El coronavirus por el momento no ha querido coger el desvío hacia el pequeño pueblo pirenaico de Abaurrepea/Abaurrea Baja. Situado en el valle de Aezkoa, este lugar es, junto a Garaioa, uno de los dos municipios del Pirineo en donde no ha habido ningún sólo contagiado. Tal vez haya ayudado ser la localidad del valle con menor número de habitantes (32 en 2020), pero lo cierto es que sus vecinos no se explican del todo el verdadero motivo. "No es ningún mérito no contagiarnos siendo tan pocos, pero al final también nos hemos movido a trabajar. No lo habremos cogido porque nos da un aire más sano", dicen entre risas algunas vecinas.

Su escasa población y el hecho de estar enclavado en medio de la naturaleza hace que sea un lugar a priori bastante seguro para pasar el confinamiento. Así lo demuestran las estadísticas. "Lo hemos vivido con muchísimo respeto, con muchísima precaución y siguiendo todas las normas sanitarias. Y, desde luego, con miedo porque las noticias eran muy malas", reconoce la alcaldesa Charo Salón.

Ya desde el primer momento, desde el Ayuntamiento se ofrecieron para llevarles a las personas mayores la compra básica o medicamentos de la farmacia hasta su casa. "A pesar de ser un pueblo pequeño, somos muy activos y nos supimos organizar. La situación nos unió bastante y, antes que el equipo médico y que otros agentes sociales de la zona, ya lo habíamos implantado en el Ayuntamiento", aclara Charo.

Asimismo, hay personas mayores del pueblo que debían desplazarse diariamente a Pamplona por motivos de salud y, al no haber servicio de ambulancia durante los primeros días, desde el Ayuntamiento también se hacía esta labor manteniendo las medidas de seguridad. "Destacar a Lourdes Arregi (médico del valle) y a todo el equipo sanitario, que nos indicaron las pautas para poder bajar a personas que tenían que ir a radio o a quimio", apostilla la alcaldesa.

LO MÁS POSITIVO A pesar de la situación tan dura, la pandemia también les ha traído cosas positivas. Lo que más destaca la alcaldesa es la llegada al pueblo del matrimonio formado por David y Orreaga y sus dos hijos Izaro y Markel, que normalmente viven en Pamplona y sólo se acercan a Abaurrepea durante los fines de semana y festivos. Se da la circunstancia de que en la localidad no ha habido ningún nacimiento desde 1991, por lo que siempre se agradece la presencia de niños en el pueblo. "Es algo bueno para el pueblo y nos han dado mucha alegría. Nos ha hecho mucha ilusión", expresa.

También se ha conseguido poner más en valor una de las actividades económicas fundamentales para el pueblo: la ganadería y agricultura. "Siempre ha sido esencial y en esta pandemia se ha demostrado. Hemos tenido suerte de estar bien abastecidos en cuanto a productos que hacen falta y al ser empresas pequeñas, no era un problema grande cumplir las normas sanitarias", asevera.

Asimismo, el hecho de haber tenido que cerrar los establecimientos turísticos del pueblo (hay dos casas rurales y una posada), les ha permitido dedicar más tiempo a realizar otras tareas para el pueblo. En efecto, en auzolan se han encargado de limpiar caminos y de realizar un proyecto de limpieza y renovación de señalización del sendero que lleva a la cueva de Aguinaga (o Asketaldea). Dieron a conocer al público este tesoro escondido durante el año pasado y ya son muchos turistas los que se han acercado a admirarla.

Por suerte, la nula incidencia del virus en Abaurrepea/Abaurrea Baja les permite ver la cara buena de la situación. Pero no hay que bajar la guardia. "Quitando a algunos, el comportamiento ha sido bastante ejemplar. Habrá sido suerte, pero desde luego los mayores se han cuidado mucho y siempre hemos utilizado mascarillas", finaliza.