A primera hora de la tarde de la víspera de Santiago, los más pequeños fueron los protagonistas, con la ginkana y la actuación de magia. Decenas de niños y niñas de 8 a 12 años participaron en la ginkana preparada con la colaboración de padres y madres, que se celebró en la piscina de Giltxaurdi. 

Tras refrescarse y pasárselo en grande en las diferentes pruebas que tuvieron que superar en la misma, la mayoría se desplazó al cercano frontón Iriarte, para disfrutar con la magia del Mago Hodei, que ilusionó al público con sus trucos. 

Posteriormente, los más pequeños también pudieron gozar de otro de los momentos más atractivos de la fiesta, la comparsa de gigantes y cabezudos, que salió en kalejira desde la Herriko Etxea, en dirección a la puerta de la iglesia parroquial de Santiago Apóstol, donde a las 20.00 horas llegó uno de los momentos más esperados por muchos elizondarras la Salve. La Agrupación Coral de Elizondo, dirigida por Isabel Lacar, interpretó con su maestría habitual la Salve de Hilarión Eslava y el Himno a Santiago, acompañado por el organista Félix Txoperena y la Banda de Música Recreo de Elizondo. Un acto que año tras año emociona a la multitud que acude al mismo. Tal y como reconocía Lacar, “este año tenían más ganas que nunca, porque aunque el año pasado había ensayado, pocos días antes se suspendió por la pandemia”. La pandemia también ha influido en la Coral, ya que el número de participantes ha disminuido, pero, a pesar de que la cantidad sea inferior, la calidad sigue en lo más alto, tal y como se pudo comprobar este domingo. 

Tras la Salve, la comparsa de gigantes y cabezudos, que esperaba a la puerta de la iglesia se dirigió, en kalejira, a la Plaza de los Fueros donde bailaron los gigantes. Tras ello, algunos se dirigieron a los bares a tomar algo, otros se retiraron a descansar, y otros, sobre todo los más jóvenes, se prepararon para la noche, en la que había doble sesión, conciertos en la plaza, y varios DJ en Merkatu Zelai.