con un novenario más corto que lo habitual, la virgen de Erkuden volvió ayer a su ermita en Ulaiar, retorno que es motivo de fiesta en Altsasu. Y es que era segundo domingo de julio, otro fecha marcada en rojo para los altsasuarras.
Como manda la tradición, Erkudengo Ama volvió ayer a su ermita en andas, primero por el monte y después por la carretera. La salida de la imagen fue a las 9.30 horas desde la parroquia, dónde ha permanecido desde el 2 de julio. Aunque era pronto, ya apretaba el calor. Así, se agradecían las sombras de los robles de Larrezabal y Baikolar, que se desaparecieron al atravesar al túnel que salva al autovía para llegar a la antigua N-1, sobre asfalto y con un juez de justicia. Pero no importaba, y no faltaban voluntarios para llevar la imagen hasta la ermita, dónde le esperaban cientos de personas.
Después de una misa al aire libre a las 11.00 horas, fue el momento de almorzar. De la bebida se encargó el Ayuntamiento, que repartió vino en las tradicionales tazas de plata además de mosto y agua. Ayer hubo cambios. En vez de detrás de la ermita, cerca de una cuesta, el puesto del vino se colocó a la sombra de un fresno, en terreno llano. Después no faltaron unos zortzikos, aunque fuese a más de 30 grados. Ayer se unió a la celebración el coro del club de jubilados y jubiladas La Unión, que ofrecieron seis canciones seleccionadas de su repertorio, según explicó José Luis Fernández de Garaialde. Eran temas festivos de mediados del pasado siglo, algunas con letras propias de Altsasu, como Pescadores que vais a Zangitu junto a canciones universales como Dame un besito amor o Camino verde. De acompañamiento Enrike Zelaia con su acordeón.
Aunque la fiesta fue en el exterior, bucando la sombra, algunos preferían la frescura de la ermita, la iglesia del despoblado de Elkuren desaparecido en siglo XIV; cuidada con esmero por su ermitaña, Belén Rubio. Además de trabajar de forma desinteresada, pone dinero de su bolsillo para comprar dos quesos que repartió ayer entre los presentes.
Muchos eran incondicionales, como Felipa Rato, Tomás Ortiz, Ana Gabieiro, Fermín Cantero, Mª Luisa Jorge y José Ramón Roa. Aunque estos dos últimos viven en Vitoria, no faltan nunca. Es más, a su hija le pusieron de nombre Erkuden. Y es que esta virgen es mucho en Altsasu.