Joaquín Gaztambide, bisnieto del músico tudelano Joaquín Gaztambide y Garbayo viaja a Tudela para asistir hoy a la exhumación de los restos de su bisabuelo que llegaron a la capital ribera el 17 de marzo de 1921. La intención es descubrir, con pruebas de ADN, si a quien se encontró en aquel ataúd en 1955, que parecía ser una mujer con zapatos rojos, es o no el genial músico creador de zarzuelas. “Encontrar los restos de Joaquín Gaztambide sería un recurso importante para Tudela y saldaría un poco la deuda que tiene con él. Es una investigación interesante, que se debía haber hecho hace ya tiempo y no podemos ponernos pesimistas en principio”.

Joaquín Gaztambide, cirujano infantil, es hijo de Joaquín Gaztambide Gasull, que era hijo de Joaquín Gaztambide Aguader, que a su vez era hijo del músico, Joaquín Gaztambide y Garbayo. “Mi familia siempre ha tenido un recuerdo remoto de él. Joaquín Gaztambide, el músico, falleció muy joven, sus hijos eran pequeños. Mi abuelo nació hacia 1867 y era muy pequeño cuando su padre murió al volver del viaje por Cuba y México en 1870. Mi padre no conoció a su abuelo porque nació en 1899”.

El bisnieto viaja a Tudela con la esperanza de que se resuelva uno de los enigmas que ha rodeado siempre la historia de su bisabuelo y que incluso ha opacado su legado como músico, más aún en Tudela, “Tudela ha estado siempre un poco ajena a la vida y a la creación de la obra de Gaztambide. Puede ser porque desarrolló toda su vida y obra en Madrid, donde estrenaba y donde se le aclamaba como un fenómeno de la época”.

La historia

En marzo de 1921 se trajeron los restos del músico para construirle un mausoleo como merecía, ya que donde se encontraban estaba completamente en ruina y se corría el peligro de que se perdieran. Según se narraba entonces en los periódicos la situación de los enterramientos debía de ser ruinosa. “El panteón de los Gaztambide se hallaba en estado ruinoso y se hundió parte de él al sacar los cadáveres que lo ocupaban”. Tuvieron que retirar restos de escombros, desmontar la bovedilla y paredes “que amenazaban ruina” y así los 8 cadáveres que se encontraban allí en 1921 fueron llevados al nicho 173, en el Muro Norte del Cementerio Municipal de la Almudena. Gaztambide quedó depositado en una dependencia del Patriarcal durante un mes a la espera de su traslado. Según las crónicas se tuvo que hacer “la exhumación de ocho cadáveres, que fue necesario retirar para poder sacar el de Gaztambide, sobre cuyo nicho habían caído los situados encima de él, rompiendo la bovedilla”. El bisnieto señala que “en la recogida de huesos de la sacramental decían que lo recogieron del suelo como pudieron porque estaban mezclados y lo metió en un saco y lo entregaron. De todo eso no queda ninguna evidencia documental, cosa que también es rara”.

Nicho donde se encuentran actualmente los restos de Gaztambide. Fermín Pérez Nievas

Tras la rocambolesca retirada de restos, llegó a Tudela y como el Consistorio no había previsto ni tumba ni nicho para alojarlos se dejaron en la capilla de los Garbayo, familia de la madre del músico. Parecía que allí permanecieron hasta 1955 en que Fernando Remacha y su hermano médico José María decidieron abrir el ataúd para dar “traslado a los restos desde el nicho que ocupaban a la nueva sepultura que, cedida por el Ayuntamiento, se les había preparado”. Sin embargo su curiosidad se convirtió en perplejidad porque “al abrir el ataúd que los contenía para comprobar su estado, obedeciendo al impulso de despedir por última vez al maestro, apareció un cadáver, sin perjuicio de un detenido examen técnico posterior que se pueda juzgar necesario y que precise sus características, se puede afirmar, sin lugar a dudas, que no es el de don Joaquín Gaztambide Garbayo”, relataba La Voz de la Ribera. Ante el desconcierto se cerró la caja, se le volvió a enterrar y se abrió una comisión investigadora que llegó a la conclusión de que el ataúd que se trajo en 1921 era el mismo que se abrió en 1955. Entonces ¿era o no Joaquín Gaztambide?

