ola personas. ¿Qué tal va el crudo invierno?

Esta semana voy a hablar de un lugar muy céntrico, muy conocido, muy paseado por todos y, desgraciadamente, en este momento siendo noticia por una actuación que sobre él pretenden llevar a cabo nuestros sesudos ediles, me refiero al histórico Paseo de Sarasate. Hasta él me he ido para ver y pensar in situ.

Antes de ver qué coño quieren hacerle al pobre, vamos a ver un poco de su historia. Hasta el siglo XVII era una arboleda, en dicha centuria y en su lado norte se empezaron a levantar ciertas construcciones, así en la acera que va desde Navas de Tolosa hasta la calle San Miguel hubo edificios que albergaron el convento de los carmelitas, luego el hospital de San Juan de Dios y el cuartel de San Martín. A mediados del siglo XIX dicho cuartel se encontraba en estado de ruina y fue derribado para construir el tramo que empezaba en casa Alzugaray y acababa en casa Navasal. Los dos edificios fueron víctimas de la piqueta a finales de los años 60 principios de los 70 y se perdieron dos casas con sabor y solera a cambio de dos modernos y anodinos mamotretos. Aquella acera albergó durante muchos años uno de los mayores templos del placer gastronómico que haya habido en Pamplona: la heladería Italiana, desde ella Fredy y toda su familia deleitaron durante muchos años el paladar de miles de pamploneses con aquellos helados inimitables y desgraciadamente desaparecidos. A continuación, y tras pasar la entrada a la calle San Miguel se encontraba y se encuentra la Iglesia de San Nicolás, tras el gótico templo las traseras de las casas de Lindatxikía. Pasada la calle Comedias encontramos la conocida casa Baleztena.

En el lado sur no había nada, todo ello era un tremendo pastizal prolongación de la Taconera hasta que en el siglo XVIII se empezaron a levantar edificios. El primero de ellos fue el viejo caserón de la Meca que ocupaba más o menos la parte de la antigua CAMP, la calle Gª Castañón y la casa del número 7. El siguiente edificio en ponerse en pie fue la casa de los carros que ocupó los solares que conocemos como el Banco Hispano-americano y el Banco de España. En ellos se construyó una especie de área comercial del carretero, allí encontraban de todo lo que pudieran necesitar para ellos y para su ganado: cuadras, herreros, veterinarios, guarnicioneros, talleres y almacén para carruajes e, incluso, en un edificio adyacente el mesón de los Carros donde ellos podían alimentarse y pernoctar, llegando a ser el primer mesón de la ciudad. Con el tiempo ese edificio pasó a ser la fonda Otermin, luego la fonda Europa y más adelante el colegio de los Escolapios hasta 1931. Entre la meca y el mesón se levantó un edificio pobre y chiquito que era la llamada casa de los pastores donde paraban los conductores de ovejas que con sus rebaños llegaban a la ciudad. La zona entre unos y otros olería a rosas.

Al otro lado de la Meca se levantó el gran caserón del vínculo. Luego la casa de baños. Tras ésta se levantaron, ya en tiempos del primer ensanche, casas de vecindad. Entre una acera y otra en 1885 se llevó a cabo la creación de un paseo o boulevard en el que se instalaron fuentes y estatuas. En 1903 se coronó con la estatua de los fueros.

Pues bien, este espacio urbano que siempre ha funcionado bien, que ha sido querido por todos y escenario de todo, en el que se han celebrado desfiles, verbenas, tómbolas, mítines, conciertos y todos los etcéteras que queráis añadir, parece ser, porque así se les ha ocurrido a "ellos", que está mal y que hay que mejorarlo. Bueno, no me parece mal, pero todo depende del precio y el precio según parece puede ser el arbolado que tan orgulloso luce y es ahí donde hemos de decir que no, que me lo dejen como está. ¿Que está a dos niveles con respecto a la acera norte?, pues que esté, ¿a quién molesta?, que construyan unas gradas de lado a lado con las rampas correspondientes para quien las necesite y arreglado, ¿de dónde viene la necesidad imperiosa de allanar el paseo?, ¿de dónde viene la necesidad de hacer desaparecer los parterres y abocar a los árboles a vivir en pequeños alcorques?. No entiendo nada. Los técnicos municipales parece que ven como más viable la solución que hoy propone el ayuntamiento, siendo esta la menos dañina para los seres vivos que allí viven, los majestuosos pamplonicas de corazón de leña y sangre de savia, pues no se discuta más esa es la que hay que tomar sí o sí. En fin, veremos en que acaba esto, pero me veo en Irigaray comprando cadena para encadenarnos a los troncos el día que los quieran talar.

Después de estar un buen rato en Sarasate viendo, absorbiendo y pensando me he dirigido a la Ciudadela donde iba a tener lugar un acto al que quería asistir.

La cita era a las 7 de la tarde en el polvorín. Estos días se está mostrando en él la obra de José Carlos Diaz de Cerio en una exposición llamada Lapso. No soy persona entendida en arte moderno, sería muy pretencioso por mi parte emitir un juicio basado en conceptos de arte actual tales como abstracción pura, arte geométrico o materia y antimateria, solo sé que la obra de Diaz de Cerio se ve trabajada, pensada, limpia, gestada y parida con honradez. Os aconsejo que os acerquéis a verla. Yo fui el jueves porque tal día se iba a dar una conjunción de tres artes, la obra expuesta iba a ser anfitriona de un par de quintetos que iban a aportar arte sonoro y se iba a dar lectura a unos textos que nos iban a llevar al mundo literario que con tantas calorías nos alimenta el espíritu. Pero en estos tiempos Covid manda y los quintetos se cayeron del cartel por mor del maldito bicho y la cosa quedo mermada de urgencia. Las centenarias paredes de piedra de ese delicioso recinto albergaron, rodeadas de Lapsos, dos intervenciones musicales cortas, sencillas pero íntimas, de esas que llegan muy adentro. En primer lugar el italiano Mirko Zanotti nos trajo a la guitarra la sonata op. 61 de Turina y nos hizo vibrar y sentir como vibraban y sentían sus seis cuerdas pulsadas por sus virtuosos dedos. A continuación la alumna del conservatorio superior de Navarra Alba González arrancó a su violín las notas de la Chacona de la partita 2 de Juan Sebastián Bach y nos dejó patente que una madera con 4 cuerdas bien acariciadas puede deleitar y contener cosas insospechadas.

El próximo jueves a las 7 de la tarde vuelve a estar programada una nueva sesión Entre artes.

Hasta la semana que viene.

Besos pa tos.