Indakoa es un caserío ubicado en el barrio de Orabidea de Arraioz. En este bonito lugar, rodeados de naturaleza, Mikel Mindegia y Nerea Mortalena decidieron hace ya unos años apostar por una forma de vida ligada a la ganadería. 

En el año 2019, con el nacimiento de su primera hija, esta joven pareja comenzó a “replantearse las cosas”. Así, tras meditarlo bien, en el 2020 decidieron hacer de lo que hasta entonces había sido su “hobby” su profesión, teniendo claro que, ante todo, se trata de “un proyecto familiar”.

Fue así como Nerea Mortalena decidió instalarse como joven ganadera a la cabeza de un proyecto que engloba la ganadería extensiva, el bienestar animal y la familia, apostando al 100% por la oveja latxa. 

Aunque admite que nunca habría pensado que terminaría dedicándose a esto, siempre ha tenido una conexión especial con los animales. “Yo soñaba con ser veterinaria” recuerda. “Mi abuela tenía ovejas y vacas” cuenta, “así que ya conocía este mundo. Luego ya, aquí, en Indakoa, me enseñaron. Pero nunca habría pensado dedicarme al 100% a las ovejas”.

Actualmente, la leche de sus ovejas se emplea para la elaboración de quesos Idiazabal y Roncal y, desde el 2022, también se dedican a la venta directa de sus corderos lechales.

Tras varias inversiones importantes, en el 2022, a Nerea Mortalena se le ocurre que la venta directa del cordero puede suponer una buena oportunidad. La primera campaña, la del 2022-2023, fue “bastante bien”. Pero este año, se están superando todas las expectativas. “Este año está siendo… mucho no, estamos vendiendo muchísimo. Vendemos a Barcelona, La Rioja, Gipuzkoa, Andalucía, Valencia…una pasada” explica Mortalena.

“La temporada de cordero es de noviembre a últimos de abril, y hasta ahora han nacido más de 300 corderos, de los que más de 140 hemos vendido en venta directa” añade. Entre los clientes también tienen restaurantes y carnicerías y Mortalena cree que el aumento de ventas se debe, sobre todo, “al boca a boca” y a su página web indakoa.com.

Nerea Mortalena y Mikel Mindegia en el caserío Indakoa de Arraioz Ondikol

Aunque sea pronto para ver los resultados, esta joven ganadera se muestra muy contenta con cómo están yendo las cosas. De todas formas, destaca que detrás de este proyecto hay mucho trabajo. “Es un trabajo 24/7. Hay meses muy duros. En la época de partos hemos llegado a poner el despertador cada tres horas para venir a vigilar y encontrarte igual a 14 paridas”.

A modo anecdótico, Mortalena cuenta que hay gente que “no entiende muy bien cómo va esto”. “Me han llegado a pedir un cordero para dentro de unas horas”. “Pero claro, eso no es así, no es una lechuga que se coge de la huerta” explica. 

Además del trabajo físico, la venta directa conlleva también “un montón de papeleo”. Mortalena opina que para una persona joven que quiera empezar de cero en ganadería “está muy, muy, difícil”. “O tomas el relevo generacional como en nuestro caso, que la nave ya estaba hecha y teníamos un rebaño, tierras…y aun así hemos gastado mucho dinero, o es muy jodido”.

Otro de los problemas es que “estás todo el rato adelantando dinero. El pienso te lo cobran al momento y en cambio, la leche, te la pagan al mes o mes y medio… Es que es así” explica con resignación. “Las ayudas que deberían haber entrado hace mucho de momento no llegan. En ese sentido las leyes no están muy…”. Y aunque con la frase a medio terminar, Mortalena deja clara su opinión al respecto. 

Pero a pesar de las trabas, para esta joven ganadera, más que un trabajo es “una forma de vida” que le gusta. Se siente muy afortunada de poder dedicarse a ello y de contar con el apoyo de familiares. “Esto no se podría hacer sin ayuda externa y los aitetxis y amatxis nos ayudan un montón”.

De todas formas, y como “con la ganadería no da”, hace menos de un mes han inaugurado el agroturismo Larrazu en el pueblo de Arraioz. “Había la oportunidad y dijimos: ¡venga, vamos a ello!” cuenta.

Por el momento, Mortalena se muestra contenta con los resultados. De cara al futuro, le gustaría poder ofrecer visitas guiadas por el caserío y dar un paso más haciendo “queso o cualquier otro producto” que sirva para “cerrar el ciclo”.