Una flecha de sílex, restos de un molino a mano, cerámica prehistórica, una punta de lanza de hierro y un largo etcétera. Todos estos objetos o restos de ellos ha ido recogiendo a lo largo de 30 años Esteban Ugarte Álvarez. Una forma de descubrir la prehistoria del valle de Lana, de la que hasta ahora no se sabía prácticamente nada y sobre la que Ugarte acaba de publicar el trabajo Pinceladas sobre la prehistoria en el Valle de Lana con un único objetivo: “que los vecinos de Lana conozcan la prehistoria”.
Ugarte insiste en que su trabajo no es científico. “Yo soy un aficionado a la arqueología, entre otras cosas, y llevo más de 30 años recorriendo y localizando asentamientos de los que luego informo a los profesionales y otra gente para que los ponga en conocimiento del Gobierno de Navarra”, señala.
El trabajo que acaba de publicar realiza primero una introducción sobre el valle, su localización, orografía, flora y fauna. Ugarte también explica que la protohistoria de este valle se conoce gracias a las excavaciones realizadas en 1998 por Javier Armendáriz, que concluyeron que los restos encontrados correspondían a los siglos IV y V a.C. y pertenecientes a la Primera Edad del Hierro. “En relación a la prehistoria poco o nada se conoce salvo noticias muy vagas. Además, teniendo en cuenta que la concentración parcelaria se hizo hace algo más de 40 años es posible que al nivelar el terreno hayan desaparecido diferentes vestigios del pasado”, indica.
El estudio incluye también un análisis sobre los diferentes períodos y una aproximación a lo que había en Lana en aquellas épocas. Por ejemplo, Ugarte explica que en el neolítico, Lana debió ser un bosque casi impenetrable donde había abundante fauna. Allí iban cazadores recolectores con sus perros y transcurrían por senderos milenarios. “Iban pertrechados con arcos y flechas con puntas de sílex, hueso o de madera endurecida al fuego, todas ellas introducidas en sus carcaj. Además, portaban lanzas del mismo material y otros enseres para la caza”, indica.
Así Ugarte explica que una vez en el interior del valle, los cazadores recolectores construían sus chozas e iniciaban las partidas de caza. Además practicaban el pastoreo y se fueron dedicando a la agricultura y la ganadería.
De aquella presencia serían los restos encontrados. “Todo el material que he ido recogiendo en el valle estaba en superficie, ha estado enterrado durante decenas de siglos y afloró al exterior por las roturaciones que se hicieron para hacer parcelas de cultivo. La erosión, la lluvia y el viento hicieron el resto”.
Como se ha comentado, los restos encontrados han sido muchos y diversos. Ugarte los ha hallado en 19 lugares diferentes de las localidades de Galbarra, Gastiáin, Narcué, Ulibarri y Viloria. Entre ellos, además de los ya citados, hay por ejemplo un hacha pulimentada recogida por un particular, láminas de sílex y restos de asideras o un percutor.
Cada ejemplar del estudio se vende por 5 euros y se puede encontrar en la librería Irrin-tzi, el camping de Acedo y colaboran también Rosa Andueza, de Gastiáin; y Marisol Nieva y Fina Ipol, de Viloria. Los beneficios, 2,75 euros, irán a la fundación Juan Bonal.