En 1935 la Curia era, por encima de cualquier otra cosa, la calle que había que ascender para subir a la catedral y asistir a cualquiera de los numerosos oficios religiosos que, a toque de campana, se anunciaban a diario. Antes de que la actual catedral se erigiera, allá por el siglo XII, había servido para subir a la catedral románica, y antes incluso fue una de las dos calles principales romanas, el llamado decumanus maximus, por el que se llegaba al templo romano, a buen seguro situado en el mismo lugar de la actual iglesia, al pretorium e incluso al macellum, el mercado que existía donde hoy está la plaza de San José.
La preciosa foto muestra la calle en perspectiva, con una de las torres catedralicias al fondo. En la esquina de la derecha, junto a la embocadura de la calle Calderería, se ve el letrerito de la Droguería Ardanaz, y justo en frente el lugar donde durante años estuvo el carrico de Lucio.
Hoy en día la calle Curia nos ha devuelto todos los secretos que guardaba bajo sus viejos adoquines, incluidas las losas del decumanus romano y los pavimentos de mosaico de unas termas. Todo ello se custodia en el Museo de Navarra. El nombre de la calle, que se documenta al menos desde el siglo XVII, deriva del hecho de que en ella se ubicara una institución llamada Curia Eclesiástica, que tenía su sede en la Torre del Obispo, a la altura del portal nº 29. Antes, en el siglo XIV, la calle había recibido el nombre de Rúa Mayor de la Navarrería.
Esta antigua calle de la Pamplona romana sigue siendo el acceso más habitual a la catedral, y por ello es frecuentada por turistas y peregrinos. Pero alberga además un vigoroso comercio, con tiendas de arte y artesanía, té y especias, decoración, restauración, textiles etc, regentados en todos los casos por mujeres. Y es que la Curia ha sido y es... curiosa.