Al igual que el pasado año, la lluvia deslució las celebraciones de San Adrián en Etxarri Aranatz, la fiesta más importante para muchos. Es un día de encuentros intergeneracionales, de amigos y familias en la campa que rodea la ermita, un bello paraje de robles y hayas situado a unos 4 kilómetros del núcleo urbano. Pero ayer no pudo ser.

Los pronósticos meteorológicos anunciaban lluvia, sobre todo a la hora de comer. Así, la mayoría de los etxarriarras organizaron un plan B, en sociedades y bajeras. Además, el Ayuntamiento puso a disposición de los vecinos el frontón. Hasta el último momento no se sabe, y algunos también dejaron la leña preparada para realizar fogatas. Al mediodía miraban al cielo y otros al móvil, a Euskalmet y Aemet, todavía sin decidirse.

Era el caso de Koldo Jaka, Pablo Jaka y Alberto Urmeneta, que por si acaso acudieron con una jaima. También estaban indecisos los hermanos Artieda, que tenían previsto reunirse una treintena de familiares en torno a una mesa. Así, algunos encendieron fuegos pero a diferencia de otros años, no había corderos o gorrines asándose al estilo zikiro.

También tuvo que tomar decisiones en el último momento el Ayuntamiento, que tras la misa en la ermita decidió trasladar la fiesta al pueblo. “Hay anunciada lluvia, además hay mucho barro”, apuntó la alcaldesa, Eneka Maiz. Así, la actuación de los dantzaris de Etxarri fue en el frontón, donde ofrecieron diferentes bailes como Axuri beltza, Plazara o Lantzeko zortzikoa, sin faltar el dantzaki, versión local de la soka-dantza que se baila este día. También el día del patrón, San Kiriko, que se celebró el pasado lunes, y la Ascensión, el 15 de agosto, en la ermita de Andra Mari. Y viene de atrás, desde 1650 por lo menos, según documentos recopilados por el sacerdote Miguel Ángel Sagaseta.

Día grande, la corporación salió hacia la ermita a las nueve de la mañana acompañada de txistus. Paraguas en mano, también acudieron andando numerosos vecinos. Después de un largo paseo, se agradeció la fritada, carne guisada con sopas de pan a cargo del Ayuntamiento, imprescindible en esta fiesta. Tampoco faltó el vino, que corrió de mano en mano en las barkilak, las tradicionales tazas de plata.

El camión del vino, con 1.000 litros, estuvo en San Adrián hasta pasada la una, cuando se decidió que era el momento de bajar al pueblo. No fue solo. Y es que le acompañaban decenas de jóvenes que querían continuar la fiesta.

la ermita luce renovada

Obras. Este año, la ermita de San Adrián presentaba renovado aspecto, tras las obras y mejoras realizadas por el Ayuntamiento de Etxarri Aranatz, propietario del templo. Por un lado, se ha sustituido la teja de la cubierta y se ha barnizado la madera. Asimismo, se han pintado las paredes del interior y se ha realizado una limpieza en el exterior. De origen medieval, en 1983 fue destruida por un incendio pero pronto fue reconstruida en auzolan. En el incendio también se quemó la imagen del santo.