n tal día como hoy, Trinitate Eguna de los euskaldunes, festividad de la Santísima Trinidad, las gentes de todo Malerreka, también de Bortziriak y hasta los vecinos guipuzcoanos de Irun, Oiartzun y Rentería acostumbran como desde hace siglos a subir a la cima del monte Mendaur (1.136 metros), hasta la ermita allí existente, en la villa de Ituren. Este año no se sabe cómo podrá ser a causa de las restricciones por la pandemia, y no es fácil que lo hagan en grupo, aunque puede que sí lo hagan a título individual y guardando las aconsejables distancias.

La de Mendaur es, sin discusión, la montaña del Bidasoa tanto que ninguna le discute su hegemonía, como una pirámide vista desde Ituren, Aurtiz y Zubieta. Todo el País del Bidasoa se extiende a los pies del impresionante peñasco con un más que considerable desnivel y la ermita en su cima a la que cada año suben cientos de fieles y montañeros en una de las más antiguas y tradicionales romerías de la comarca.

La autoridad y conocimiento paso a paso del inolvidable Tomás (Masito) López Sellés, en su Catálogo de ermitas de Navarra dice que el templo de la Trinidad de Mendaur se inauguró el 3 de agosto de 1692, y, azotado por vientos y tempestades, no extrañan las varias restauraciones a lo largo de su historia. Igualmente, Fernando Pérez Ollo, explica que fue fundada y construida por Martín de Cortejarena, rector de Ituren, que, “conmovido por la penuria, consecuencia de la corta cosecha en toda clase de frutos”, pensó que la mejor manera de obtener bendición contra tempestades y temporales era construirla.

La historia de la ermita ha dado mucho juego. En 1781, Agustín de Lezo, obispo de Pamplona, ordenó su demolición y aunque el pueblo se opuso, el rector, José Joaquín de Sagardia, noble apellido en Ituren, con dos vecinos subió a Mendaur, destrozó y quitó el tejado y la puerta, retiró el ara del altar y “destruyó a hachazos el bulto de la Trinidad, en cuatro trozos”. Pero los vecinos la reconstruyeron, la última vez el año 1963, y todos los años suben hasta ella.

¡Sesenta escalones! En la cima del imponente macizo la ermita espera a fieles y montañeros, con su planta rectangular orientada al Este, según es tradición anterior incluso al Románico, bajo un sencillo entramado de madera, donde en un ábside plano, está labrada en piedra la imagen de la Trinidad, único resto del antiguo altar. Para llegar, después de una paliza bastante considerable, todavía quedan por subir... ¡sesenta escalones!, pero se hace con buen ánimo, sabedores del impresionante panorama (además del covid-19, este año advierten de lluvias y nieblas) y de algún sabroso bocadillo y el trago de una bota bien curada.

Se acostumbran a celebrar dos misas por la mañana, en esta ocasión cosa también, y luego se baja a Ituren para comer y beber en los reconocidos restaurantes locales (a saber) y pegarse unos bailes. Antaño, por cierto se conservaba una sokadantza con la que se daba un curioso traspaso de poderes entre el alcalde de Ituren y los de los barrios de Lasaga y Aurtiz, y se bailaba por Corpus Christi (Bestaberri para los vascos), San Juan, en este día de la Trinidad de Mendaur y por el carnaval. A saber cómo irán las cosas, pero el caso es que hoy toca.