- Las obras de derribo del viejo colegio de Salesianos se retomaron la semana pasada tras el parón que decretó el estado de alarma en el sector de la construcción. Parte del muro colindante a la calle Media Luna y la cubierta de la pista polideportiva ya son historia y dejan entrever las tripas de lo que fue un gigante educativo.

Desde la junta de compensación se sigue manteniendo la fecha de finales de junio para concluir los trabajos que desarrolla la empresa Tex, lo que confirma su jefe de obra David Gorricho, siempre y cuando "no surjan nuevos contratiempos". "Lo que hemos hasta ahora ha sido vaciar los edificios y gestionar los residuos. Hemos encontrado sobre todo mucha madera. Hemos separado madera, metales y basura, aparte de papel y cartón", destaca.

Junto a los trabajos de demolición también han comenzado las tareas de desamiantado. "La semana pasada se demolió la cubierta del antiguo patio del colegio, lo que era la antigua cancha de fútbol y nuestra idea es terminar este próximo mes, en un plazo de dos semanas, el proceso de desamiantado que lo estamos haciendo con medios propios. Y, según vayamos avanzando, iremos demoliendo el edificio", subraya. Hasta ahora se han retirado alrededor de 200 metros cuadrados de los 3.000 m2 de uralita en cubierta (el amianto está presente en la mayoría de las aulas), tareas que ayer se paralizaron por las intensas lluvias caídas.

"Con agua no se puede desamiantar porque se trabaja en altura y es peligroso. Al pisar sobre la uralita te puedes resbalar y por eso es un trabajo que hoy hemos parado. Tan solo hemos recogido parte de material", señaló. Un trabajo minucioso, Manuel, que exige de trajes especiales: "Hay unos rastreles de madera sobre los que está colocada la uralita y van atornillados. Se sueltan los tornillos y siempre, sin romper ninguna de las placas, se levantan y se introducen en un envase especial para amianto. A partir de ahí se baja con una grúa y se lleva directamente a gestores especializados para residuos peligrosos, en este caso, a Zaragoza. Antiguamente se llevaban a Zaldivar", describe.

Del resto de vertidos se encarga Servicios Ecológicos de Pamplona. "Ellos vienen directamente a la obra y cargan el residuo, todo lo que es madera y basura", explica David.

Se estima grosso modo la retirada de unas 25.000 toneladas de residuo entre las 250 toneladas de madera, 150 de basura y otras 100 entre cartón y papel. A su vez, lo que ellos llaman el residuo pétreo se valoriza. "Llevamos una planta de machaqueo móvil a la obra y de ese escombro vamos a sacar un todo uno". El proceso consiste en introducir el escombro en un molino, la máquina lo muele y luego pasa por una criba, y se hace una zahorra de un tamaño determinada para utilizarla en rellenos y caminos". Para el mes de junio "tendremos la máquina de machaque en la obra, cuando ya tengamos parte del edificio demolido, porque es un aparato que ocupa mucho espacio. Y del escombro que son piedras grandes se obtiene un material fino que se reutiliza para otras obras". El producto base es una mezcla entre hormigón y ladrillo.

"Es importante separar bien y que a la hora de hacer este nuevo material el residuo de construcción sea lo más limpio posible para luego poder reutilizarlo en obras, normalmente en nuestras obras", detalla.

"Es un edificio simbólico y tiene el plus de situarse en el centro de la ciudad. Ahora con el confinamiento la ciudad ha frenado la actividad pero la dificultad está ahí. Hay edificios colindantes, está el tráfico de la manzana, con los vecinos...", resalta David sobre el reto que tienen entre manos. Hasta el momento no ha sido necesario cortar el tráfico. "Cuando toque el derribo de los edificios más altos como la torre de la iglesia se cortará la calle Aralar por seguridad", advierte David.

Los trabajos de demolición han requerido la presencia de entre 15 y 20 trabajadores, y con picos de hasta 30 trabajadores junto antes del parón, "cuando nos tocó vaciar y desmontar los antiguos talleres porque había cantidad de material". La maquinaria: tres retroexcavadores, una pala cargadora, una mini retro de cinco toneladas y una cesta elevadora. El hecho de trabajar en circunstancias excepcionales como es la pandemia obliga a reforzar las medidas de seguridad en el día a día, asume David. "Todos tenemos que trabajar con mascarillas, intentamos organizar los trabajos de manera que no se acumule la gente, separamos grupos de operarios por plantas, y también a la hora de la comida y el almuerzo lo hacemos por turnos y en diferentes espacios para no que no coincidan. También tenemos gel desinfectante, lejía para limpiar a diario las casetas y los baños...se hace lo mejor que se puede aunque también hay trabajos que requieren de la presencia de dos trabajadores porque hay que coger materiales pesados".

"Se trabaja con mascarilla, se separan en grupos a los operarios y se desinfectan casetas y baños"

Jefe de obra de Tex