posibilidad de derribar el edificio de las escuelas. Quién sabe, a lo mejor querrían haber plantado allí el bodrio metálico de El Corte Inglés...

En cuanto al edificio de Seguros La Agrícola, fue diseñado por el arquitecto donostiarra Francisco Urcola, que levantó un inmueble de calidad superior a lo que entonces se estilaba por estos pagos. Fue concebido como sede de la compañía aseguradora, pero al poco tiempo se transformó en el Grand Hotel, época a la que pertenece la fotografía antigua de hoy. Con posterioridad, el gigantesco caserón ha albergado otras funciones, públicas y privadas, pero en realidad da la impresión de que el vistoso y elegante edificio no ha encontrado aún su verdadera y definitiva función en la ciudad. O al menos así me lo parece a mí.