- Se ha quedado “bastante a gusto” con el libro. Y lo ha escrito desde las tripas, casi como un acto de supervivencia, “porque si no reventaba. En ese sentido ha sido muy catártico”. Publicar ya era otra historia: “Me daba más apuro porque me quedo desnudo”, dice Mikel Arbizu sobre su “estriptis” literario. Con o sin vergüenzas a la hora de hacer tangible lo que le pasa por la cabeza, y aunque se le nota exigente consigo mismo, también reconoce que “algunos de los textos que he escrito creo que merecen ser publicados”.

Este “loco, ateo, apóstata oficial de la secta católica y anotador de fragmentos” se ha dedicado a eso, a fechar y apuntar sus pensamientos en un lapso exacto de dos años, entre el 14 de marzo de 2018 y el 14 de marzo de 2020. En Notas de un apóstata “reflexiono sobre el sentido de la vida, el suicidio, la muerte, la locura y las experiencias que he tenido con la psiquiatría. También sobre la política, las cosas que leo, la escritura, el arte...”, comenta. Hay de todo un poco. Mikel se estrenó en 2015 como escritor con Averno, título que hacía referencia a sus dos semanas de encierro en el psiquiátrico: “Me niego a llamarlos de otra manera”, abunda esta vez. Dice que la locura es “una experiencia salvaje al alcance de unos pocos privilegiados” y que los delirios “también te ayudan a conocerte un poco más”. Y para los amigos de los prejuicios queda escrito, el uno de abril de 2018, que “los locos somos humanos, no pestilentes sacos de estiércol”.

Arbizu, vecino de Estella de 32 años, firma ocultando ese apellido -Mikel A. Ceniceros- por dos motivos. “Por un lado me gustan los pseudónimos que llevan iniciales. Por el otro se trata de un ajuste de cuentas con ese adolescente que se avergonzaba de su apellido materno. De ahí que lo resalte y oculte el Arbizu”.

Las notas de este apóstata se pueden encontrar en el catálogo de la web de unoeditorial, en Amazon, en la librería Irrintzi de Estella o a través de su correo notasdeunapostata@gmail.com. ¿Y por qué merece la pena el libro? “Porque hablo de cosas que no se hablan y desde un punto de vista que la gente no trata. Por ejemplo, sobre el suicidio”, asegura.

A propósito de este asunto, explica el sentido del punto y coma bien grande que cierra el libro. “Una chica cuyo padre se había suicidado, y que también tenía pensamientos suicidas, se lo tatuó y lo compartió en redes sociales. Se hizo viral y ahora el tatuaje se ha puesto de moda. A mí no me gustan las modas, pero sí el significado que hay detrás”, cuenta. “Es un acto político y de empoderamiento. Para decirle al mundo: ‘Aquí estoy, sufriendo psíquicamente y tengo pensamientos suicidas’”. También es “un recordatorio para uno mismo. El que se lo tatúa quiere recordarse que lo ha hecho porque ha tomado la firme decisión de seguir viviendo”. Como cuando un escritor utiliza el punto y coma, “porque decide continuar una frase que había acabado. Por lo tanto también tiene un contenido literario. El texto es muy trágico por momentos y este toque le da un punto no diré optimista, pero sí positivo”, finaliza. Y en el prólogo de Notas de un apóstata se dirige con estas palabras al lector: “Espero que este diario te remueva algo por dentro o que, al menos, te conmueva y concluyas que ha merecido la pena pasear la vista por estos sinceros fragmentos que lo componen. Feliz lectura”.

“Si no lo escribía reventaba. En ese sentido ha sido muy catártico”

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