Palomas mensajeras, una vuelta sin GPS
A sus 79 años, el colombófilo y vecino de la Valdorba Pedro Gómez ha ganado en Avilés el premio a la paloma mensajera más bella del Estado
valdorba - No son tan rápidas como un whatsapp, pero el arte de criar y entrenar palomas mensajeras tiene encandilado al colombófilo Pedro Gómez, vecino de la Valdorba. A sus 79 años, acaba de obtener en Avilés (Asturias) el primer premio a la paloma más bella a nivel estatal. Un galardón que recibe con mucho orgullo, ya que próximamente irá a Portugal a defender el título europeo.
Según parámetros como la belleza de su expresión, cabeza, osamenta, espalda, musculatura y la calidad de la pluma, cinco jueces dieron hace dos semanas la máxima puntuación a esta paloma macho con denominación de origen navarro. “En Navarra sólo estamos cinco. Con la afición que hay a la caza, en el momento en que crías palomas la gente no entiende que no sean para comer”, asevera Gómez, que también ha obtenido con otro ejemplar macho y dos pichones el 2º , 7º y 12º puesto.
Desde pequeño ha llevado en la sangre su afición por las aves. Era frecuente que se saltara las clases para ir al campo a mirar pájaros. Pero fue hace 40 años cuando su hobby fue a más. “Todo empezó cuando un día vi en un escaparate de la calle Tafalla un canario. ¡Era tan bonito! Me gasté 1.500 pesetas, medio sueldo de un mes en la mina de Potasas”, recuerda, risueño, el exelectricista.
A partir de ahí, empezó a criar canarios hasta llegar a tener más de 100. “Me tachaban de loco, pero entre cuatro amigos pusimos una pajarería en la calle Bergamín, para que saliera más barato el alpiste. Funcionó bien hasta que se desinfló la cosa y me quedé yo solo con el negocio, compaginándolo como podía con el trabajo en la Volkswagen”, manifiesta. Fue entonces cuando su hijo cogió el relevo y se trasladaron a lo que hoy continúa siendo la tienda Fauna del Paraíso, en la misma calle.
GENÉTICA Sin embargo, al mundo de las palomas mensajeras llegó por casualidad. Alguien le regaló una de estas aves y, atraído por el desconocido mundo de la colombofilia, se asoció a la federación vasca. Allí conoció a Juan Larrarte, que le regaló alguna paloma y le ayudó a construir su palomar en un pueblo de la Valdorba. “El primer día que empecé a entrenarlas las lancé desde el mirador de Barasoain. Los vecinos se reían, todos estaban pendientes a ver si llegaban las palomas a mi casa. Y qué ilusión cuando las vimos llegar. Ahora ya no, pero antes sí que se reían”, confiesa.
Desde entonces, se ha convertido en todo un experto de la colombofilia. Actualmente tiene 60 palomas, no más de las tres por metro cúbico recomendadas para mantener una correcta ventilación, y las mantiene separadas en tres compartimentos: pichones, machos y hembras.
Sus enemigos son los gatos y las aves rapaces, por eso en su jardín se erige un gran búho, para ahuyentarlos. Como no podía ser menos, la alimentación es esencial tanto para competir en velocidad como para belleza. Semillas de todo tipo: maíz, trigo, cebada, guisantes? “Luego hay trucos para obtener brillo en las plumas, como la levadura de cerveza o el aceite de girasol. En épocas de frío también he llegado a echarles miel y en verano, vinagre de manzana, que es bueno para conservar el agua”, comenta, añadiendo lo importante que es el calcio para que la pluma sea sedosa.
Sin embargo, no todo es la alimentación. “Las palomas que tengo son producto de diferentes cruces, es una selección. Tienes que tener unos conocimientos mínimos de genética para poder hacerlos bien. Siempre hay que mezclar lo bueno con lo bueno, por eso son importantes los genes”.
VUELTA A CASA La característica que hace únicas a las palomas mensajeras es que siempre vuelven al hogar en el que se han criado, a su palomar. Una magia para la que no hay explicación. “Vuelven a casa por instinto. Algunos dicen que el campo magnético juega un papel importante, otros dicen que es por el olor, otros porque les está esperando su pareja? Es un mundo complejo”, asegura.
Debido a su velocidad (un promedio de 80 kilómetros por hora) y a la altitud a la que vuelan, desde la antigüedad hasta hace muy pocos años se ha conocido su uso, sobre todo en los conflictos bélicos, pero ahora se entrenan para competir.
En estos casi 40 años, ahora desde la federación aragonesa, Pedro ha participado y obtenido premios en varios campeonatos a nivel estatal, como en Cádiz, en Tenerife, en Costa del Sol o en Melilla, o ya más cerca, en el Derby de Lizaso. Normalmente, desde la federación, se acuerda un lugar para liberar a las palomas. Cada una lleva en su pata una anilla con un microchip y con un número y, cuando ésta llega a su palomar, la señal es enviada a través de un reloj. No hay posibilidad de engaños ni de trampas. “En este deporte hay un ambiente muy sano. Somos pocos y nos ayudamos mucho”, reflexiona.
Lamentando que en Navarra no haya más aficionados que se enganchen a esta práctica, Pedro tiene claro que va a continuar cuidando de sus palomas. “Hay que vivirlo. Cuando se hacen sueltas y sabes que es la hora de que lleguen, estás en tensión. Y, de repente, ves que viene la paloma a tu casa, que dobla sus alas y empieza a dar vueltas acercándose? Esos segundos, ese nerviosismo, no hay cosa que te supere a satisfacción”, concluye.
Más en Navarra
-
Los personajes de abril en Navarra: El Cali, Eguzkilore Loom, El Redín, Elsa Castillo, Toki Leza...
-
La Ciudadela acoge el quinto peldaño de la 'Escalerica' en torno a las tradiciones de Pamplona
-
El vivero municipal de Miluze abastece de flores y plantas a los jardines de Pamplona
-
Los elogios al restaurante Rodero de grandes chefs de todo el país por su 50 aniversario