n Ainhoa, apenas a 50 metros, la longitud de la muga del puente de Dantxarinea que comparte con Urdax, mañana, lunes de Pentecostés, deberían subir a decenas según antigua costumbre los vecinos y habitantes del entorno hasta la cima del monte Atsulai o Atxulai (389 metros) donde se levanta la modesta ermita de la Virgen de Arantzazu. Y luego, de vuelta al barrio fronterizo, compartir y disfrutar las gentes de ambos lados de una fiesta alegre y ruidosa que se prolongaba hasta la medianoche.

Este año no podrá ser. Lo que no consiguió evitar el genocida Francisco Franco lo ha logrado el bicho, el condenado virus Covid-19 y las drásticas, en algún caso más que discutibles, medidas de precaución. El cierre de las fronteras y la prohibición de circulación entre países está provocando una catástrofe económica y laboral en las bentak -"facilitan unos 500 puestos de trabajo y 600 en verano", comenta Txomin Iribarren, el presidente de los comerciantes-, los comercios por los que a diario entra en Navarra la mayor cantidad de capital procedente del extranjero.

La fiesta había decaído, al desaparecer los aspectos humanos, políticos y sociales que fueron su razón de ser, y los comerciantes de Dantxarinea intentaban desde hace ocho años que volviera a lo que fue hasta hace casi medio siglo, y más aún en las dos postguerras, la civil española y la segunda mundial. La fiesta se llama "de la Kapera" (capilla en euskera) y se refiere a la de Ainhoa, municipio que fue de Navarra fundado por el abad del monasterio premonstratense de Urdax, y que comparte con esta villa el barrio de Dantxarinea.

La historia de la capilla de Ainhoa es similar a tantas otras de supuestas apariciones de la Virgen a un pastor, y se ha levantado en el mismo paraje del monte Atsulai al menos por tres veces, la original y las dos que siguieron a la Revolución francesa y a las guerras de Napoleón. La última en virtud de los fondos recogidos por el ermitaño Jean de Berecochea que nació en Ainhoa el 6 de febrero de 1745 en la casa Gorritia, murió en 1825 en la casa Koskorenia, y es la que perdura.

Al monte Atsulai se sube por un áspero camino flanqueado por las estaciones del Vía Crucis, alguna con imágenes tan realistas que causan un cierto pavor, y por antiguas estelas funerarias. Los fieles de Ainhoa y pueblos vecinos suben en procesión, tras la cruz alzada y la ruidosa banda de trompetas que allí dicen clique (cuadrilla) o klika en euskera, se canta ("¡vamos todos contentos a Atxulai, allí en la cima del monte está la capilla de nuestra Madre!"), en euskera y se celebra una misa junto al Calvario.

La romería goza de gran popularidad en todo el entorno de Xareta (el territorio que forman Sara y Ainhoa en Laburdi y Zugarramurdi y Urdax, en Navarra), hasta el punto de que mereció ser filmada por el reconocido actor y director Orson Welles en el documental sobre Euskal Herria de la serie Around the world with (Alrededor del mundo con€) que le encargó la BBC inglesa en 1955.

El documental (disponible en Youtube), recoge la romería y la multitudinaria fiesta "de la Kapera" en Dantxarinea, en una preciosa y humanitaria jornada de barreras abiertas y paso libre.

El festejo sobrevivió a la Guerra Civil española e incluso a la Segunda Guerra Mundial y la invasión nazi de Francia, cuando los soldados de la Wermacht (1940-1944) vigilaban las fronteras y al bloqueo de la Organización de Naciones Unidas (1946-1948) a la dictadura de Franco. Uno de los detalles que se les recuerdan a aquellos soldados, alejados de su país, arrogantes y soberbios al principio y desaliñados y hambrientos cuando les fallaron los suministros con Hitler expulsado de Francia, era ver cómo a mordiscos y sin pelar se comían las naranjas, fruta que no conocían y les regalaban los comerciantes apiadados por su suerte.

En el día de hoy se iba a Dantxarinea y muchos llegaban hasta Bayona, a comprar café (Biek y Monregal), coñac o cigarros puros (Voltigeurs) y medias de seda, perfumes o las vajillas de cristal Duralex que hicieron furor en una época, u otros artículos domésticos que faltaban en la hambrienta postguerra franquista. Otros a negociar pasos de contrabando, y otros muchos, única ocasión que tenían para hacerlo, a reunirse con exiliados, nacionalistas vascos y republicanos, que habían huido de la represión de Franco.

La fiesta "de la Kapera" era un auténtico acontecimiento comarcal. Hasta unos 45 años atrás, las compañías Aurrera y La Baztanesa organizaban servicios especiales desde Elizondo con hasta tres y cuatro autobuses, y la gente se reunía a centenares pasando la muga sin controles policiales. Y la historia de Dantxarinea, como otros pasos fronterizos, es rica en sucesos y anécdotas, contrabando incluido.

Mañana, lunes de Pentecostés, se levantaban las barreras, y gentes de todas partes aprovechaban para "pasar" al otro lado para abrazar a los suyos, y los jóvenes a bailar en el viejo frontón detrás del Bar Manolo (casa Varela) y a disfrutar. Cada vez abrían más ventas (bentak) y en Mikelenborda se decía que cada habitación era una tienda, y aún con escaso género todo se vendía. El bailongo, y la jornada festiva, finalizaba con la espectacular quema de un zezensusko (toro de fuego) y las carreras de la gente, lo que se podría recuperar como símbolo. Pero mañana parece que no podrá ser.