Juan Pablo Calvo Ruipérez es un hombre cuya vida gira en torno a su pasión: las aves rapaces. Este halconero y adiestrador de aves que reside en Etxalar ha encontrado su propósito en un oficio que es, cuanto menos, curioso.
Desde pequeño, Juan Pablo sintió una fascinación especial por estas aves majestuosas, aunque el acceso a este mundo no fue sencillo. “La atracción por las aves rapaces la he tenido desde siempre, desde que era pequeño”, comenta echando la vista atrás. Sin embargo, en su juventud, la falta de información y la ausencia de una cultura cetrera en su zona dificultaron sus primeros pasos. “Yo tenía curiosidad de querer saber, querer manejar aves… Pero en aquella época no había internet y este era un mundo como blindado, no sabía cómo entrar”, recuerda.
Pero su destino cambió cuando, en una feria medieval, se encontró con una persona que poseía un ave rapaz. “Le pregunté si podía ir un día con él a verlo y fue cuando apareció mi maestro, Isaac Jimeno, al que siempre estaré agradecido porque fue quien me abrió las puertas”, explica.
Poco a poco, fue aprendiendo el arte de la cetrería, desde alimentar a las aves hasta el manejo adecuado. Su primera ave, un águila de Harris que adquirió en Inglaterra, fue el inicio de una trayectoria que le ha llevado a trabajar en proyectos tan variados como el control de fauna en vertederos y aeropuertos.
El amor de Juan Pablo por su trabajo es evidente. “Yo me considero una de las pocas personas afortunadas a las que les gusta su trabajo. Hago lo que me apasiona, y aunque fuera millonario seguiría haciendo esto”. Además, añade, “el tiempo que tengo libre lo dedico a esto. Normalmente solemos dedicar nuestro tiempo libre a algún hobby, a algo que nos aporta y que nos gusta, y en mi caso es lo mismo. Entonces, claro, yo en mi trabajo estoy disfrutando todo el día, jamás me ha dado pereza ir a trabajar porque mi trabajo es mi vida. Y eso es lo más”.
Según explica, su labor diaria no es “nada monótona”. Actualmente, trabaja en una empresa que se dedica al control de fauna y a la cría y adiestramiento de aves rapaces. “Hay un mercado emergente en la península ibérica que, en cuanto a aves rapaces, tiene fama a nivel de Emiratos, Qatar, Abu Dabi… Y hay muchos que quieren pájaros de criadores de aquí”, comenta.
Para Juan Pablo, el vínculo que crea con sus aves es algo único y especial. “Poder conectar con un pájaro es lo que me apasiona. Conectar con un perro es fácil, pero... ¿poder conectar con un halcón? ¿Qué un halcón esté a 300 metros de altura, lo llames y venga?”, pregunta con una sonrisa.
La relación entre un halconero y su ave hay que trabajarla. “Cada ave es como una persona, tiene su personalidad y su forma de todo. Y tú tienes que saber cómo es cada pájaro” cuenta. Uno de los objetivos del cetrero es mantener al ave en “su punto más alto de estado de forma”, porque “el peso marca mucho, es como un atleta”.
Adiestrar un halcón no es tarea fácil. Juan Pablo admite que suele tomarse su tiempo, entre uno y dos meses para lograr un buen resultado. “El primer día en el que sueltas un pájaro y te vuelve es el mejor día. Es como el examen de todo tu trabajo”, comenta. Y aunque reconoce que no hay casos imposibles, sí que advierte que, si un ave pasa por las manos equivocadas, el proceso puede ser más complicado.
En cuanto al número de aves que tiene, admite divertido que “con el volumen de pájaros que tengo en la empresa a veces parezco el circo en el coche”. Aun así, cuenta que cada vez tiene menos. “Ahora en casa tengo unos 10 o 12, y en el trabajo tengo otros 3 o 4 míos y unos 5 o 6 del trabajo, más los que me van trayendo”.
Juan Pablo, hablador y divertido, no para de contar anécdotas que le han sucedido con las aves. “Me ha pasado de todo, podría escribir hasta un libro”, dice entre risas mientras recuerda algunos de esos momentos únicos. Y es que cada experiencia, cada ave y cada día de trabajo son para él una fuente de historias que alegremente cuenta a todo el que quiera escuchar. l