Cuando nos referimos a la magia lo hacemos apelando a trucos fascinantes y rápidos, al visto y no visto, a las ilusiones ópticas. Pero, ¿acaso no es magia pura el arte de dotar de vida a lo inerte? ¿No es un hechicero quien tiene capacidad de enternecer la rígida piedra? Alfonso rehúye de la etiqueta de artista, pero quizás deberíamos ponerle la de mago, ya que sus obras reflejan vida sobre un material muerto. Regala a las piedras la capacidad de expresarse por sí mismas. Sus esculturas estarán visibles en el zaguán del Kulturgune tafalles hasta este domingo 8 de diciembre.
Se trata de una curiosa colección de roca arenisca tallada con gusto y gracia que no es habitual de ver en los tiempos que corren. La muestra, dividida principalmente en tres grupos, recoge 34 obras. El grueso consiste en figuras de aspecto humano, en su mayoría femeninas, abstractas, sin rostro, pero con gran elocuencia en sus curvaturas. Es destacable cómo el autor transforma con arte la frialdad de la piedra en cuerpos ardientes y expresivos, sin perder la esencia paleolítica o la espiritualidad que el propio material evoca.
El segundo grupo consistiría en una recreación de edificios (hórreos, ermitas, puentes…) que, aunque no están hechos a escala, mantienen una exquisita similitud con las construcciones a las que representan. Por último, también hay cajas o kutxas con simbología vascona e incluso algún cuadro en relieve, como el que representa la casa de los Mencos de Tafalla.
ARTE ESPONTÁNEO
El artista, Alfonso Mateo, es natural de Gallipienzo pero reside en Tafalla desde hace más de tres décadas. Granjero de oficio, pero jubilado desde hace 6 años, comenzó a desarrollar la inquietud por la talla desde su retiro del mundo laboral, de una forma intuitiva y casi involuntaria. Una piedra lo llevó a la siguiente, hasta llenar el almacén de obras que lo llevaron a plantearse exponerlas en público.
“Durante un tiempo me tocó trabajar bastante con piedras: arreglo de calles, paredes u otras labores de albañilería. Lo hice en Gallipienzo antiguo, contratado por el Ayuntamiento, pero nunca se me ocurrió tallar una piedra, ni marcar las iniciales como hacían los canteros”, explica Alfonso. “Un día, a raíz de unos descubrimientos arqueológicos muy importantes que hubo en Gallipienzo, se me ocurrió tallar una losa para señalizar el lugar con la inscripción “Castillo, Gaztelu”.
Ahí fue cuando el escultor que Alfonso llevaba dentro despertó. Comenzó a buscar piedras del campo y tallar en ellas simbología celta. Tiene una veintena de ellas. Aprendió sin tutoriales ni enseñanzas, totalmente autodidacta, ya que nunca ha visto a nadie trabajar la piedra. Con el rodaje se lanzó a la recreación de edificios, en su mayoría cercanos a Gallipienzo: Aibar, Sangüesa/Zangoza, Valdorba… Tras ello comenzó a hacer cuadros en relieve y, sobre todo, figuras.
LA CREACIÓN
Para hacerlas recurre a canterías, como la olitense Jaurrieta o la Cantería Olnasa, de Uncastillo, donde adquiere piedras areniscas. Según como sea la piedra se imagina la figura que desarrollará. Comienza dando trazados con un lápiz y mediante el disco quita el grueso del espacio negativo. Después tira de cincel para perfilar la figura, incluso del compresor en ciertos momentos. Por último, emplea el taladro con muelas de piedra para el amolado y lijado final.
Esta es su tercera exposición, después de Sangüesa y Olite/Erriberri. “Principalmente traje figuras humanas porque eran las más fáciles de transportar, no por otro motivo, pero tengo mucho más, con bastante variedad”, indica Alfonso.
Alfonso no se anda con rodeos ni grandilocuencias artísticas. Sus obras no contienen un significado filosófico, sino que muestran con transparencia su mera inquietud por la talla. “Con lo que más disfruto es con el proceso, me encanta, el ver como va cogiendo forma me produce una satisfacción muy grande, pero una vez que están terminadas ya no les hago ni caso”.
A pesar de que ya tiene mucha práctica, cada figura puede costar entre 15 o 20 horas, sin contar con el tiempo invertido en la selección de la piedra, el transporte, etc. “No sabría decirte cuál es la pieza que más me gusta, y cuando pregunto me dicen de todo, a algunos les gustan más los edificios, a otros las figuras más enrevesadas y a otros las más sencillas”, admite. Todas ellas están a la venta y las personas interesadas pueden ponerse en contacto con el autor para su compra.