La memoria histórica como herramienta educativa
La proyección del documental ‘Flores bajo el hielo’ ha servido al Instituto Benjamín de Tudela para poner en marcha su programa ‘Benjamín recuerda’ que ahonda en la memoria histórica y en su reflejo en la sociedad actual.
“Interesante”, “diferente”, “es otra forma de estudiar”, “te hace salir de tu zona de confort”, “salimos traumatizados pero más conscientes e informados”. Éstas son algunas de las reacciones que Christian, Nagore, Nohuaila y Asmaa, alumnos y alumnas de nocturno del Instituto Benjamín de Tudela, tuvieron tras la experiencia de ver en el cine Flores bajo el hielo. Este documental de Marco Potyomkin, que llegó a Tudela dentro de los actos de la semana de Memoria Histórica, relata las experiencias vividas por más de una decena de mujeres durante la Guerra Civil, el exilio y los años de Dictadura y Transición, todo narrado por las voces de sus protagonistas pero acompañado de magníficos dibujos fijos, no en movimiento, que sumergen al espectador en el dolor, la angustia, el miedo y, por qué no, también el llanto.
Su visionado para 50 jóvenes y una docena de profesores ha sido sólo una de las actividades que el centro educativo de Tudela está llevando a cabo dentro del programa Benjamín recuerda en la que están inmersos hasta final de curso alumnado de 1º y 2º de Bachillerato, así como de 2º y 4º de la ESPA, junto con parte del profesorado del centro. La iniciativa busca “fomentar la memoria histórica y el pensamiento crítico entre el estudiantado, promoviendo el análisis y el debate sobre cuestiones de gran relevancia”.
Coloquio
Las tres alumnas y el alumno, se sientan en una mesa con dos profesoras, Alicia Redrado y Montse Mayo, intrigados ante una grabadora rodeados de sus miedos, vergüenzas y timideces como suele suceder cuando se tienen esos años y te avasallan a preguntas.
La intención es clara, bucear en su reacción, de la mano de Flores bajo el hielo, al conocer cómo fue de verdad la Guerra Civil, su represión, la miseria, el exilio, los campos de concentración, los asesinatos, las torturas, el rapado y la violencia contra las mujeres, unos aspectos que atraviesan el proyecto Benjamín recuerda y que sirven también para analizar la migración actual, el nuevo machismo, la xenofobia y el racismo. “Nos tiene que hacer también autoexaminarnos. El tema tiene una gran potencialidad y transversalidad desde el punto de vista didáctico desde muchos puntos de vista”, comienza Alicia, la profesora, “el exilio nos puede hacer también examinarnos, la aporofobia actual (odio a los pobres) como otra rama de odio. Los comportamientos humanos son los mismos en los años 30 que ahora, lamentablemente”.
Este hilo sirve para sacar a los jóvenes de sus reticencias iniciales y preguntarles por el documental, al que asistieron estupefactos del que salieron con la boca abierta, y con mayor conocimiento de la Guerra Civil, un tema vital en la historia de España y del que se pasa de puntillas en los institutos, cuando se enseña, quizás aún por miedo o por reparo aunque hayan pasado 85 años.
“Nos tiene que hacer también autoexaminarnos. El tema tiene una gran potencialidad y transversalidad desde el punto de vista didáctico desde muchos puntos de vista”
Los alumnos
La primera en hablar es Nohuaila El Hichami, de 19 años de Tudela, “como alumna opino que se debería hablar más en clase de historia y profundizar más. Hemos hablado de la Guerra Civil pero solo una vista desde arriba, fechas, políticos… pero no nos cuentan nada de fusilamientos, represión a las mujeres, el exilio... Es duro hablar de ello, fue una época muy fea pero se debería profundizar más. Hace mucho escuché una frase que era ‘hay que reconocer nuestros errores para no volver a repetirlos’. Deberíamos saber más sobre nuestro país y no ser tan ignorantes”. “En mi caso, -se une Christian Carbonell, fiterano de 22 años-, alguna vez, de pequeño, había oído algo de Franco. Yo les preguntaba ‘¿quien es Franco?’ y me decían ‘es un hombre muy malo’. Lo único que sé sobre la Guerra Civil lo investigué por mi cuenta. Yo creo que no di nada de la Guerra Civil y lo que sabía es lo que miré por Internet”. Nagore Gago, de 19 años de Ablitas, no opina muy diferente pero aporta otra visión, “yo no había escuchado nada de la Guerra Civil. A algunos había oído que Franco había hecho muchas cosas malas, pero también mucha gente dice que ojalá volviera Franco, aunque yo creo que lo dicen como con maldad, no lo piensan. No saben todo el daño que causó y como no tienen ese conocimiento piensan que es algo normal lo que pasó”.
