Los Reyes Magos de Oriente no conocían la lluvia hasta que han dado con Pamplona, la ciudad que siempre les recibe por todo lo alto y que, en esta ocasión, quiso que la magia de Sus Majestades se enfrentara también al agua en su llegada a la capital navarra. Los dromedarios reales apenas han podido ver algo más que paraguas. Sin embargo, entre el cielo gris y el agua incómoda, ha habido risas y mucha luz.

A las 15.00 horas la lluvia todavía no se había convertido en un acompañante más en el Puente de la Magdalena. Los niños han preguntado impacientes cuándo iban a ver a los Reyes y los padres les han animado a gritar sus nombres porque siempre atienden a la llamada de los más pequeños: “Una, dos y tres: ¡Melchooor, Gaspaaar, Baltasaaar!”, han exclamado los niños. Las primeras gotas han aparecido un poco antes que ellos. Un “chasco” para muchos padres: “¿Qué día tan bonito, ¿verdad, hija?”, ha comentado una madre con ironía. “Pues sí, porque hoy vienen los Reyes”, ha asegurado la niña mientras le pedía que le aupara. Al rato, la esperanza de que amainara la lluvia se redujo y las familias se resignaron a abrir los paraguas y a esforzarse un poco más por ver en qué momento aparecían Sus Majestades.

Un crío se viste de Melchor mientras espera la llegada de Sus Majestades. Javier Bergasa

Los gritos de los primeros críos han servido como un aviso contagioso para los más pequeños, quienes cambiaron los villancicos por las llamadas a sus ídolos. El séquito real apareció en el Puente de la Magdalena, seguido de los abanderados italianos Maestà de la Battaglia. Finalmente, los pajes —para algunos críos también carteros reales— han anunciado la llegada de los Reyes Magos de Oriente, que marchaban con prisa por llegar a la Plaza Consistorial a saludar a todos los niños que les habían invitado a la ciudad.

Melchor, a lomos de su dromedario, atraviesa el Portal de Francia. Javier Bergasa

El Cortejo Real se ha encontrado con el Portal de Francia cerrado. Muchos se han asustado, ya que después del rápido paseo por las murallas, la excursión de Melchor, Gaspar y Baltasar parecía que no iba a llegar a buen puerto y que tendrían que marchar por donde vinieron, sin llevar regalos a los críos: “Las puertas de la capital del viejo reino de Navarra están cerradas. Por favor, haced que se abran”, ha ordenado el heraldo al guardián. A pesar de la mucha tensión que se ha generado, el heraldo ha convencido al guardián de que los señores que estaban llegando a la ciudad eran muy importantes y que “era menester” que tuvieran un lugar para descansar. Cuando se han descubierto los nombres, el guardián ha cambiado su tono de voz y ha dicho: Pamplona os abre de par en par sus puertas, os recibe al pie de sus viejas murallas y os da la bienvenida de todo corazón. ¡Guardias, bajad el puente y abrid las puertas de la vieja Iruña al Cortejo Real de Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente!”.

Los tres Reyes Magos, desde el balcón del Ayuntamiento de Pamplona. Javier Bergasa

Después de que Melchor, Gaspar y Baltasar, a lomos de sus dromedarios, Romeo, Niño y Pesao, han pasado por el portal, han vuelto los villancicos y gritos y han repicado las campanas de San Cernin, San Nicolás, San Ignacio y San Miguel. La noche de Reyes ha llegado a Pamplona y ni los portones ni la lluvia han sido inconvenientes. De hecho, la segunda casi se ha convertido en una amiga de la fiesta porque, conforme ha oscurecido, la luz y el color ha perdurado en los paraguas, ahora llenos de confetti, que se movían con garbo para saludar a todo el séquito real.

Los cantores de villancicos también saludan con emoción a sus ídolos. Javier Bergasa

El desfile ha continuado por un pequeño, pero largo, pasillo por el Casco Viejo hasta la Plaza Consistorial. Melchor ha sido el primero en bajarse de su dromedario. Mientras esperaba a sus compañeros se ha animado a conocer brevemente las tradiciones pamplonicas. Se ha acercado a uno de los restos del vallado de San Fermín y le ha dado la mano a una cría que trataba de ver entre los maderos. Cuando ya estaban todos, han puesto rumbo a la entrada del Ayuntamiento, lugar en el que les estaba esperando el nuevo alcalde de la ciudad, Joseba Asiron: ¡Bienvenidos a vuestra casa!, ha exclamado Asiron. Gaspar, un poco más bromista que los otros dos, ha vacilado con darle la mano porque “estoy mojado”. El alcalde, entre risas, ha asegurado que él también y que no importaba. Los tres Reyes Magos le han agradecido su hospitalidad.

Uno de los Reyes saluda a una niña entre los maderos del vallado. Javier Bergasa

Durante su largo viaje, Sus Majestades han aprendido euskera y se han animado, una vez ya situados en el balcón del Ayuntamiento, a lanzar un mensaje bilingüe en el que afirmaban que habían descansado lo suficiente como para trabajar durante toda la noche e, incluso, Gaspar ha asegurado que “vuestra alegría nos ha contagiado una energía tan positiva que vamos a hacer la mejor cabalgata del siglo”. Por su parte, Baltasar ha destacado que, además de los regalos materiales, Sus Majestades han traído otros muchos presentes como la paz, la sabiduría o el gozo. “Tenemos que recordar siempre que el futuro de esta gran ciudad está en vuestras manos”, ha concluido.

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Fotos de las Cabalgatas de Reyes Magos 2024 en Navarra DIARIO DE NOTICIAS

La noche de Reyes ha tenido un extraño recibimiento para una realeza que no conoce la lluvia. Sin embargo, una vez más la ciudad de Pamplona ha logrado convertir el agua en un baño de magia e ilusión.