Su bisnieto recuerda cómo él, con su padre, vino en 1954 para ver el enterramiento de su bisabuelo. “ Yo tenía 10 años y aquello me impresionó. Entramos en el panteón y había un túmulo de tierra en el suelo con un rótulo que ponía Gaztambide. Es raro que pudieran deducir que era una mujer, más allá de los tacones, porque el cuerpo, casi un siglo después, estaría momificado y deshidratado; más tal y como lo habían cargado en Madrid”.

Siguiendo con el misterio que envuelve su enterramiento, el mismo artículo de La Voz de la Ribera aseguraba que el cuerpo se había trasladado de esa capilla de Garbayo a un nicho en 1941 porque “falleció Eusebio Díaz, miembro de la familia Garbayo, y no habiendo hueco, disponible en el panteón se decidió sacar los restos, trasladándolos a otro nicho del cementerio, el número 1 de la línea segunda, donde quedaron depositados con los de un canónigo de la Catedral pariente de la familia Garbayo, a la que también pertenecía el nicho. En él también se colocó un papel con la inscripción “Gaztambide” que las inclemencias del tiempo hicieron desaparecer. Pero tanto por las inscripciones de los libros del cementerio, como por las referencias de los testigos no cabe duda de que el ataúd es el que se abrió el 23 de diciembre”.

La prensa de la época encontró también explicación para los zapatos rojos. En 1956 las investigaciones de la comisión creada les llevó a entrevistar a familiares y amigos que asistieron a la salida de los restos en 1921 y a su traslado en un féretro nuevo con una ventana de 40x20 cm. “Fui a la Patriarcal -decía una bisnieta a un periodista-, con mi madre y mi tía. Ellas cambiaron el cuerpo de la caja de la que estaba a la que debía de ser trasladado a Tudela. Apareció bien conservado porque embalsamaron su cadáver al extraerle el hígado. Recuerdo que se le desprendió un brazo. Se le cayó una esquela de defunción que mi bisabuela le había metido en la caja, precisamente para que lo identificasen, previendo un posible traslado a Tudela. Efectivamente llevaba tacones altos. Les diré más eran de un color purpúreo, entre rojo y grana”. Un amigo ratificaba, “yo asistí a la Patriarcal y recuerdo perfectamente el cambio de los restos de un féretro a otro, así como el rostro de Gaztambide. Era él, no les quepa ninguna duda, Gaztambide salió de Madrid. Es absurdo pensar otra cosa. Tenía una barba redonda inconclusa, se veían los pelos. Llevaba zapatos de tacón alto, tacón chulo. Los había de puntera fina y otros de punta chata como los que han aparecido en Tudela”.

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Tudela abrirá el nicho del músico Joaquín Gaztambide DIARIO DE NOTICIAS

Dentro de lo novelesco de todo el asunto incluso hay que anotar que su hígado era de tal tamaño (falleció de una enfermedad hepática) que se llevó a un museo. “En la operación vieron que su hígado tenía un tamaño tremendo y que estaba en mal estado. Cuando murió lo conservaron en el Museo Antropológico de Madrid. He estado investigando allí a ver si había algo, y no encontré huella de este depósito. Pregunté a los expertos y me dijeron que probablemente había sido transferido al Museo Anatómico de la facultad de Medicina de Madrid”, recuerda su bisnieto.

Para complicarlo todo, un artículo en la Hoja del Lunes de enero de 1956 aseguraba que sus restos seguían en Madrid, “Gaztambide está enterrado en Madrid. Junto con los restos de su esposa ocupa, en el cementerio de la Almudena, el nicho 173 del columbario” y se adjuntaba una fotografía de la ficha de registro del año 1924 (tres años después del traslado) y otra del nicho donde estaba junto a su mujer.