La pregunta se hace evidente, “¿se oye mucho? ¿Creéis que es una especie de moda ser ultraderechista y antifeminista?”, no tardan en responder, “lo dicen pero no tiene ninguna gracia -apunta la más tímida Asmaa Hafidi, de 20 años y de Fitero-. Si, es como que estuviera de moda y yo creo que no saben lo que dicen”. “Hay gente que lo dice en broma, como una gracia, ‘viva Franco’ o ‘¡si estuviera Franco aquí esto no pasaría!’. Esto se dice un montón. Por eso hay que explicar estas cosas y contar esta historia para que sepan que decir eso no hace gracia”, concluye Nahuaila.
“Hay gente que lo dice en broma, como una gracia, ‘viva Franco’ o ‘¡si estuviera Franco aquí esto no pasaría!’. Esto se dice un montón. Por eso hay que explicar estas cosas y contar esta historia para que sepan que decir eso no hace gracia”
Todos ellos estudian en Tudela y ninguno conoce que el edificio de Sementales fue cárcel, que albergó a más de 640 presos en 1936, de ellos 160 solo el 19 de julio o que en la Ribera se asesinó a 660 personas por motivos políticos, 16 de ellas mujeres. Tampoco conocen las apabullantes cifras de asesinatos de sus respectivas localidades (más de 70 en Tudela, 50 en Fitero) o que a las mujeres de fusilados o de militantes de izquierdas se les rapaba en público para humillarlas y fueron marginadas socialmente durante décadas. La profesora Montse Mayo, de Badajoz, aprovecha también para contar a sus alumnos la historia de su familia, “mi abuelo sabía que estaba en la lista. Fueron a buscarlo. Le dijeron ‘Daniel, tú y tus dos hijos estáis en la lista debéis iros’. Pero él decía, ‘yo no soy de ningún partido político, no me va a pasar nada’. Por eso no se fueron y luego lo mataron”.
Flores bajo el hielo se adentra en historias como las de Montse, “te impacta, te lo explica muy bien y te hace darte cuenta de las cosas. Creo que no se habla en las casas sobre estos temas porque prefieren no recordar una época tan dura. Ha sido duro pero es mejor hablar sobre ello, pero entiendo perfectamente que padres y abuelos no quieran hablar sobre estas cosas porque lo han pasado muy mal”, asegura Nahuaila.
"¿Reabrir heridas?"
El fiterano Christian se asombra cuando se le pregunta si hablar de estos temas es “reabrir heridas”, como piensan muchas personas, “es lo mismo que si en Alemania no se hablase de Hitler o de lo que hizo. Es absurdo. Hay que hablarlo y comprender todos que no se puede volver a repetir. Si no se habla, todo se olvida y volverá a pasar. De hecho, es posible que vuelva a pasar aunque se recuerde, pero si se recuerda al menos …”, “...se tiene más conciencia y podría evitarse”, le termina la frase Alicia, la profesora. “Si sabemos cual es el impacto real de las guerras, que no es cuestión de batallitas, ni de heroísmos, sino del sufrimiento de la gente anónima. El valor de la película también es que eso le pasa a gente normal que luego no sale en libros, pero esa es la Historia en mayúsculas”, concluye.
De vuelta a comentar la película, los jóvenes se sienten más cómodos y les es más fácil hablar, “a mi la historia que más me impresionó fue la de la niña que huye en el Stanbrook (último barco que salió del puerto de Alicante), a la que le daba dos besos el capitán. Por como lo contaba sentías todo con ella. No tenía miedo porque estaba con sus padres pero no entendía nada y te contagiaba su angustia hasta que el capitán la coge y le da dos besos y se queda tranquila. Me pareció una historia maravillosa”. Para la ablitera Nagore, “el hecho de que la historia la contaran personas que lo vivieron lo hace mucho más interesante que si hubiera sido cualquier otro que no tuviera nada que ver. Te hace ver ese sufrimiento incluso más que si fuera con actores”. A Nahuaila le llamó al atención que lo que vivieran con 2, 3 ó 6 años les quedara impregnado de tal manera que lo pudieran recordar con tanta nitidez, “son recuerdos que es imposible olvidar, pero si yo ni me acuerdo de lo que he comido”, dice entre risas. Para Asmaa lo más llamativo es la violencia verbal, la tortura gratuita sin ningún objetivo y los insultos contra las mujeres, “sé que es un tema muy normalizado entre los jóvenes, pero escuchar insultos tan director tan brutos hacia las mujeres. Las que torturaban en los años 70 dicen ‘me golpeaban sin ningún motivo y tampoco me preguntaban nada’. Se me ponen los pelos de punta, me pareció muy fuerte escuchar tanta brutalidad”.
“Está mal que en casa no nos cuenten, pero mucho peor que no lo hagan en los institutos. Nuestros padres no tienen ninguna obligación, pero un centro si. La Segunda Guerra Mundial se estudia mucho, ¿por qué la Guerra Civil no, si estamos en España?”
Su primera película
Para todos ellos era la primera película que veían sobre la Guerra Civil y, en todos los casos, les ha impactado. Los jóvenes apuntan que “es otra forma de estudiar” y vuelven a poner el acento en que no se les enseñe esa parte en los planes de estudios de los institutos, “está mal que en casa no nos cuenten, pero mucho peor que no lo hagan en los institutos. Nuestros padres no tienen ninguna obligación, pero un centro si. La Segunda Guerra Mundial se estudia mucho, pero mucho, ¿por qué la Guerra Civil no, si estamos en España?”, asevera Christian con cierta indignación.
Flores bajo el hielo quedará para siempre en su memoria y en sus retinas, quizás mejor que ninguna lección, “cuando nos dijeron que era de dibujos fijos pensé qué royo, pero estuve entretenida toda la película y cada historia me sorprendía más que la otra. Al final salí con un montón de cosas que no sabía y que aprendí en la película”, afirma Nohuaila; para Asmaa “en las voces que acompañaban a los dibujos se notaba su dolor, sentías su dolor como si estuvieses sentado con ellas”; “me impresionó ver cómo las mujeres insultaban y golpeaban a otras mujeres. Hoy sigue pasando así, pero verlo en pantalla duele más”, argumenta Nagore. También para las profesoras ha sido una herramienta muy útil para introducir debates sobre otros temas relacionados como el exilio, la migración actual, el racismo, la aporofobia, “cada dibujo era una auténtica obra de arte”, añade Montse, “nos sirve para examinarnos ahora de nuestro comportamiento actual”, completa Alicia.
No en vano, el retrato del exilio ha abierto también otras puertas y otros recuerdos, “yo en mi pueblo he escuchado muchos insultos a refugiados de Ucrania y nosotros no hace tanto estábamos yendo a refugiarnos a Francia o a México”, “yo he sido voluntaria hace un año y medio en el comedor escolar y había una niña ucraniana que estaba siempre sola. Por mucho que tratabas de hablar con ella no hablaba. Un día con dibujos aprendí alguna palabra en ucraniano y se le iluminó la cara cuando se la dije, yo creo que pensó ‘alguien se está interesando en mí’”, analizan los fiteranos Christian y Asmaa. Los cuatro coinciden en lo que termina rematando Asmaa, “nos falta empatía y saber ponernos en la piel de los demás. Seguramente si hiciéramos eso muchos problemas se solucionarían”.
“Nos falta empatía y saber ponernos en la piel de los demás. Seguramente si hiciéramos eso muchos problemas se solucionarían”.
El proyecto Benjamín recuerda ha abierto una ventana en las mentes de muchos jóvenes para tratar de conocer el pasado y relacionarlo con el presente. A partir de ahora quedan otras iniciativas como charlas, coloquios y un viaje al Parque de la Memoria de Sartaguda en donde tomarán parte en un concurso en el que alumnos y alumnas deberán redactar una carta “como si fuesen la víctima, supieran que van a morir y se despidieran de su entorno”.
Con iniciativas de este tipo, frases como “lo único necesario para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada” o la famosa “primero vinieron por los socialistas, y guardé silencio porque no era socialista, luego por los sindicalistas y no hablé, luego vinieron por los judíos y no dije nada porque no era judío, luego vinieron por mí, y para entonces ya no quedaba nadie que hablara en mi nombre” pueden perder su pesado y real significado.
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